¿Cuál es el plan económico de la oposición?

Economía17/11/2025
@Mibelis_edited

Luego de la derrota electoral del peronismo, surge la pregunta sobre la necesidad de tener propuestas concretas y no quedarse en el mero repudio a la política de Milei. Se habla en particular de la falta de un plan económico alternativo que sería necesario empezar a mostrar a la sociedad, incluso a pesar de que faltan dos años para las próximas elecciones presidenciales. En los últimos días varios referentes del peronismo fueron entrevistados, mostraron sus proyectos e ideas de cara al porvenir, algo que nos parece de lo más estimulante.

Diseñar un plan económico con dos años de anticipación puede parecer ciencia ficción, y más en Argentina, donde el largo plazo tiende a infinito. Pero además, dicho ejercicio es complicado porque es imposible saber en qué contexto global y nacional se encontrará el país.

¿Cómo será la relación en 2027 entre Estados Unidos y China y qué impacto eso tendría sobre Argentina? ¿Cómo irá mutando la política interna del vecino del Norte y qué incidencia tendrá esto sobre nuestro país? ¿Seguirá el continente latinoamericano teñido de progresismo o habrá un gran giro a la derecha? ¿En qué niveles estarán los precios de los commodities? ¿Cómo serán los años 2026 y 2027 en términos de crecimiento, empleo, salarios, inversiones?

Lo que es posible intuir es que, si no mejoran sustancialmente los precios internacionales y las inversiones extranjeras, este gobierno tendrá enormes dificultades en lograr un crecimiento con mejora del empleo y de los salarios. Cualquier escenario de devaluación lo llevará a una recesión severa, pero no devaluar también le puede significar entrar en un proceso recesivo de gran profundidad, al estilo del ocurrido entre 1999 y 2001.

Dólar

Todo indica que los réditos que obtiene el gobierno por estabilizar el tipo de cambio son mayores a los de devaluar, por lo tanto es posible pensar que su intención es sacrificar lo que sea con tal de quedarse en los niveles actuales del tipo de cambio real. El primero de los réditos es el que vimos en las elecciones del 26 de octubre: estabilización de precios y sensación de orden económico.

Dicho esto, en el mundo de los economistas heterodoxos existe un plan económico que se está charlando desde hace bastante tiempo y cuyo epicentro es la Comisión de Economía del PJ nacional. Este plan se puede sintetizar en los siguientes puntos: equilibrio fiscal, tasas de interés positivas, tipo de cambio alto y políticas sectoriales. Ahora bien, ¿qué interpretación hacen los electores de ese plan económico?

¿Cuál es el plan maestro?

Para no desviarnos tanto, nos centraremos en el tipo de cambio alto y el equilibrio fiscal. Los argumentos que se aducen es que el tipo de cambio bajo genera desequilibrios en el sector externo, que requieren de endeudamiento y/o privatizaciones constantes y que al final se termina quebrando en un caos productivo y social. El caso de la convertibilidad es el más obvio para repudiar el modelo de dólar apreciado.

En cuanto al equilibrio fiscal, su implementación se debe más a la demostración empírica según la cual no se puede financiar el gasto, por lo tanto el equilibrio o superávit fiscal es algo necesario. Con un modelo de tipo de cambio alto y superávit fiscal, se busca por lo tanto volver a cierto “eden heterodoxo”, que es el modelo de superávit gemelos de los años 2002-2008.

Discutiendo ese consenso heterodoxo, uno podría decir que el tipo de cambio alto es sinónimo de salarios bajos y de pobreza elevada. En los hechos, la correlación entre ITCRM (Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral) y tasa de pobreza en Argentina es muy interesante: la pobreza sube en 2002 y se instala en los albores del 60% hasta el segundo trimestre de 2004, período en que el ITCRM había crecido de 67 a 150 en promedio.

Cuando el tipo de cambio se va apreciando (volviendo a niveles de 100 en promedio) como por arte de magia se reduce la pobreza, que llega a 28,2% en 2012. El ITCRM y la pobreza se mantendrán en esos bajos niveles hasta la devaluación de Macri en 2018, que es la señal de cambio de tendencia. A partir de entonces el ITCRM subirá a medida que se devalúa el dólar (promedio 120 entre 2018 y 2022), subiendo en paralelo la tasa pobreza que se instala entonces en los 35 a 40%.

6MV6SERLNBGOPOJUEUOE6IJLYYGrafico Grafico (Sin Credito)

Esta correlación entre tipo de cambio y pobreza solo podría tener interés académico si no fuera por sus implicancias políticas: en el período comprendido entre 2005 y 2017 (donde más se aprecia el tipo de cambio y baja la pobreza) el oficialismo gana casi todas las elecciones. 2005, 2007, 2013, 2017. Para no pecar de economicismo, dejaremos la elección de 2009 para el análisis de los politólogos, mientras que la de 2015 se definió por penales.

Como se decía entonces, si la campaña del ballotage duraba un par de semanas más tal vez se daba vuelta y ganaba el peronismo. En el período siguiente (2018-2023), de suba del tipo de cambio y de la pobreza, el oficialismo perdió todas las elecciones: Macri en 2019 y el peronismo en 2021 y 2023.

Para cerrar el razonamiento, en 2025 el gobierno de Milei, con tipo de cambio apreciado, gana las elecciones. Es la primera vez que un oficialismo gana las elecciones intermedias desde 2017, último año de tipo de cambio apreciado.

Obviamente se puede matizar ese relato que correlaciona tipo de cambio, pobreza y resultado electoral, mencionando por ejemplo la derrota del oficialismo de 2023 con un tipo de cambio anclado para evitar mayor inflación, pero con una pobreza en alza. Pero yendo al punto: la gente vota tipo de cambio bajo, no vota tipo de cambio alto.

Elecciones 2027

Dado lo anterior, el mayor de los problemas de la economía heterodoxa es que quedó presa de un discurso donde prima la idea de un tipo de cambio alto para salir de la actual situación, pero los electores repudian esa solución. ¿Hay que explicar mejor la idea? ¿Es un problema de comunicación? Creemos que no, que la gente entendió perfectamente la propuesta del peronismo y por eso votó en contra.

Aunque parezca paradójico, desde la heterodoxia siempre se dijo que devaluar era sinónimo de hambre y miseria, algo que está muy estudiado por el estructuralismo latinoamericano. Y ahora la solución que se propone es devaluar, pero ni siquiera compensando esta devaluación con mayor gasto público, porque seguimos con la idea instalada por este gobierno de un equilibrio fiscal.

En suma: la propuesta del peronismo, hoy, es asumir el ajuste fiscal (cambiando algunas composiciones de gasto e ingreso) y a eso agregarle un ajuste cambiario. Para los sectores populares, votar en contra de ese proyecto parece totalmente racional. Por defecto, termina votando a Milei: es el mal menor.

Para salir de ese atolladero, tenemos la suerte de que la historia argentina se repite y nos permite adelantar varios pasos a lo que va a ocurrir. Si Macri fue el equivalente a Martínez de Hoz (al tomar tanta deuda) y Alberto Fernández el equivalente de Alfonsín (por la secuencia inflacionaria), Milei es un justo equivalente a Menem. Esta historia sabemos cómo termina: la Alianza gana la elección de 1999 prometiendo que no iba a devaluar, algo que cumplieron hasta el último día de su gobierno. En esa lectura está la solución y la trampa: la solución es que el peronismo debería asumir el tipo de cambio estable tal cual lo deja el gobierno de Milei, decirle a su electorado que no va a devaluar.

¿Esto sería populismo cambiario? Tal vez, pero a este peronismo le falta el populismo, y si debiera tener uno nos inclinaríamos por el populismo cambiario porque los efectos notables que tiene sobre la pobreza.

Pero obviamente un plan económico no se puede quedar en eso. Debe hacer hincapié en las políticas sectoriales que se van a llevar adelante para desarrollar el país, tanto en términos de industria, ciencia y tecnología, acceso a nuevos derechos, salud, educación pública de calidad y todo lo bueno que sabemos que tiene el programa de la oposición y que tiene un amplio consenso en la sociedad.

Esto también contiene una trampa: Machinea y los heterodoxos radicales, que eran proclives a un tipo de cambio alto durante el alfonsinismo, abandonaron la batalla cambiaria para centrarse en un “ajuste fiscal progresista”: aumento de los impuestos a las ganancias, recortes en jubilaciones mayores a 3500 dólares, entre otras medidas. Consiguió el superávit fiscal, pero también hizo entrar la economía en recesión. Empezó con más recortes impopulares y nunca logró reactivar la economía. La lección de esa experiencia es que no hay que abandonar ninguna herramienta.

A modo de conclusión podemos decir que tal vez no está equivocado el electorado, sino el enfoque económico del peronismo. Sin discutir el fondo de la cuestión (si Argentina necesita un modelo de tipo de cambio alto para poder desarrollarse), se expusieron las razones del rechazo de la población a un modelo de tipo de cambio alto.

Esto es una causa suficiente para volver a pensar el programa económico y la comunicación que realizan los principales economistas de la oposición. En caso contrario, es posible que 2027 nos encuentre ante una nueva derrota electoral que no sabremos explicar.

Por Martin Burgos / P12

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