







El Gobierno registró en octubre un superávit fiscal primario de 823.925 millones de pesos y un superávit financiero de 517.672 millones de pesos, según informó el Ministerio de Economía. La cifra consolida el ancla fiscal del programa oficial y coloca el acumulado de los primeros diez meses en torno a 1,4 por ciento del PBI, en línea con la meta de 1,6 por ciento del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Pero detrás de la mejora del resultado aparece un ajuste que se apoya en el recorte real de jubilaciones, obra pública, salarios estatales y programas sociales, junto a una economía en recesión que también golpea la recaudación.
El reporte oficial destaca que el Sector Público Nacional acumuló hasta octubre un superávit financiero equivalente a 0,5 por ciento del producto y un superávit primario de 1,4 por ciento. Para alcanzar la meta anual pactada con el Fondo, la administración necesitaría sumar otros 0,2 puntos en noviembre y diciembre, meses en los que el margen se achica por el pago de aguinaldos y obligaciones estacionales. Economía señala que los ingresos totales del mes llegaron a 11,9 billones de pesos con una variación interanual de 28,1 por ciento, impulsados por Derechos de Importación, Ganancias, el Impuesto a los Débitos y Créditos, Aportes y Contribuciones, e IVA neto de reintegros. También aclara que la comparación está afectada por la vigencia del impuesto PAIS y las entradas asociadas al Régimen Especial de Ingreso del Impuesto a los Bienes Personales.
Del lado del gasto, la información indica que las erogaciones primarias alcanzaron 11,1 billones de pesos con un aumento interanual de 29,6 por ciento. Las prestaciones sociales sumaron 6,8 billones de pesos con un alza de 31,5 por ciento, mientras que las remuneraciones treparon a 1,4 billones de pesos, con una suba menor de 21,9 por ciento explicada por los acuerdos salariales y por la reducción sostenida de la plantilla estatal. Las transferencias corrientes totalizaron 4,1 billones de pesos, con un aumento de 15,1 por ciento, y los subsidios económicos llegaron a 1 billón de pesos, con una variación de 27,1 por ciento, impulsados por incrementos tanto en energía como en transporte.
Motosierra selectiva
Sin embargo, al considerar la evolución de precios, la foto cambia. El gasto primario cayó 1,3 por ciento en términos reales, un recorte que se repite en la mayoría de los rubros y que explica buena parte de la mejora del resultado fiscal. El Instituto Argentino de Análisis Fiscal observa que los ingresos totales tuvieron una baja de 2,4 por ciento real, producto de un descenso de 5,3 por ciento en la recaudación tributaria y un incremento de 33 por ciento real en los ingresos no tributarios. El organismo toma la ejecución base caja del Sector Público Nacional no Financiero y compara los resultados constantes: el superávit primario de octubre de 2024, que equivalía a 980.000 millones de pesos de hoy, se transformó en 824.000 millones de pesos en octubre de 2025, una caída real de 16 por ciento.
Pero los datos agregados ocultan la composición del ajuste. El Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE) señala que el Estado viene reduciendo en términos reales las jubilaciones, los salarios públicos y las prestaciones sociales, además de paralizar gran parte de la obra pública y recortar partidas de salud, educación y seguridad. Según su cálculo, si tomamos los primeros 9 meses de 2025 y comparamos contra el mismo periodo del 2023, el gasto total cayó casi 4 billones de pesos constantes, pero también se redujo la recaudación en 1,5 billones de pesos. Es decir, el superávit se explica de manera estricta por el ajuste, más que por una mejora de la capacidad de financiamiento del sector público.
El límite del ajuste
El detalle de los recortes desde que asumió Milei, asciende a 87,8 billones de pesos constantes, mostrando caídas pronunciadas en jubilaciones, programas sociales y salarios por 37,5, obra pública por 22,1, en subsidios energéticos por 10,5 y en educación por 5,9. Esa poda, junto al retroceso real de los ingresos, configura un esquema cuya sostenibilidad queda condicionada a que la recaudación deje de caer, algo que no parece probable con la economía en recesión.
La estrategia fiscal del Gobierno se apoya así en un equilibrio de corto plazo basado en la contracción del gasto, mientras la actividad sigue deprimida y los recursos tributarios pierden terreno real. Los números de octubre vuelven a mostrar un superávit, pero también ponen de relieve que el ajuste ya perfora áreas sensibles del sector público y que la caída simultánea de la actividad y los ingresos presiona la consistencia futura del programa.
En este marco, los datos del propio Ministerio de Economía reconocen que para cumplir la meta anual se necesitará un esfuerzo adicional en los próximos dos meses. Y los análisis privados advierten que el margen para seguir reduciendo partidas esenciales es cada vez más estrecho. Estos recortes no pueden sostenerse de manera indefinida: si no mejora la recaudación, el superávit pierde sostenibilidad. Y con una economía en retroceso, ese cambio tampoco parece al alcance en el corto plazo.
Por Juan Garriga / P12























