Los aumentos se burlan del ministro Caputo





El ministro de Economía, Luis Caputo, se enfrenta a un problema que ya ha aquejado a otros funcionarios del área de otros gobiernos, en una situación de la que ninguno de ellos ha logrado salir con éxito. La referencia es para el fenómeno de remarcaciones preventivas de precios que, en general, arrancan ante los síntomas de atraso cambiario y se intensifican luego de procesos devaluatorios que, en la perspectiva corta, coinciden con acuerdos de diferentes tipos con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En las últimas horas, Caputo hizo gala en redes sociales de una especie de alianza circunstancial con el sector de los grandes hipermercados, nucleados en la Asociación de Supermercados Unidos (ASU) y en CAS y FASA, las federaciones del Interior del país, a los que felicitó por haber rechazado listas de aumentos de los proveedores. Esa situación expuso dos problemas: el primero, que el ministro quedó desnudo de poder ante las remarcaciones de las empresas al reclamarles clemencia; el segundo, más importante, que hizo un acuerdo de control de precios con los supermercados, superficies en las que compran sólo el 25 por ciento de los clientes de todo el país. El 75 restante lo hace en locales de barrios, almacenes y chinos, donde los mismos proveedores que el Gobierno cuestiona por especuladores enviaron listas con aumentos de hasta 20 por ciento.
Hace años, la Secretaría de Comercio Interior tiene un sistema, el SEPA, que le permite ver on line los precios de los hipermercados, que son cadenas con espalda para rechazar por plazos medios los aumentos impuestos por los fabricantes. Pero los comercios chicos no tienen forma de evitar que les bajen mercadería a precio más caro: Coca Cola es uno de los gigantes que optó por elevar precios en ese segmento. Es ése el punto ciego de este y todos los gobiernos que quedaron rehenes de los formadores.
Un dato extra. En la primera semana post cepo, el Gobierno logró un dólar más o menos ordenado, pero un desborde en los precios que va más allá de la canasta básica: subieron 8 por ciento el cemento, hasta 4 por ciento los autos; casi 5 la medicina prepaga y, según un informe de la consultora PXQ, los electrónicos como computadoras y televisores aumentaron entre 3 y 6,3 por ciento
La peor "Hacienda" para la economía real
En paralelo a esto, el Gobierno llega tarde y mal a la disputa con los gigantes de los alimentos. Caputo salió, primero, a decir que Molinos y la multinacional Univeler habían mandado listas con aumentos de entre 9 y 12 por ciento. Unas horas después, gestiones mediantes, celebró en redes sociales que una de ellas, Molinos, había tenido su lista rechazada por los supermercados.
Una media verdad: lo que la empresa les informó a los comercios grandes es que "suspende" de manera momentánea la lista de aumentos y que, luego del fin de semana largo de Pascuas, se sentarán a analizar el tema. Algo diferente a decir que aceptaron no aumentar los precios. No siquiera el comunicado de ASU es tan líneal en eso: asegura que no tomarán aumentos desmedidos, pero ¿qué son aumentos desmedidos? ¿quién aprueba qué porcentaje se puede y cuánto no? Complejo. Mientras tanto, Unilever sigue sin manifestarse sobre el tema; Ayudín subió 5 por ciento y las aceiteras sostuvieron y aplicaron subas del 10 por ciento, entre tantas otras firmas.
El ministerio de Hacienda actual tiene, ante esa crisis de la vida diaria, un problema técnico: la cartera está conducida por un grupo de banqueros especulativos y mesadineristas. No es un juicio de valor, sino una simple descripción de las características del team "Toto". Hay errores, incluso, infantiles: Felipe Núñez, director del Banco Bice y uno de los escuderos del ministro, quiso sacar pecho en redes y terminó ciontradiciendo a su jefe. "Carrefour Martinez le subió los precios de los yogures a mi jermu y le aplicó Menger", escribió en su cuenta de X, admitiendo que, en realidad, los supermercados aplicaron los aumentos de precios que Caputo niega.
Para algún descuidado, la referencia a Menger es para Carl, uno de los economistas fundadores de la Escuela Austríaca, quien afirmó que la marcha de los precios está dada por los niveles de demanda y no por los costos de producción. Es decir, supone que una devaluación que sube costos en dólares no se va a precios. Para Milei, la tésis Menger, por eso lo menciona de esa forma Núñez, es no convalidar precios altos y evitar comprar a las empresas que suben.
Pero el Gobierno está confundido con el tema precios, algo lógico porque es dificil controlar la dinámica cuando ésta no depende de la regulación que pueda hacer la política económica. En ese marco, hubo una orden para que el ejercito de trolls salga a cruzar en redes sociales a Molinos y Unilever. Una campaña de desprestigio y boicot que rememoró viejas andanzas de los gobiernos peronistas. "Falta que el Gordo Dan se ponga la pechera de La Libertad Avanza y salga a controlar precios", contó con picardía un proveedor de alimentos.
Los pactos inflacionarios
Si bien es cierto que hay subas especualtivas por sobre la devaluación y que trasladan al consumidor todo el costo de la devaluación, no es ése el punto que explica la historia. En los últimos 10 años, los acuerdos con el FMI fueron inflacionarios, tanto aquellos de renegociación como los de pedida de deuda y fondos frescos, como el reciente empréstito por 20 mil millones de dólares de la gestión Milei.
De hecho, esta catarata de aumentos arranca con la devaluación de Sergio Massa del 23 por ciento a fin de su mandato y se consolida en la de Milei en diciembre del 2023: un 120 por ciento que terminó llevando la inflación al 25 por ciento. Allí los precios de los alimentos, que no estaban atrasados, saltaron a niveles prohibitivos para los bolsillos de la clase media para abajo.
Desde entonces a esta parte, congelando el tipo de cambio en base a gastarse las reservas del Banco Central, Milei había logrado bajar la inflación a un rango del 2 o 3 por ciento. Pero cuando se instaló la idea de un dólar atrasado, ya arrancaron las remarcaciones preventivas. Luego, cuando operó la devaluación exigida por el FMI, volvieron a surgir las listas con subas. El sistema es el mismo, siempre: doble aumento, el por las dudas y el concreto, una vez que se encarece la divisa.
Por Leandro Renou / P12