Crisis de cuidados y vulnerabilidad financiera: dos cuentas pendientes

Actualidad 19 de enero de 2023
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La pandemia puso en evidencia las dificultades que sufren las mujeres a partir de la sobrecarga de trabajo doméstico, de educación y de cuidados. Si bien los movimientos feministas ya daban cuenta de estas desigualdades, la postpandemia abrió un nuevo camino hacia el debate y el análisis desde la perspectiva financiera de la organización social de los cuidados. Este escenario impulsó el estudio e investigación de estas desigualdades, aportando datos cualitativos y cuantitativos de la problemática y colaborando con un discurso de argumentos sólidos para avanzar hacia el siguiente paso: el diseño y elaboración de una política pública adecuada para intervenir el problema.

Estadísticas de cuidados y vulnerabilidad financiera

A mediados de 2022 se publicaron los resultados de la Encuesta Nacional de Endeudamiento y Cuidados (ENEC) en Argentina. Los autores, Lucía Tumini y Ariel Wilkis, relevaron datos sobre vulnerabilidad financiera de los hogares y sobre la estructura y distribución de las tareas de cuidados. En primer lugar, al analizar el índice de endeudamiento por género y por nivel de ingreso, se observaron dos tendencias interesantes. Por un lado, los niveles de endeudamientos no presentan diferencias significativas si se analizan por género binario (mujer- varón): el 10% de las mujeres posee un alto nivel de endeudamiento y el 9,9% de los varones está en este mismo escalón. Sin embargo, si se analiza la vulnerabilidad financiera por nivel de ingresos, se observan mayores diferencias: en los hogares de ingresos altos, el 45,9% tiene un nivel de endeudamiento bajo y en los hogares de ingresos inferiores, solo el 7,9% tiene un índice de endeudamiento bajo. En cambio, las desigualdades de género se acentúan al analizar los niveles de endeudamiento en los hogares que tienen responsabilidades de cuidados. Por un lado, se observa un alto nivel de feminización en las tareas de cuidado, ya sea en los hogares con jefatura femenina, como en los que tienen jefatura masculina. Y, por otra parte, hay una clara correlación entre mayores niveles de endeudamiento con los hogares que tienen a cargo tareas de cuidado. Siguiendo el análisis, entre los hogares sin tareas de cuidado, el 25% tiene altos niveles de vulnerabilidad financiera. Mientras que, entre los hogares con responsabilidad de cuidado, la cifra asciende al 35%. Ahora bien, si tenemos en cuenta a los hogares con tareas de cuidados, pero de jefatura femenina el 55% tiene altos niveles de endeudamiento.

A partir de este relevamiento se comprueba que la vulnerabilidad financiera es una problemática interseccional que afecta en mayor medida a los hogares de ingresos bajos con mujeres a cargo de las tareas de cuidado.

Políticas de género como cambio estructural

Sumado a este contexto de cambio de paradigma, la coyuntura política en Argentina acompañó en el proceso de desarrollo inclusivo. La creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación (MMGyD) en 2019 reveló un paso inicial en el compromiso por parte del Estado de abordar los temas de género mediante una institucionalidad que promueva la ampliación de derechos y oportunidades de crecimiento inclusivo. Asimismo, se creó el Gabinete Nacional para la Transversalización de las Políticas de Género que involucra a todos los Organismos estatales.

Durante los últimos tres años en Argentina se realizaron diversos aportes de políticas de género para aplacar estas desigualdades. Hacia fines de 2020 se lanzó la Campaña Nacional “Cuidar en Igualdad” mediante foros y rondas nacionales que implicaron el diálogo y la concientización del impacto económico y social que se deriva de la desigualdad de género en la estructura de cuidados. El último gran avance se dio en mayo del año pasado con el envío al Congreso de la Nación del Proyecto de Ley “Cuidar en Igualdad” por medio del cual se establece la implementación del Sistema Integral de Políticas de Cuidado de Argentina (SINCA), esto implicaría una nueva conquista de derechos, ampliando el régimen de licencias de las personas gestantes, no gestantes y adoptantes, no solo para las personas que trabajan bajo relación de dependencia, sino también para monotributistas y autónomos/as y el reconocimiento de lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, transgénero, intersexuales (LGBTI+) como sujetos prioritarios de las políticas de cuidados. A pesar de la urgencia de la implementación de una política de cuidados y de las presiones de diferentes colectivos feministas, el proyecto no avanza y las evasivas no cesan.

Si bien, en los ámbitos más conservadores se sigue minimizando la desigualdad y tildándola como propia del orden natural, las luchas de los movimientos feministas, la creación de MMGyD en Argentina y la crisis de cuidados impulsaron a poner el debate bajo la lupa y a repensar las políticas de género. Sin embargo, al momento de querer lograr un cambio estructural existe otro factor que influye en el proceso de implementación de las políticas públicas y que tiene que ver con las relaciones de poder. Pese al proceso de reclamo por una reorganización más equitativa de los cuidados, la transformación, en este caso, queda en manos de una puja de intereses, donde la población más vulnerable queda postergada.

Por Yanina Busquet * BaeNegocios

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