Comportamiento Ex Pert

Actualidad09/10/2025
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El caso Espert muestra una tendencia: una autoridad pública que sobrepasa los límites elementales de la vida institucional; límites que hacen a la vida republicana y el Estado de Derecho. La categoría -y la acción- que nombra la ruptura de esos límites para religar lo legal con lo criminal es mafia, palabrita que nombra un organismo que opera como un Estado oculto, paralelo al legal y, al mismo tiempo, engarzado con él. Mafiológicamente, el caso de Espert debe ser leído así: no fue solo Espert quien usó en treinta y pico de ocasiones el avión o los aviones de Fred Machado para la campaña, sino que fue Machado quien usó la campaña para circular libremente con los aviones, hacer sus negocios y pasar desapercibido.

Desde un punto de vista económico, el poder mafioso se encarna en el mercado de la droga, las armas (de guerra), el tráfico de personas u órganos y el lavado de capitales. La trama narco es siempre un síntoma del poder mafioso, sobre todo si el poder narco se empalma con el poder político. La palabra mafia indica un poder criminal que está imbricado espesamente con el narcotráfico, pero nombra, sobre todo, un gobierno invisible que guía los deseos colectivos.

El propósito inmediato del poder mafioso es el enriquecimiento vertiginoso a través de actividades ilícitas: el narcotráfico, por ejemplo. De hecho, si pensamos en Espert, su patrimonio “aumentó un 789% en pocos años y se incrementó en unos 230 millones de pesos entre 2022 y 2024” (Lorena Pokoik, “La frontera difusa”, www.elcohetealaluna.com/la-frontera-difusa/). El propósito del poder mafioso, entonces, es el enriquecimiento sostenido por medios ilegales, pero lo que lo orienta es la acumulación de poder político y social. ¿Cómo se logra acumular ese poder? Infiltrando el Estado. El poder mafioso infiltra el Estado e involucra en sus redes criminales tanto a profesionales de la sociedad civil como a funcionarios públicos. Ciertos funcionarios públicos aceptan distintas formas de convivencia con los mafiosos a cambio de apoyo económico y/o electoral en un intercambio de favores beneficiosos para ambas partes. Una estructura criminal moderna se convierte en mafiosa cuando obtiene cooperación y apoyo de sectores que son externos a su organización. Esto incluye tanto actores de la sociedad civil como de las instituciones representativas.

En función del poder económico amasado a través de actividades ilícitas -el narcotráfico, por ejemplo-, las estructuras mafiosas terminan asumiendo el control de sectores importantes de la economía y la sociedad, y hasta llegan a la colonización de las instituciones del Estado. El poder mafioso genera una profunda desestabilización en las sociedades democráticas. Su avance deslegitima las instituciones, debilita el Estado de derecho, genera inestabilidad política, impulsa la descomposición social y afecta el funcionamiento de la economía formal. Este proceso conduce a una degradación progresiva de la estatalidad. Digo esto por lo de Espert, que es apenas un emergente de un sistema, que de ser investigado revelaría muchos otros nodos dentro de los institutos representativos y la sociedad. La palabra mafia de hecho refiere a eso: un sistema. Esto es: a un modo de vida, a una forma cultural, a un orden racional y psicológico, un aparato de normas de comportamiento, un código de valores y una manera de desempeñarse en la realidad cotidiana a través de una modalidad peculiar de poder.

En este sentido, el poder mafioso no busca destruir el Estado. Su propósito es infiltrarlo. ¿Con qué fin? Apropiarse desde adentro de la riqueza y el poder que ese aparato sintetiza y administra. Mafia entonces nombra un organismo que opera como un Estado oculto, paralelo al legal y, al mismo tiempo, permanentemente engarzado con él, porque el Estado es poder. Las estructuras mafiosas, una vez que se conforman, operan en distintos ámbitos de la vida social, económica y política. Entre sus estrategias está la de despojar al Estado del control sobre ciertos territorios (desde barrios hasta regiones enteras); otra consiste en vulnerar la capacidad estatal para organizar políticas públicas de corte social; otra es debilitar las instituciones representativas a través de la corrupción y de la complicidad con actores políticos; otra más consiste en intervenir en la economía formal para distorsionarla, para afectar la competencia y crear monopolios; desestabilizar los mercados financieros para que queden vulnerables a delitos económicos.

Mafia es creación, manutención y celebración de un poder invisible que no puede prescindir del aparato político y del Estado. Al Estado o lo coopta -captura sujetos políticos que no están encuadrados en sus organizaciones para ponerlos a su servicio-, o lo coloniza -con hombres que revistan dentro de las estructuras mafiosas-. ¿Por qué la mafia necesita de la política y del Estado? Para que su poder secreto pueda operar a la luz del día sin ser reconocible, para producir sentido social y político masivo y no ser reprimido por los poderes dispuestos a esa finalidad. Cuando el Estado es capturado por la mafiosidad opera con modos propios de ese poder. Y la corrupción se vuelve un síntoma evidente, que hace al enriquecimiento de los sectores mafializados de la política: caso $Libra, coima del 3%, caso Espert. ¿Hay que explicar algo más?

Por Rocco Carbone * *Filósofo y analista político. CONICET / La Tecl@ Eñe

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