Posmileísmo

Actualidad07/10/2025
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Tras la última reunión entre Javier Milei y Mauricio Macri, en medio de las últimas derrotas electorales y de los escándalos de corrupción, en el Gobierno hay quienes sostienen que después del 26 de octubre ya nada será igual y que habrá cambios importantes.

Coincido en la parte de que ya nada será igual. No en cuanto a los “cambios importantes”. Nadie que esté convencido, como los hermanos Milei, de haber sido encomendados para una misión divina aceptaría que el camino fijado por Dios fuera incorrecto.

Sea cual fuere la verdad, existen altas chances de que el posmileísmo comience ese día.

Siempre hay un instante en el que finalizan los ciclos de apogeo de un gobierno. A la anterior administración, la de Alberto Fernández, le pasó en su segundo año de gestión, tras haber tocado una adhesión del 80%.

Les pasó a todos y seguirá pasando.

La duda es si ese proceso ya comenzó con el actual gobierno o cuánto faltará para que suceda.

El factor Cristina.

Ese es el clima que desde hace semanas ronda al círculo rojo y a los estrategas de los distintos partidos. De allí el interrogante que surge en cada espacio y que, por razones tácticas, eligen no hacer público: más allá de cuándo ocurra, ¿cómo prepararse para el comienzo de la debacle oficialista?

En el peronismo, tras el categórico triunfo bonaerense, la pregunta que viene a continuación es qué hacer con Cristina Kirchner.

Los gobiernos tienen su ciclo de apogeo y debacle. La pregunta es si el de Milei...

Meses antes de mayo de 2019, cuando CFK sorprendió al correrse de la carrera presidencial, en esta columna se planteaba que el único obstáculo para que el peronismo regresara al poder era ella (tras cuatro años de Macri, tres con caída del PBI, su reelección era casi imposible). Hoy pasa algo similar.

No por el riesgo de que compita, ya no lo puede hacer, sino por el protagonismo político que sigue manteniendo. Cristina coincide en algo con sus oponentes: ellos la necesitan vigente y ella no quiere perder centralidad. Ellos aciertan. Creo que ella se equivoca.

Para estas elecciones, Axel Kicillof respondió al “qué hacer con Cristina” considerándola en el armado electoral y obviándola en la campaña. En septiembre, la estrategia le dio buenos resultados.

La cuestión es qué empezar a hacer con ella con vistas a un cambio de poder. Porque, aun cuando no pueda competir, puede seguir siendo protagonista. Sus oponentes preguntarán: ¿de llegar al gobierno, qué hará con su detención domiciliaria el candidato presidencial de una alianza que incluya a La Cámpora?

Ella también se hace esa pregunta y, así como en 2019 entendió que debía “correrse” para volver al poder (algo que consiguió a medias), ahora considera que debe mantenerse central para defender su inocencia e incidir sobre el futuro poder.

El problema es que quienes compitan contra un candidato que la represente la tratarán como una candidata. Candidata a ser liberada por una administración amiga.

El factor Milei.

Para cualquier hipótesis de alianza antimileísta, Cristina se volvió inevitable. Con lo bueno y lo malo que eso representa en términos electorales.

Bueno, porque garantizaría una sólida base de votantes (¿20%?). Malo, porque tendría un techo bajo de adhesión general (¿30%?).

Lo bueno es bueno y lo malo es malo, según los objetivos que se persigan. Si lo que se quiere es ganar en primera vuelta, un 30% de votos no alcanza. Si lo que se pretende es llegar a un balotaje, tal vez sí.

...segunda fase. Es la duda que recorre al círculo rojo y a la oposición: qué pasa el 27 de octubre

En los comicios de este año, LLA obtuvo menos del 30% de las bancas en juego. Habrá que esperar al 26 de octubre para saber cuánto más le pega la profundización de la crisis económica, más el 3% del coimagate de Karina y el aportante narco de Espert.

Habrá que esperar hasta entonces para comprobarcuánto puede afectar la mezcla de crisis más corrupción. Cuánto afecta al país y cuánto la psicología de quien cree encabezar por designio divino “el mejor gobierno de la historia”.

La gravedad del daño se reflejará en la diferencia final con el 56% obtenido hace apenas dos años en el balotaje. Presentado como un plebiscito por oficialismo y oposición, dependerá de qué tan profundo es el descenso de votos para imaginar lo que sigue el día posterior a las elecciones. Y cómo llegan a 2027 dos hermanos cuyo estilo de gobernanza no admite previsibilidad ni flexibilidad.

Sin embargo, salvo una hecatombe económica y política, es de suponer que los Milei serían candidatos para competir por su reelección. Quizá con la aspiración de seguir conservando para ese momento el 30% de núcleo duro que los acompañó en las PASO y en las generales de 2023.

Terceros en juego.

Entre el peronismo que no reniega de Cristina y los Milei, aparece una tercera y hasta ahora inorgánica corriente que reniega de ambos. En ella están los líderes de Provincias Unidas (Llaryora, Pullaro, Torres, Valdés, Sadir, Vidal y Schiaretti), peronistas independientes como Pichetto, Urtubey, Uñac y Randazzo, y sectores de lo que alguna vez fue Cambiemos (Jorge Macri, Manes, Carrió, Lousteau, Larreta, Stolbizer).

Si el mileísmo y el kirchnerismo encontraran un techo que, entre ambos, no superara el 70% de votos, quienes coinciden en oponerse a ambos quizá puedan aspirar a ser los terceros en discordia. Sería una tentación para un acuerdo electoral que represente a los desencantados (o a los que nunca estuvieron encantados) con Milei y Cristina.

Las próximas legislativas les servirán para tantear sus respectivas fuerzas.

En cualquier caso, el problema seguirá siendo el mismo. Un 30% quizá sirva para acceder al poder (como fue el caso de Milei), pero no alcanza para gobernar.

Ni siquiera la adhesión de la mitad de la sociedad es suficiente para encarar un modelo de desarrollo previsible y de largo plazo. No, por lo menos, con una sociedad partida al medio, azuzada por el clima agrietado de época y por líderes que abonaron y aprovecharon la polarización.

Dos tercios.

Lo curioso, y lo que puede despertar optimismo, es que la mayor parte de los políticos mencionados en esta columna sostiene en privado la misma creencia de que el país necesita acuerdos mayoritarios que le permitan un crecimiento sustentable.

De hecho, si esa amplia mayoría debiera representar a dos tercios de la sociedad, no habría forma de lograrlo si los dirigentes de dos de los tres tercios no encontraran puntos de coincidencia.

Es posible que esos dos tercios no incluyan al mileísmo duro ni a los extremos ideológicos, pero sí a la mayoría de los gobernadores (no solo a los de Provincias Unidas), al peronismo, al radicalismo y al macrismo no mileísta, entre otros.

A todos ellos hoy los une la oposición a Milei y los separa el qué hacer con Cristina Kirchner.

Puede que ella tenga la llave para abrir el camino, aun por una motivación egoísta.

Así como en 2019 entendió que su mejor apuesta era correrse de la disputa presidencial, ahora debería ser ella quien escenificara un alejamiento público de cualquier intervención o armado electoral.

Ella lo considerará riesgoso por el temor a perder porciones reales de poder político y territorial. Pero más riesgoso es que la sigan denigrando desde un gobierno y que le cierren para siempre el sueño de recuperar algún día su libertad y cierto respeto institucional.

Por Gustavo Gonzalez / Perfil

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