


Cuando la inversión en tecnología no es todo: ¿tu equipo está listo para lo que viene?
Recursos Humanos20/07/2025




En la carrera por implementar nuevas tecnologías, muchas organizaciones corren con la mirada puesta en la meta, pero perdiendo de vista el estado real del equipo que las acompaña. La presión por subirse al tren de la inteligencia artificial, la automatización y los sistemas avanzados generan una tensión silenciosa: ¿qué tan preparados están quienes deben adaptarse a esos cambios?


La evolución de una organización no solo depende de la tecnología, sino de la manera en que las personas la implementan. Hoy, todas las empresas buscan invertir en nuevas herramientas, pero son pocas las que realmente se detienen a pensar si sus equipos están realmente listos para implementarlas.
Es indudable que la forma en que los equipos se comunican y colaboran tiene impacto directo en cómo se organizan los sistemas o productos de las empresas. Así lo demuestra la Ley de Conway, que sostiene que "cualquier organización que diseñe un sistema producirá un diseño cuya estructura sea una copia de su estructura de comunicación". Es decir, la arquitectura tecnológica que una empresa implementa no puede separarse de la forma en que sus personas trabajan, se vinculan y toman decisiones. Si los equipos están fragmentados, agotados o mal coordinados, hasta la implementación más ideada puede fallar. En pocas palabras esta arquitectura es, muchas veces, un espejo de la arquitectura humana que la sostiene.
La tecnología no se sostiene sola. Por esta razón, no alcanza con elegir la herramienta correcta: hay que mirar adentro. La velocidad de adopción no puede ir más rápido que la capacidad de asimilación de los colaboradores. Pero, en la urgencia por innovar, esta parte suele pasarse por alto y, a veces, por llegar primero, se llega mal, o no se llega.
Es importante considerar que toda transformación digital viene asociada no solo a un cambio tecnológico, sino también a nuevas o diferentes habilidades de las personas que interactúan con ella. Ninguno de los colaboradores actuales se encuentra preparado para los desafíos, por ejemplo, asociados al impacto de la Inteligencia Artificial. Mapear los conocimientos necesarios, los actuales de las personas y gestionar estas brechas con acciones de aprendizaje, permitirán que la inversión en tecnología sea maximizada.
Entonces, ¿cómo hacer que la tecnología no solo se instale, sino que realmente funcione? La respuesta no está solo en el software. Está en repensar cómo se diseñan y se viven los equipos dentro de una organización. Porque, así como existe una arquitectura tecnológica, también existe una arquitectura humana. Y es ahí donde es necesaria la aparición de roles que miren y construyan los equipos desde su base, entendiendo que cada implementación tecnológica es también una intervención sobre las personas que la llevan adelante.
Este tipo de perfiles acompañan la reconversión de las personas y garantizan que la tecnología se implemente sin generar fricciones. Al analizar y entender la estructura, pueden identificar tensiones y rediseñar dinámicas que definirán y guiarán las nuevas formas de trabajo, poniendo el foco no sólo en la transformación tecnológica, sino en el proceso que atraviesan los equipos a partir de una mirada sistémica.
¿De qué manera lo hacen? A través del diálogo constante con equipos de IT, áreas de People, líderes y founders, abordan la desalineación entre negocio, procesos y personas. Enfrentan la comunicación fragmentada, las barreras que dificultan la escalabilidad de productos y la incorporación de nuevas tecnologías, mientras trabajan sobre las causas del liderazgo disfuncional y la falta de visión compartida con estrategias de valor centradas en las personas, trazando planes de acción para sortear estos desafíos.
Porque, sin equipos sanos y de alta performance, ninguna solución escala. Quizás no se trate de correr más rápido, o llegar primero, sino de correr mejor. De alinear la velocidad del cambio con la capacidad real de las personas para atravesarlo. De entender que la transformación no empieza en el software, sino en las conversaciones. Y que, para construir el futuro, primero hay que diseñar y acompañar al equipo que pueda sostenerlo.
Nota: https://www.ambito.com/







