UCR: La fractura ya se concretó, sólo falta formalizarla
Las divisiones de la UCR, latentes desde el comienzo del Gobierno de Javier Milei, terminaron de estallar la semana pasada. La fractura ya se concretó, aunque no se haya formalizado aún. De un lado, quedaron los radicales que apoyan las políticas neoconservadoras del gobierno y que es posible que confluyan electoralmente en 2025, sobre todo en los distritos en los que Milei todavía tiene buena imagen (Córdoba y Mendoza, entre otros). Del otro lado, quedó la conducción de la UCR, que busca mantenerse a flote desde un lugar de oposición. Su principal base de sustentación son las UCR bonaerenses y porteñas, además de las universidades. No cabe duda de que estos dos sectores seguirán chocando como lo hicieron por el veto a los jubilados. Ahora, lo harán con el veto a las universidades.
Con sus más de cien años de historia, la UCR no es ajena a las divisiones internas, incluso formalizadas en rupturas en distintos partidos a lo largo del siglo XX. Personalistas y antipersonalistas en la época de Yrigoyen. "Azules" o "Galeritas" para hablar de los radicales oligarcas y más conservadores de los años 20 contra los "grises", que venían de clase media baja y se referenciaban en el conurbano bonaerense. Unionistas o intransigentes en la década infame. Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) versus Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) en la década del sesenta. Y los ejemplos siguen y siguen hasta hace unos pocos años, cuando la UCR no tenía uno, sino dos bloques en la Cámara de Diputados. Nada impide que esa situación vuelva a ocurrir.
Antes de que venga el quiebre final, es bueno tener un mapa de los grupos que conforman uno u otro radicalismo. Tentantivamente, se les puede dar un nombre de peluquería: La UCR Peluca vs la UCR Rulo.
La UCR Peluca
El que lidera visiblemente el radicalismo cercano a Milei es el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo. Esta semana que pasó fue muy explícito al describir que existen dos corrientes, ya casi irreconciliables: “Hay dos posiciones nítidas: un conjunto de dirigentes que creemos que hay que apoyar al Gobierno en el saneamiento de la economía, que no se puede esperar cuatro años y que hay que aceptar la voluntad popular de cambio, y hay un sector que en realidad tiene la conducción partidaria formal, Lousteau, Manes, que conducen los órganos formales y que tienen una posición pública totalmente distinta. Creen que esto está mal hecho, que está colapsando la economía y votan separados de los bloques y muchas de las veces votan con el kirchnerismo”, afirmó.
Cornejo sostuvo que su sector es "ampliamente mayoritario". Lo mismo aseguran los otros. Hay una realidad evidente: ninguno tiene la abrumadora mayoría de los dirientes, sino ya hubiera desplazado a la otra facción y la hubiera reducido a un grupo de marginales que protestaban por las decisiones del partido, como le pasó a los radicales que no estuvieron de acuerdo con la alianza con Mauricio Macri que se decidió en Gualeguaychú.
Hoy ninguno de los dos sectores está en condiciones de imponerse de forma total. En concreto, Cornejo no tiene el número para desplazar -como le gustaría- a Martín Lousteau de la conducción del partido ni tampoco a Gastón Manes de la Convención nacional (el organo que comenzó a repartir suspenciones y puede llegar a las expulsiones de los radicales tránsfugas). Y Manes tampoco tiene -al menos por ahora- la masa crítica para sacarlo a Rodrigo De Loredo de la conducción del bloque de Diputados. A lo sumo, puede optar por romper el bloque y volver a la situación anterior, donde existían dos bloques de la UCR, uno más acuerdista y otro más opositor. Claro que a nadie le termina de convenir eso, porque bloques más pequeños obtienen menos lugares en la Cámara baja.
Además de Cornejo y De Loredo como caras más visibles, la UCR Milei cuenta con el apoyo del gobernador de Corrientes, Gustavo Valdez, quien en los últimos tiempos estuvo con un perfil muy bajo producto del caso Loan, que nunca se resolvió. También los apoya Maximiliano Abad y Ernesto Sanz. Y, haberse embanderado, se encuentra más cerca de ese grupo el gobernador de Chaco, Leandro Zdero.
En su gran mayoría son dirigentes que vienen de provincias donde Milei tuvo una performance muy alta en las elecciones de 2023: no es casual que los dos cabecillas del grupo sean de Mendoza y Córdoba. Cuando Cornejo dice que la posición de Lousteau dejaría al radicalismo reducido a una "minoría infima", probablemente esté pensando en esos electorados y en cómo mantener su partido a flote en las futuras elecciones.
A ellos se suman los cinco diputados que dieron el salto a sacarse una foto con Milei y, dentro de ese grupo, el radical libre Mariano Campero, que también fue sin tapujos a comer el asadito, "con el débito y el vinito". Campero no muestra señales de amilanarse y dice que tomará más decisiones como la que tuvo cuando cambió su voto con los jubilados. Del otro lado, lo apuran.
"Campero, hacete cargo de tus decisiones. No busques excusas en el equilibrio fiscal ni te excuses en el kirchnerismo. Votaste la reforma a favor de los jubilados, pero inexplicablemente te diste vuelta. Ahora, con el presupuesto universitario, ¿también te vas a olvidar de ser radical?", le tiró Hernán Rossi, una de las autoridades de la Convención nacional de la UCR. El tono del mensaje es representativo del tono general de todos los intercambios entre uno y otro sector durante toda la semana pasada.
La UCR Rulo
Del otro lado, lógicamente, están Lousteau y Facundo Manes como figuras más visibles. Son quienes se mostraron más duros con los diputados radicales que cambiaron su voto, pero el cisma está claro que viene de mucho antes. El veto de Milei solo catalizó las diferencias que existían de forma subterránea. Y la decisión de darse vuelta en un tema tan sensible hizo que todos los que no son de la UCR Peluca se quisieran despegar.
Durante toda la semana los gestos fueron hiperbólicos. Por caso, el comunicado de la Convención Nacional de la UCR los acusó de incurrir “en una grave inconducta partidaria, generando un grave daño a la credibilidad y honor”. Es decir, los acusaron del peor crimen electoral: ser piantavotos. Del otro lado, sostuvieron que había sectarismo, intolerancia y que jamás se sancionó a un diputado por "votar distinto". Una y otra vez, Lousteau y cia respondieron que no fue una diferencia de criterios, sino que se trató de diputados que presentaron y defendieron un proyecto de la UCR y, ante el veto de Milei, cambiaron el voto sin demasiados argumentos y presuntamente a cambio de prebendas todavía no conocidas del todo.
Así como Cornejo explicitó la división, Lousteau trazó su propia línea: “Hay una tensión más profunda porque hay radicales que parecen estar de acuerdo con la visita de diputados a genocidas, con que el Presidente hostigue a periodistas y opositores, o que se baje el Impuesto a los Bienes Personales a costa de los jubilados”.
Si la UCR Peluca tiene su fuerte en sectores de Mendoza o Córdoba, la UCR Rulo está más claramente referenciada en la provincia de Buenos Aires (de ahí son los Manes), donde Milei está cosechando la peor imagen negativa en las encuestas. También en el radicalismo que existe en las universidades nacionales. Como referencia, se puede ver el pobre papel que hicieron el PRO y La Libertad Avanza en las últimas elecciones de centros de estudiante de la UBA. El sector que tiene la conducción del partido está pensando en esos electorados.
Además de todos los referenciados en Lousteau y en Evolución, de los diputados que responden a Manes, cerca de este otro bloque están los gobernadores de Jujuy, Carlos Sadir, y de Santa Fe, Maximiliano Pullaro. Con ellos, hay otros dirigentes como Gerardo Morales, y algunos de los históricos, como Federico Storani, Juan Manuel Casella o Luis "Changui" Cáceres.
No hay, de momento, un sector que prevalezca sobre el otro en la UCR. El escenario más problable, aunque nadie lo quiera admitir, es la ruptura formal.
Por Werner Pertot / P12