Apuntes sobre la crisis argentina 2025

Economía29/09/2025
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En esta nota presentamos algunos elementos para el análisis de la crisis –plasmada en una fulminante corrida cambiaria- a partir de la derrota electoral del oficialismo en la provincia de Buenos Aires, y provisoriamente contenida con la promesa de dólares que proveería el gobierno de Estados Unidos. Comenzamos con el contexto más inmediato, el estancamiento más que decenal de la economía argentina.

Estancamiento  

En los 13 años que van desde 2012 a 2024 el crecimiento promedio del PBI fue de apenas el 0,1%. No hubo una depresión como en 1998-2002, con una caída del producto del 16%, desempleo que alcanzó al 21%, sino un largo estancamiento con forma de serrucho, como se puede ver en el gráfico: 

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EEl estancamiento también se aprecia en el PBI per cápita:

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La situación se prolonga en 2025. A partir de abril, y luego del rebote de la actividad entre el tercer trimestre de 2024 y el primero de 2025, la economía se estancó. En julio el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) fue negativo 0,1% con respecto a junio. Es el tercer mes consecutivo negativo en la comparación mensual. El interanual fue positivo en 2,9%, pero teniendo en cuenta que se compara contra un año recesivo. En la comparación interanual (i.a), los rubros que más crecen son Intermediación Financiera, 23,2%, y Explotación de minas y canteras, 13,4%.  En contrapartida, la industria manufacturera cae 1,8% i.a. La construcción aumentó 3% i.a. lo que representa una fuerte desaceleración. De nuevo, la construcción en 2024 tuvo caídas de dos dígitos.

Por otra parte, el Índice de Producción Industrial Manufacturero en julio cayó 2,3% i.m.; y en junio otro 1,6% i.m. En términos i. a. en junio hubo una caída del 1,1%. El consumo masivo está estancado. En julio las ventas en supermercados tuvieron una caída del 2,1% i.m. y crecieron apenas 1% i.a. En julio el índice de ventas de autoservicios mayoristas cayó 6,3% i.a. y 0,8% i.m.

El estancamiento se refleja también en la utilización de la capacidad instalada promedio de la industria. En julio fue del 58,2%, un nivel inferior al de julio de 2024, que fue del 59,5%. En los sectores metalmecánica excepto industria automotriz; productos de tabaco; textiles; industria automotriz; y caucho y plástico, la utilización de capacidad es inferior al 50%. La Unión Industrial anticipa una baja de la actividad en la industria para agosto de alrededor del 3%.

Lo anterior es acorde con el índice de confianza empresarial en la industria manufacturera, que elabora el INDEC. En agosto el 50,9% de los empresarios consultados dijo que el nivel de cartera de pedidos está por debajo de lo normal, y solo el 3,7% respondió que está por encima de lo normal. El 37,7% dijo que el nivel actual de exportaciones es menor al normal. El 49% consideró que el factor más importante que limita su capacidad de aumentar la producción es la demanda interna insuficiente. Solo el 4% de los encuestados espera aumentar el número de empleados en los próximos 3 meses, contra el 79,4% que dijo que no variará y el 16,5% que disminuirá.

Salarios y empleo informal

Según Luis Campos, abogado laboralista y director del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, el salario está estabilizado en niveles muy deprimidos. Los trabajadores registrados reciben un salario 30% inferior al que recibían en 2015 (citado por N. Balinotti en La Nación, 27/09/2025). Según ATE, desde diciembre de 2017 a marzo de 2025 los salarios estatales bajaron, en términos reales, 33,8%. El empleo informal en el segundo trimestre de 2025 alcanzó al 43,2%. El empleo formal no crece. Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) los jubilados que en junio de 2025 reciben el bono tienen ingresos 15,7% por debajo del nivel del último trimestre de 2023.

Debilidad de inversiones

La inversión en el año y medio de gobierno de Milei fue débil. En 2024 hubo inversión directa entrante por US$11.644 millones, y saliente por US$2757 millones, lo que da un neto de US$8888 millones de IED en el país. En el primer trimestre 2025 la entrante fue de apenas US$644 millones, y la neta US$54 millones.

En lo que respecta a la inversión de cartera, en 2024 hubo un total de inversión saliente por US$3275 millones (o sea, argentinos que realizaron inversiones de portfolio en el exterior) y una reducción de inversiones de cartera de extranjeros en el país por US$1414 millones. En total, US$4690 millones. En el primer trimestre de 2025 la tendencia continuó, con inversiones de cartera en el exterior por parte de argentinos por un US$1806 millones, y reducción de inversiones de cartera en Argentina de extranjeros por US$748 millones. En total, US$2554 millones.

Más en general, en los últimos seis trimestres (desde 2T 2024 a 2T 2025) la relación inversión / PBI promedió 15,9%. Es más bajo que la ratio que hubo bajo los gobiernos kirchneristas –aproximadamente 19%. Como comparación, los países asiáticos, de alto crecimiento, han tenido tasas Inversión / producto superiores al 30%, incluso mayores al 40% (China), durante años.

La crisis estalló en el sector externo

Como ha ocurrido una y otra vez en Argentina, la crisis estalló por el sector externo. La idea, de Milei y los suyos, de que basta con eliminar el déficit fiscal para que haya equilibrio en la balanza de pagos, saltó por los aires. Las condiciones que determinan las posibilidades de inserción exitosa de la economía local en el mercado mundial no se reducen al equilibrio fiscal. Esas condiciones tienen que ver, básicamente, con la productividad, la acumulación de capital y el desarrollo tecnológico. Pero estos siguen ausentes en Argentina. Y la situación se agrava cuando el gobierno trata de bajar la inflación retrasando la tasa a la que aumenta el tipo de cambio con respecto a la tasa a la que aumentan los precios. Es que esa apreciación del peso no se condice con el atraso de las fuerzas productivas (contra lo que piensa buena parte de la izquierda, el tipo de cambio no es un precio que pueda establecerse a voluntad; al menos, no en el mediano y largo plazo).

Repasemos la secuencia: en diciembre de 2023 el gobierno impulsó una devaluación que tenía como objetivo principal mejorar la situación de la balanza de pagos. En consecuencia, el Índice del Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM) que calcula el BCRA pasó de 83,9 en noviembre a 124,86 en diciembre. Pero desde ese punto el índice comenzó un descenso (se aprecia la moneda), llegando a 79,7 en enero de 2025. El gobierno buscaba frenar la inflación (¿no era que bastaba con eliminar el déficit fiscal para que no hubiera inflación?). 

La apreciación del tipo de cambio fue entonces de la mano de déficits en cuenta corriente: el balance cambiario de la cuenta corriente entre junio de 2024 a mayo de 2025 fue deficitario en un acumulado de US$12.361 millones. Pasó a positivo en junio y julio por US$3553 millones (cobro de exportaciones), pero volvió al rojo en agosto de 2025 por US$1133 millones. Aunque las reservas eran fuertemente negativas, el Gobierno decidió no comprar dólares con el argumento de que toda emisión, por encima de lo que crece el producto, es inflacionaria. 

Al déficit de la cuenta corriente se sumó la débil entrada inversiones, directas o de portfolio. El gobierno trató de superarla con un blanqueo de capitales. Según ARCA, entre julio y noviembre de 2024 entraron unos US$32.000 millones. Parte de estos ingresos alimentó el crédito en dólares, pero el efecto fue momentáneo. Cuando se agotó esa fuente, el Gobierno recurrió al FMI (nueva deuda por US$12.000 millones) y otros organismos internacionales, BID y Banco Mundial. El ministro de Economía y el presidente del BCRA hicieron alarde de haber fortalecido el respaldo del peso, pero la realidad es que los dólares prestados por el FMI y otros organismos son deuda. De ahí la creciente desconfianza de los inversores. Se refleja en cómo evolucionó la compra – venta de billetes y divisas por parte del sector privado no financiero: según el balance cambiario: entre agosto de 2024 y marzo de 2025 el BCRA compró divisas al sector privado por US$2116 millones. Entre abril y agosto vendió divisas al sector privado no financiero por US$17.918 millones.   

La corrida post elecciones bonaerenses tiene pues estos antecedentes. Conocidos los resultados de las elecciones, desastrosos para el Gobierno, los inversores empezaron a salir de los activos argentinos en manada, y a cualquier precio (o sea, asumiendo fuertes pérdidas, de ser necesario). El gobierno alardeó que tenía US$22.000 millones para intervenir, pero era una bravuconada sin respaldo Los dólares que figuran en el balance del Central son prestados, o son encajes de los depósitos bancarios en dólares, o reservas por el swap con China. La crisis entró pues en una espiral ascendente, al punto que entre el 17 y 19 de septiembre el BCRA vendió US$1000 millones sin poder parar la suba del dólar, que llegó a $1500 (a comienzos del mes estaba en $1390).   

La raíz es estructural…

Enfatizamos esta idea. La debilidad de fondo tiene que ver con el atraso tecnológico, productivo. Salvo en sectores en los que Argentina tiene ventajas naturales, como la energía de Vaca Muerta, o los complejos sojero y maicero, los estándares de productividad son bajos, en relación a los internacionales. Incluso en soja, trigo y maíz la productividad está por debajo de la de los productores estadounidenses. En los cinco últimos años los rendimientos promedio de maíz fueron 7,3 toneladas por hectárea en Argentina y 11 toneladas en EEUU; en soja los rendimientos por hectárea fueron 2,6 toneladas en Argentina y 3,4 toneladas en EEUU; en trigo fueron 2,85 toneladas en Argentina y 3,23 en EEUU (“La Argentina vs EEUU: ¿estamos cerca, mejor o lejos en producción agrícola?”, G. Olivero, La Nación, 4/09/2025). Estas diferencias se deben, esencialmente, a diferencias en el grado de inversión en insumos y tecnología.     

Peor todavía es la situación de la industria. En 2022 las exportaciones industriales de Argentina sumaron US$66.788 millones, lo que representa una participación de apenas el 0,22% en el total mundial. Tomadas de conjunto, las exportaciones argentinas representaban, en 2022, solo el 0,35% de las exportaciones mundiales.

La crisis es estructural. Tiene que ver con la baja acumulación de capital. La inversión, en principio, debería tener efectos multiplicadores sobre el producto y el ingreso; y el crecimiento del producto y el ingreso debería, por aceleración, impulsar la inversión. Por lo tanto, el crecimiento de las fuerzas productivas debería generar la plusvalía que financie las nuevas inversiones, dando lugar a la reproducción ampliada del capital. De ahí la importancia de la fracción de la plusvalía que, en promedio, el capital destina a ampliar la producción. Pero en el caso argentino, buena parte de ese ahorro existe bajo la forma de activos en el exterior. Al finalizar el primer trimestre de 2025 sumaban US$448.940 millones, que equivalen a las dos terceras partes de un PBI.

… pero se agrava con los dislates mileístas

Marx decía que las crisis capitalistas son inevitables, pero pueden agravarse, y mucho, por legislaciones bancarias equivocadas (como fue la Banking Act en Inglaterra, en el siglo XIX). Algo similar podemos decir de los dislates de Milei (autoproclamado candidato a Premio Nobel de Economía) en materia de política económica. 

*La afirmación de que basta con tener equilibrio fiscal para que no haya inflación, desconociendo la incidencia del tipo de cambio en los movimientos de precios.

*La idea de que la emisión monetaria contra dólares deprecia el poder de compra de la moneda, tal como ocurre cuando se monetizan los déficits fiscales.

*La creencia de que el BCRA puede controlar la masa monetaria, desconociendo los factores endógenos de creación de dinero (por caso, creación mediante el crédito bancario). En este respecto, vale mencionar a los desarrollos de pos-keynesianos y marxistas. Pero también están los fracasados experimentos monetaristas, de la década de 1980, en EEUU y Gran Bretaña, cuando los bancos centrales quisieron controlar, siguiendo a Friedman,  la cantidad de dinero (véase, por ejemplo, M. Desai, El monetarismo a prueba, México, FCE, 1989). Incluso los economistas del mainstream reconocen que los bancos centrales no controlan la cantidad de dinero, sino la tasa de interés (véase, por ejemplo, V. Bindseil, “The Operational Target of Monetary Policy and the Rise and Fall of Reserve Position Doctrine”, ECB, Working Paper, N° 372).

*La estúpida idea de que el Gobierno (o el BCRA) puede sacar los pesos en circulación, y “secar” la compra de dólares, en una economía en la cual las mercancías (salvo la propiedad inmobiliaria) se comercian en pesos; los salarios se pagan en pesos; los impuestos se pagan en pesos; y los depósitos bancarios están mayoritariamente en pesos. Con el agregado que, del otro lado del mostrador, el Gobierno solo tiene dólares prestados. En cualquier caso, el disparate tocó un máximo cuando Milei – Caputo impusieron encajes y tasas de interés por las nubes, terminando de ahogar a la economía.

*La idea de que el capitalismo funciona de maravillas acabando con las funciones del Estado en la reproducción del capital constante “social” (por caso, la obra pública); atacando instituciones dedicadas a la investigación y el desarrollo (Conicet, Inta, Inti). O torpedeando y ahogando instituciones que participan de la preparación y conservación de la fuerza de trabajo como los hospitales y las universidades públicas.

*La exaltación del oscurantismo y la anti-ciencia, en alegre compañía con los peores especímenes de la ultraderecha internacional en cuestiones como calentamiento global, medio ambiente, o uso de vacunas.

La intervención de EEUU y el carácter dependiente de Argentina

La corrida cambiaria de septiembre amenazó con hundir al Gobierno en un precipicio. La promesa de una intervención del Tesoro de EEUU frenó, provisoriamente, la hemorragia. Aunque hasta ahora solo es una declaración, sin mayores especificaciones. ¿Es un swap? ¿A condición de que desaparezca el swap de China? ¿Se le exige al Gobierno dejar el régimen de bandas? ¿Comprará el Tesoro bonos argentinos? ¿En el mercado primario (aumenta la deuda), o en el secundario (no aumenta la deuda)? Más importante, ¿el desembolso está condicionado a que LLA gane las elecciones? Si en octubre pierde Milei, ¿vuelve todo al 8 de septiembre? Más fundamental, ¿EEUU condiciona su intervención a un trato privilegiado para las inversiones estadounidenses en minería y energía? En el plano geopolítico, ¿Washington va a convertir a Argentina en un freno a la influencia de China en la región? Son solo algunos interrogantes, pero suficientes para que, por ahora, no se pueda afirmar que la corrida haya quedado superada, o que los capitalistas decidan alguna forma de «lluvia de inversiones». Ni siquiera parece consistente la suba (rebote) de los precios de los bonos y activos argentinos. 

Por otra parte, se refuerza el carácter dependiente de la economía argentina. Una mayor dependencia que es resultado directo de la crisis. En su sentido más general, está asociada a lo que se ha llamado la huelga de inversiones: el capital no invierte en tanto considera inadecuadas las condiciones económicas, políticas y sociales para la explotación del trabajo y la reproducción ampliada del capital. La fuga de capitales es expresión de esa constricción. La capacidad de tomar decisiones soberanas por parte del Estado argentino tiene entonces esta limitación que es objetiva, ya que va asociada al poder económico del capital.   

Los condicionamientos que seguramente impondrá el gobierno de EEUU a Argentina se inscriben en esta lógica, que es la de la ganancia y la seguridad de la propiedad privada. No es la dominación que ocurre por ocupación militar, o sea, por colonialismo, sino la basada en la relación de fuerza económica. De ahí también los conflictos entre clases o facciones de clase, en disputas por las tajadas de la torta. Por ejemplo, los granjeros de EEUU y el mismo secretario del Tesoro quieren que Argentina mantenga las retenciones a las exportaciones agrícolas. Los productores argentinos, naturalmente, se oponen. Con el agregado que se benefician porque, desde la imposición de los aranceles de Trump, China bajó a cero las importaciones de soja desde EEUU. El conflicto se cruza, a su vez, con las poderosas exportadoras (Cargill, la china COFCO, Bunge, Louis-Dreyfus, Viterra) que se quedaron con la parte del león en la operación “retenciones eliminadas durante tres días”. Por otra parte, en EEUU crecen los cuestionamientos a por qué el Tesoro presta dinero a Argentina. Tensiones y conflictos que subyacen en las motivaciones ideológicas (anti-progresismo, anti-izquierda, racismo y xenofobia, apoyo al genocida Netanyahu) de Trump con Milei.

Para terminar, lo central: esta dependencia solo se puede eliminar acabando con el dominio del capital, especialmente el capital financiero en su forma monetaria, que es el que ejerce su presión de la manera más inmediata y directa cuando se producen las salidas masivas de los activos de un país. La lucha debe plantearse en términos de clase.

Por Rolando Astarita * Profesor de economía en la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad de Buenos Aires. / Sin Permiso

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