





La economía financiera de Milei es un barril sin fondo por donde se pierden miles de millones de dólares. La magnitud del drenaje de divisas, en casi dos años de gobierno, ofrece la prueba del fracaso de la política económica liberal-libertaria. El economista Hernán Letcher presentó el siguiente detalle:
- Blanqueo de capitales de agosto a principios de noviembre de 2024: 20.631 millones de dólares.
- Dólar blend (liquidación de divisas en el CCL) hasta el 14 de abril de este año: 15.124 millones.
- Emisión del Banco Central de títulos públicos Bopreales (serie 1, 2 y 3): 10.000 millones.
- Operación Repo del Banco Central con bancos privados: 3.000 millones.
- Préstamo del FMI: primer desembolso 12.396 millones de dólares y el segundo, a pesar de no cumplir la meta de acumulación de reservas, 2.069 millones.
- Emisión del Tesoro del título público Bonte: 1500 millones de dólares.
- La baja temporaria de retenciones: liquidación (anticipada) 21.687 millones entre enero y julio de este año.
- Préstamos de organismos internacionales: 6.263 millones entre abril y agosto de este año.
A estos montos se suma un superávit comercial de 18.899 millones de dólares en 2024 y de 5.071 millones entre enero y agosto de 2025. En esta semana crítica, cuando el gobierno de Milei parecía que se caía de la cornisa, se lanzó el régimen de retenciones al 0% que implica unos 7.000 millones, y se informó la promesa de un swap de monedas del Tesoro de Estados Unidos por 20.000 millones de dólares.
Los montos apuntados por Letcher brindan un total de 92.670 millones de dólares. Si se adicionan las otras cifras, la suma alcanza el impresionante monto de 143.630 millones de dólares. Descontando los dos últimos registros, aún no incorporados en la economía financiera de Milei, el resultado es igualmente impactante: en 21 meses el experimento liberal-libertario dilapidó 116.630 millones de dólares.
El ministro de Economía, Luis Caputo, prueba una vez más que es el campeón de endeudar en dólares la economía argentina.
El modelo Milei-Caputo es un fiasco
Casi nadie duda, en base a la inconsistencia del esquema cambiario y monetario de la dupla Milei-Caputo, que el saldo del despilfarro, en los próximos meses, será los mencionados 143.630 millones de dólares. Esta cifra exhibe el fiasco de la política económica de Milei, con el consiguiente costo inmenso que arrastrará durante años: la economía argentina queda sobreendeudada en dólares, con la auditoría permanente del Fondo Monetario Internacional. A lo que se agrega ahora el condicionamiento de ser deudor directo de Estados Unidos, con el potencial rol desestabilizador que tendrá la potencia mundial sobre la economía doméstica.
El modelo de Milei provoca costos devastadores: apertura comercial con atraso cambiario y fomento de la bicicleta financiera (carry trade) con el exclusivo objetivo electoral de bajar la tasa de inflación con un dólar barato. Así busca dar la ilusión de estabilidad y alimentar la fantasía de que la inflación empieza a ceder. La debilidad de este esquema cambiario-monetario se refleja en:
- El aumento explosivo de las importaciones, que se abaratan en pesos al tipo de cambio atrasado, desplazando la producción nacional y provocando cierre de empresas e industrias con el consiguiente aumento del desempleo.
- Un déficit creciente en la cuenta Servicios de la Balanza de Pagos, con un turismo emisivo que consume miles de millones de dólares.
- El incentivo para la compra de dólar ahorro.
Además, los pagos de deuda externa en moneda dura erosionan aún más las reservas del Banco Central. Es un cóctel que agrava la dependencia de la economía al financiamiento externo. En vez de fortalecer la posición cambiaria con acumulación de reservas en el Banco Central, el atraso del tipo de cambio la debilita y multiplica las necesidades de dólares. El modelo Milei-Caputo no genera divisas; las consume a un ritmo insostenible.
El rescate de Estados Unidos y el FMI no se limita a la geopolítica. Una exigencia es la liberación del mercado cambiario.
No hay dólares que alcancen con atraso cambiario y apertura indiscriminada
Una reciente investigación de la consultora Equilibra, coordinada por Martín Rapetti, aporta un insumo extraordinario para confirmar esta dinámica de sangría interminable de divisas y el fabuloso desafío que se le presenta a este gobierno como a cualquier otro.
Con supuestos muy optimistas, el estudio concluye que la economía argentina necesitará 214.000 millones de dólares entre 2026 y 2030, lo que equivale a entre 5% y 6% del PIB por año o entre 31% y 36% de las exportaciones anuales. El detalle de esa gigantesca cuenta de dólares es revelador:
- Acumulación de reservas. El acuerdo con el FMI exige que el Banco Central lleve sus reservas netas a 79.400 millones en 2030, partiendo de un rojo de -6.000 millones en marzo de 2025. Implica un esfuerzo de más de 77.000 millones en cinco años.
- Pago de Bopreales. Solo en intereses y amortizaciones sumarán alrededor de 11.000 millones.
- Ahorro privado en dólares. En un país bimonetario, el sector privado seguirá dolarizando parte de su excedente: en un cálculo conservador, unos 60.000 millones de dólares.
- Déficit de cuenta corriente. Aun con supuestos benévolos de exportaciones récord y crecimiento sostenido, se proyecta un rojo externo de entre 1,5% y 2,0% del PIB anual.
El contraste es muy marcado en relación a otros países de la región. Mientras Perú y Uruguay acumulan reservas equivalentes al 20% y 35%, respectivamente, de su PIB para administrar su flotación cambiaria, Argentina, aun cumpliendo las metas del FMI, quedaría con un nivel de reservas menor a la mitad de esos países.
El informe de Equilibra enfatiza otro punto central: en las experiencias pasadas de atraso cambiario, fue el Estado el que tomó deuda externa para financiar al sector privado. Ahora, el plan Milei-Caputo supone que será el sector privado el que consiga un flujo externo de magnitud inédita. “Nunca en la historia argentina el capital privado logró financiamiento por tanto tiempo y tanto volumen”, apunta. Pretender que lo logre ahora es una quimera.
El resultado de esta dinámica es una proyección insostenible: 214.000 millones de dólares de necesidades externas en apenas cinco años. Por lo pronto, Milei está gastando todas las vías de financiamiento externo para el sector público, hasta la de un rescate directo de Estados Unidos.
La inconsistencia del esquema cambiario y monetario de la dupla Milei-Caputo resulta en el despilfarro de 143.630 millones de dólares. Imagen IA ChatGPT.
El secretario del Tesoro de EE.UU. frenó la corrida cambiaria diciendo que "hará todo lo necesario" para salvar la economía de Milei.
El inédito salvataje lanzado por Donald Trump
En este contexto, la promesa de un viaducto de dólares desde Washington es la tabla de salvación inmediata del experimento liberal-libertario, aunque parece que, para tranquilizar al mercado, se necesitará más que declaraciones del secretario del Tesoro, Scott Bessent.
La Casa Blanca y el Departamento del Tesoro dejaron en claro que “harán todo lo necesario” para sostener a Milei. El esquema de asistencia no se limita a un swap de monedas; incluye la posibilidad de comprar bonos argentinos en forma directa o en el mercado; y una línea crediticia stand-by.
El rescate financiero de Trump y del Tesoro se ha convertido en el principal ancla de la gobernabilidad de la gestión Milei, sin el cual el default sería la próxima estación.
El salvavidas de Trump tiene un precio político y geopolítico. Estados Unidos no sostiene a Milei solo por afinidad ideológica de ultraderecha, sino porque considera estratégico desplazar a China de las áreas en las que avanzó en Argentina durante las últimas dos décadas —energía, telecomunicaciones e infraestructura— y, de este modo, enviar una señal al resto de los países de la región.
La promesa de salvataje externo no resuelve el problema de fondo: el modelo Milei-Caputo sigue siendo un barril sin fondo.
La disputa principal es con China
El swap de monedas con el Banco Popular de China, por unos 18.000 millones de dólares, está en la mira de Estados Unidos, incluso antes del regreso de Trump a la Casa Blanca.
La ofensiva estadounidense contra la presencia de China en el país incluye también los sectores energético, nuclear y de telecomunicaciones, donde la potencia asiática ha consolidado posiciones de liderazgo. El mensaje es inequívoco: el salvataje financiero de Washington no solo busca apuntalar a Milei, sino garantizar que Argentina estará fuera de cualquier influencia china. En esa disputa, Milei se ofrece como el socio dócil y funcional.
Bessent lo expresó con claridad: “Haremos todo lo necesario para sostener a este gobierno”. La frase sintetiza el verdadero contenido del rescate: un financiamiento condicionado a que la Argentina se convierta en un satélite político y económico de Estados Unidos en el Cono Sur.
Los periodistas Alan Rappeport y Colby Smith escribieron en The New York Times: “EE.UU. dijo que dará un préstamo a Argentina, lo que podría causar problemas políticos en el país”. Ofrecieron una interesante perspectiva en relación a la comparación que se hace con el salvataje a México, en 1995. Explican que Larry Summers, quien se desempeñó como secretario del Tesoro durante el gobierno de Clinton cuando se definió el rescate mexicano, dijo que la importancia estratégica de Argentina para Estados Unidos es menos evidente que la de México. “Esto es muy diferente a México”, dijo Summers. “No hay una frontera de 3.200 kilómetros, no hay un riesgo sistémico importante, y Argentina tiene deudas preexistentes, incluso con el FMI”, indicó.
Los presidentes Javier Milei y Donald Trump en una reunión relámpago en las Naciones Unidas.
Las condicionalidades económicas y el fantasma de la devaluación
El rescate de Estados Unidos y el FMI no se limita a la geopolítica. Trae consigo exigencias concretas en materia de política económica. Una de ellas es la liberación del mercado cambiario, con la promesa de que el tipo de cambio “flotará libremente”. La exnúmero dos del FMI, Gita Gopinath, fue explícita en ese sentido: sostuvo que la única manera de estabilizar es dejar que el mercado fije el precio del dólar.
Otra condicionalidad es la profundización del ajuste fiscal. Washington y el Fondo exigen no solo déficit cero, sino superávit primario permanente. En la práctica, esto significa reducir aún más el gasto público en jubilaciones, salarios estatales, transferencias a provincias y obra pública. El sacrificio social es presentado como una virtud en pos de una bonanza futura, pero, en realidad, es la condición para evitar la fuga de los inversores de activos bursátiles argentinos. La promesa de asistencia tiene así un carácter disciplinador: el Tesoro y el FMI marcan el rumbo, y Milei ejecuta.
El rescate financiero aleja el fantasma del default, pero persiste otro riesgo inminente: el de una fuerte devaluación después de las elecciones del 26 de octubre. El atraso cambiario, sumado a la presión de las importaciones y al déficit de la cuenta de servicios, empuja en esa dirección. Los dólares que supuestamente ingresarán desde Washington no alcanzarán para tapar esta inconsistencia estructural.
Habrá resistencias sociales y económicas a una profundización del ajuste. Los sindicatos, las pymes industriales, los sectores medios y las provincias difícilmente acepten una política de permanente licuación de ingresos y recorte de recursos. Esa resistencia puede neutralizar el efecto del salvataje financiero.
Ancla política y las exigencias del FMI
Hay otro punto clave para evaluar: el rescate financiero de Estados Unidos está condicionado a que Milei muestre capacidad de gobernabilidad. No alcanza con las reformas económicas. Washington necesita que Milei pueda reconstruir una base política para sostenerlas.
Por eso, la asistencia está pendiente de los resultados electorales. El Tesoro condiciona el flujo de divisas a que Milei llegue competitivo a octubre y que, luego de las elecciones de medio término, retenga un volumen de apoyo social suficiente para aplicar el programa. La ayuda no es técnica ni neutral: es política, atada a la suerte electoral de Milei y a su capacidad de disciplinar al frente interno.
El Fondo Monetario Internacional completa el cerrojo externo. Su rol en el esquema Milei-Caputo es, al mismo tiempo, aval y auditor. Los millonarios desembolsos en este año ratifican que el FMI no actúa como un organismo técnico, sino como un actor político que sostiene a un gobierno de ultraderecha aliado incondicional de los Estados Unidos de Trump.
Cada desembolso incrementa la deuda en dólares, agrava el sobreendeudamiento y compromete aún más la capacidad de repago futuro. La economía argentina queda atrapada en el círculo vicioso del endeudamiento eterno. El saldo de este esquema es demoledor. En menos de dos años, el gobierno Milei-Caputo dilapidó más de 116.000 millones de dólares. En pocos meses más, la cifra trepará a 143.000 millones. No se trata de dólares invertidos en infraestructura, desarrollo industrial o innovación tecnológica. Son dólares consumidos para sostener un modelo especulativo.
La economía argentina no solo queda más endeudada y frágil. También queda condicionada por dos tutores externos: el FMI, con su auditoría permanente, y Estados Unidos, con su capacidad de torcer decisiones de política interna.
Rumbo directo al fracaso inevitable
El último reporte de la consultora Vectorial, de los economistas Haroldo Montagú y Eduardo Hecker, evalúa el rescate de Estados Unidos del siguiente modo: “El Gobierno reconoció de hecho el fracaso del programa acordado con el FMI (hace tan solo cinco meses) al recurrir a ´un puente de dólares’ vía baja temporal de retenciones al agro y asistencia financiera de EE.UU., que incluyó swap de monedas, posibles compras de bonos y créditos stand-by, con impacto inmediato en la baja del dólar, del riesgo país y de tasas locales”.
Sin embargo, agrega que la economía real muestra signos de agotamiento: tres meses seguidos de caída mensual del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del Indec, crecimiento sustentado en sectores de escaso empleo y una industria operando en promedio al 57% de su capacidad, con derrumbe de la confianza empresarial. “La estrategia oficialista mantiene la pax cambiaria y la meta fiscal a costa de enfriar aún más la actividad, dejando abierta la incógnita de si el nuevo oxígeno externo servirá para corregir el rumbo o solo para postergar un desenlace inevitable”, concluye.
La experiencia histórica muestra que estos experimentos tienen fecha de vencimiento. La bicicleta financiera de la dictadura, la convertibilidad menemista y el endeudamiento macrista ofrecen antecedentes que duraron más que el esquema Milei-Caputo. La diferencia es que, en este caso, el barril sin fondo consume dólares a una velocidad inédita. Ese ritmo de dilapidación no se sostiene. El resultado inevitable es la implosión del modelo, con un costo social y económico enorme. La economía, sobreendeudada en dólares, con un aparato productivo debilitado y con la tutela directa del FMI y de Estados Unidos, enfrentará un futuro de extrema vulnerabilidad.
Milei se presenta como el abanderado de la libertad. Pero el legado de su gobierno será exactamente el contrario: un país más dependiente, más endeudado y más subordinado que nunca.
Por Alfredo Zaiat / El Destape





