





El ministro de Economía, Luis Caputo, admitió que no tiene los dólares suficientes para cubrir los próximos vencimientos de deuda. La señal oficial coincidió con el hecho inédito de que el tipo de cambio oficial tocara por primera vez el límite superior de la banda de flotación. Ese movimiento habilitó al Banco Central a vender 53 millones de dólares de las reservas para contener la presión cambiaria, pero al mismo tiempo reduce el margen de maniobra para enfrentar las obligaciones externas. El dólar blue, por su parte, quedó a un paso de la barrera psicológica de los 1500 pesos al llegar a venderse a 1495 este miércoles.
Cada dólar que se utiliza para intervenir en el mercado cambiario es un dólar menos para pagar deuda. El Gobierno había anunciado que el Tesoro dejaría de comprar divisas al precio actual, lo que generó mayor incertidumbre sobre cuál será la estrategia para afrontar compromisos en los próximos meses. En paralelo, las tensiones cambiarias elevaron la demanda de cobertura, y el riesgo país superó los 1200 puntos, lo que encarece aun más la posibilidad de refinanciar los pasivos.
Si el Gobierno no cuenta con los dólares para pagar vencimientos, puede optar por renovar compromisos tomando nueva deuda. En este último caso, la dificultad es la tasa de interés que debería pagar la Argentina, que se disparó por la suba del riesgo país. La posibilidad de conseguir financiamiento voluntario se reduce a un grupo muy acotado de fondos de inversión dispuestos a asumir un riesgo alto.
Las declaraciones del ministro Caputo profundizaron la sensación de fragilidad. En un encuentro con empresarios, el funcionario reconoció que el Tesoro no seguirá comprando dólares y evitó precisar cómo se afrontarán los vencimientos inmediatos. En simultáneo, trascendió que en el Palacio de Hacienda analizan cambiar la legislación vigente para poder negociar la deuda en condiciones más flexibles. La discusión incluye la posibilidad de canjes o reestructuraciones parciales que permitan estirar plazos, aunque la iniciativa todavía está en estado de borrador.
La estrategia de canjes ya había sido utilizada meses atrás para postergar compromisos en pesos. Ahora se extiende la idea de aplicar un esquema similar a los vencimientos en moneda extranjera. El problema es que los acreedores conocen la debilidad de las reservas y exigirán condiciones más duras para aceptar cualquier propuesta. La oposición política ya advierte sobre el riesgo de que el país quede al borde de un nuevo default.
En este escenario, el Banco Central busca mostrar que aún conserva capacidad de intervención. El director Federico Furiase explicó que el organismo cuenta con un “poder de fuego” de 22.000 millones de dólares para defender la banda cambiaria. Esa cifra incluye las reservas netas disponibles, junto con la posibilidad de usar instrumentos como los yuanes provenientes del swap con China o recursos de organismos internacionales. El mensaje oficial es que hay margen para enfrentar episodios de tensión, aunque los analistas advierten que se trata de un stock limitado que no resuelve el problema de fondo: la falta de dólares genuinos en la economía.
El uso de reservas para sostener el tipo de cambio permite evitar un salto brusco de la brecha cambiaria. Sin embargo, al mismo tiempo erosiona la capacidad de cumplir con los vencimientos. Según estimaciones privadas, entre octubre y diciembre la Argentina enfrenta compromisos por más de 6000 millones de dólares, lo que exige definir si se recurrirá a reservas, a canjes de deuda o a una renegociación más amplia.
A la fragilidad cambiaria se suma la tensión con el Fondo Monetario Internacional. En los últimos días renunció Ceyla Pazarbasioglu, una de las funcionarias que había sido crítica del acuerdo con la Argentina. La salida de otra integrante clave del staff del Fondo alimentó la idea de que la relación con el organismo se volvió más compleja y de que el margen para negociar futuras asistencias está cada vez más acotado. Desde Washington, el FMI reclama señales claras de acumulación de reservas y disciplina fiscal, dos condiciones que hoy aparecen lejanas en el escenario local.
El diagnóstico de los analistas es que la economía argentina transita un callejón de difícil salida. Las expectativas de devaluación ganan terreno, en un contexto en el que las elecciones recientes dejaron al Gobierno con menor poder político para impulsar medidas de fondo. En ese marco, la discusión sobre la deuda se transforma en un capítulo más de una crisis de confianza que abarca todo el programa económico.
La Argentina enfrenta un problema de solvencia que va más allá de la coyuntura. No se trata sólo de tener los dólares para cubrir los vencimientos inmediatos, sino de mostrar un rumbo que permita recuperar el acceso al crédito a tasas razonables. Mientras eso no ocurra, cada pago será una carrera contra el tiempo y cada vencimiento abrirá la pregunta sobre si el país tiene realmente la capacidad de cumplir. Por ahora, la respuesta sigue siendo incierta, y el riesgo de que la fragilidad desemboque en una nueva crisis de deuda está más presente que nunca.
Por Juan Garriga / P12





