Los consejos del Fondo y un camino hacia el abismo

Actualidad - Nacional04 de febrero de 2024
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El informe que el equipo técnico del FMI le hizo en enero al Directorio, y que éste aprobó, sobre el plan económico del gobierno de Javier Milei, expone al país a una situación conocida pero agravada por las condiciones imperantes. Describe al plan como un sendero hacia la estabilidad y el crecimiento, pero la dura experiencia indica que es un camino al abismo. No sería la primera vez que el Fondo le errase al pronosticar las consecuencias de sus recetas. La más reciente fue la catástrofe, que todavía la economía argentina padece, del acuerdo Stand By con Argentina del año 2018. Y algunas de las fórmulas fallidas de entonces, ahora se ven reiteradas en los señalamientos de la política a aplicar por el actual gobierno en los próximos meses.

El informe del staff  técnico tiene fecha del 10 de enero, después de finalizada la revisión de las metas incumplidas del anterior trimestre, pero recién se dio a conocer esta semana, después de su aprobación por el board (consejo de dirección). El análisis de la política económica del actual gobierno --una política que el FMI asume totalmente como propia-- empieza admitiendo "una fase inicial" en la que "la eliminación de los controles de precios heredados y la corrección del desajuste cambiario tendrán un impacto inflacionista y profundizarán la contracción de la actividad que ya está en marcha". ¿Hasta cuándo? 

Un acto de fe del FMI

Los técnicos del Fondo, encabezados por Luis Cubeddu, Subdirector del Departamento del Hemisferio Occidental, y Ashvin Ahuja, Jefe de la Misión para Argentina, suponen que "a medida que se apliquen las políticas económicas y se recupere la credibilidad, debería afianzarse un proceso gradual de desinflación, acompañado de un mayor fortalecimiento de la posición exterior y una eventual recuperación de la producción, la demanda y los salarios reales". 

Más que ofrecer una salida, lo que reclama el FMI es un acto de fe en políticas económicas que no son otras que el fuerte ajuste fiscal, la devaluación y el torniquete cambiario para recuperar las reservas (un cepo pocas veces visto, impuesto por quienes iban a liberar el mercado de cambios en 24 horas) y una desregulación de precios que provocó una estampida inflacionaria, que el FMI señala como "una corrección de desajustes de precios relativos".

Como, por otra parte, el mismo informe aplaude "la fuerte devaluación de mediados de diciembre" y el compromiso de las autoridades en sostener en adelante una política cambiaria que "seguirá apoyando los objetivos de acumulación de reservas", es de prever que aquella megadevaluación no haya sido la última. 

No hay que ser un experto, basta con haber vivido un buen tiempo en Argentina, para saber que una megadevaluación y una estampida de precios seguida por una nueva devaluación, conducen a la repetición del ciclo inflacionario, sin importar si en los mostradores se vende mucho, poquito o nada. 

Si no parece posible, hay que revisar lo sucedido con el precio de insumos para la construcción en diciembre y enero recientes, pese a que la actividad quedó prácticamente paralizada con los anuncios de suspensión de la obra pública. El índice del costo de la construcción marcó un salto del 30,1 por ciento en diciembre y se habría repetido en enero.

Los salarios y las "fuerzas del cielo"
Y con respecto a la prometida "recuperación de la producción, la demanda y los salarios reales", ¿cuáles serían los motores, según el Fondo? No hay mención explícita, pero se deduce del texto general del informe técnico, que de la mano de "la normalización de la producción agrícola" y el supuesto "restablecimiento de la estabilidad macroeconómica", vendría el impulso al sector productivo. ¿Suena demasiado etéreo? Será quizás una cuestión de fe creer que ese cambio de condiciones, si se diera, podría producir un repunte en la producción, la demanda e incluso en los salarios reales. 

Por lo visto hasta acá, confiar en el apoyo de "las fuerzas del cielo" ya no es una exclusividad de los líderes de La Libertad Avanza.

Por supuesto, todo esto se espera que se concrete mientras se instala el ajuste del gasto público como política permanente. "La racionalización del gasto se sustentará en la reducción de los costes administrativos, de las subvenciones a la energía y el transporte, de las transferencias discrecionales a las provincias y las empresas estatales, y del gasto en infraestructuras de menor prioridad", observa el informe técnico del FMI. Como se ve, no se trata de políticas temporarias. 

Alcanzar el equilibrio macroeconómico, y luego mantenerlo, tiene como prerrequisito, para el FMI y para el actual gobierno, la necesidad del disciplinamiento permanente del gasto y la emisión monetaria. Es decir, ni crédito barato para la producción ni estímulo de las compras del Estado. Dos argumentos más para sostener que la recesión, en este modelo, no es pasajera. Mal que le pese al Fondo, ese ha sido siempre el resultado para la actividad económica por aplicación de sus recetas. Menos verificables son los efectos positivos que esos planes prometen. 

La última gran fuga

Una de las cuestiones en las que el FMI fue flexible con el gobierno de Javier Milei, apartándose de su receta estricta, fue en la política cambiaria. Le otorgó una dispensa para que aplique una política de cambio fijo (dólar oficial) y una licencia para que convivan diversos tipos de cambio en el mercado (CCL, MEP, turista, etc), dejando para más adelante la vigencia de una libertad cambiaria absoluta con una cotización única. No es en defensa de la producción nacional  que se le otorga esa dispensa (tampoco lo pidió en ese sentido Luis Caputo), sino en virtud de la severa escasez de dólares que haría imprevisibles las consecuencias de una liberación del mercado de divisas hoy.

Sin embargo, en el horizonte el FMI  plantea ese objetivo de un mercado cambiario libre, y aplaude que el gobierno de Milei lo comparta. Así lo dice el informe técnico de enero publicado esta semana. "Es importante señalar que han abandonado el opaco sistema de control administrativo de las importaciones y han pasado a un régimen más basado en el mercado, abandonando el planteamiento anterior de intervenir en los mercados de divisas paralelos y de futuros, al tiempo que se han eliminado algunas de las restricciones para operar en dichos mercados. Se han comprometido firmemente a seguir eliminando las prácticas de divisas múltiples y las restricciones cambiarias a corto plazo, al tiempo que tratan de suprimir las medidas de gestión de los flujos de capital a medida que se resuelvan los desequilibrios y las condiciones lo permitan".

Las divisas en Argentina no sólo escasean por la dependencia externa en muchas cadenas de valor, sino por la arraigada costumbre de las clases dominantes de dolarizar sus activos y mantenerlos preferentemente en el exterior. Lo que se conoce habitualmente como fuga de divisas. El argumento de que: "Los capitalistas fugan la plata porque hay demasiadas restricciones, si no las hubieran no habría incentivo a fugar", se probó falsa y nada menos que por Mauricio Macri gestionando un programa del Fondo en 2018/19. 

Hasta el propio FMI admitió que el gran fracaso de ese plan fue que los recursos ingresados como préstamo de acceso extraordinario, se fugaron casi en su totalidad en vez de promover la estabilidad. Diversos estudios remarcaron (Karina Patricio Ferreira Lima y Chris Marsh, autores de uno de ellos) que no haber previsto que los 44 mil millones de dólares puestos a disposición del mercado, en las condiciones de aquel momento, iban a terminar fugándose fue un error grosero y demostrativo de cierta ineptitud en la elaboración del programa. 

Sin embargo, hoy en condiciones muy similares a las de entonces, el Fondo insiste en recomendar la supresión de las medidas de regulación del movimiento de capitales, dándole absoluta libertad de salida. ¿Será nostalgia por esa última gran fuga de divisas durante el macrismo, que el propio Fondo financió endeudando gravemente al país, a cambio?

Por Raúl Dellatorre / P12

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