


El "Ángel de la Muerte" en Vicente López: documentos revelan que el Estado argentino sabía quién era Josef Mengele
Historia05/12/2025




Un exhaustivo análisis de documentos históricos desclasificados sacó a la luz detalles inéditos sobre la estadía del infame médico nazi Josef Mengele en la Argentina. A partir de la orden del presidente Javier Milei de liberar cerca de 1.850 archivos sobre actividades nazis y decretos secretos entre 1957 y 2005, se pudo acceder a un expediente de casi 400 páginas dedicado exclusivamente al criminal de guerra. La investigación confirma que las autoridades locales no sólo conocían el paradero del "Ángel de la Muerte", sino que habían confeccionado un detallado perfil de inteligencia sobre él.
Mengele, tristemente célebre por sus experimentos macabros con gemelos y prisioneros en Auschwitz, ingresó al país el 22 de junio de 1949 utilizando la vía de escape conocida como la "ruta de las ratas". Lo hizo bajo la identidad falsa de Helmut Gregor, amparado por un pasaporte italiano y aprovechando el caos de la posguerra. Sin embargo, los archivos revelan que la farsa de su identidad duró poco: para 1950 ya tenía una cédula de inmigrante con su alias, pero hacia 1955 se sentía lo suficientemente seguro como para solicitar una rectificación y obtener documentos con su nombre y apellido reales.
Lejos de vivir en la clandestinidad absoluta, el criminal de guerra gozó de una vida acomodada y pública en la zona norte del Gran Buenos Aires, difundió The Jerusalem Post. Los documentos indican que se instaló en el exclusivo barrio de Vicente López junto a la viuda de su hermano, con quien contrajo matrimonio en Uruguay. Su inserción social incluía la actividad empresarial: Mengele figuraba como director de un laboratorio médico denominado Fadro Farm, ubicado en la localidad de Carapachay.
La complicidad o, al menos, el conocimiento del Estado argentino sobre su presencia queda patente en la meticulosidad de los archivos conservados. Las carpetas incluyen copias de sus pasaportes con nombres falsos, fotografías de su círculo de colaboradores, notas operativas manuscritas y comunicaciones oficiales entre funcionarios locales e investigadores internacionales. El nivel de detalle demuestra que el Gobierno tenía confirmada su verdadera identidad y sus movimientos dentro del territorio nacional.

Entre los papeles también figura el desgarrador testimonio de José Furmanski, un sobreviviente polaco radicado en Argentina que reconoció al médico. Furmanski describió ante las autoridades el horror de ver a Mengele en Auschwitz, con su uniforme de las SS y bata blanca, seleccionando a madres e hijas para enviarlas a la muerte y realizando experimentos letales. "Nunca lo olvidaremos", declaró el testigo, confirmando que la presencia del nazi en Buenos Aires era un secreto a voces para las víctimas.
El final de su estadía en Argentina se precipitó en 1959, cuando solicitó permiso para viajar a Alemania Occidental a visitar a su padre. Este movimiento alertó a la República Federal de Alemania, que pidió su extradición formal. Sin embargo, para cuando las fuerzas de seguridad argentinas se dispusieron a actuar en el domicilio registrado, el criminal ya se había esfumado, iniciando una nueva etapa de fuga por el continente sudamericano que le permitiría morir en libertad décadas más tarde.
La red de protección en Paraguay y el final en Brasil
Tras escapar de Buenos Aires, Mengele cruzó la frontera hacia Paraguay en 1959, donde encontró refugio bajo el ala del dictador Alfredo Stroessner. La conexión no era casual: las familias de ambos provenían de la misma ciudad en Baviera, lo que facilitó que el médico nazi obtuviera la ciudadanía paraguaya y viviera protegido bajo un nuevo nombre falso, mientras su familia se trasladaba a Suiza.
El cerco se estrechó nuevamente en 1960, luego de que el Mossad capturara a Adolf Eichmann en Argentina. Temiendo correr la misma suerte, Mengele huyó hacia Brasil, donde su ingreso fue facilitado por una red de granjeros alemanes simpatizantes del nazismo. Allí adoptó la identidad de Peter Hochbichler y logró mantenerse fuera del radar de los cazadores de nazis durante casi 20 años.
La vida del criminal de guerra terminó en 1979 de manera accidental, al sufrir un derrame cerebral mientras nadaba en una playa brasileña. Fue enterrado bajo el nombre falso de Wolfgang Gerhardt, y el mundo recién tuvo certeza de su destino en 1985, cuando las autoridades brasileñas exhumaron el cuerpo y confirmaron que los restos pertenecían al sádico médico de Auschwitz.
Fuente: Perfil
























