







Dicen que el expresidente Mauricio Macri piensa en Córdoba como una salida elegante de la política, casi una especie de ‘exilio' que lo aleje de la zona de fuego de las 30 manzanas que rodean al Obelisco y donde dejó de tener una influencia de peso. Dicen, también, que el oficialismo cordobés está más cómodo con la lógica de Santiago Caputo, aquella que apuesta a un acuerdo de reelección de Javier Milei y mismo premio para los gobernadores que asumieron en 2023; que con lo que piensan Karina y los Menem: aprovechar la ola violeta de las Legislativas e ir por todo en el 2027. Incluso, gobernaciones.
También cuentan que entre los operadores más activos de la interna radical están los cordobeses. Los motivos son varios y van desde lo que ocurrió en los últimos años con el bloque en Diputados conducido por Rodrigo de Loredo, pero también la opaca conducción nacional de Martín Lousteau y el crecimiento de la figura de gobernadores. Con aquellos que están al calor de Casa Rosada, como el mendocino Alfredo Cornejo o el chaqueño Leandro Zdero; y los que creen fortalecerse desde un presumible antagonismo como el santafesino Maximiliano Pullaro o el correntino Gustavo Valdés.
La paridad entre los radicales con peluca y los más díscolos con los Milei puede definirse con la rosca que hagan los cordobeses en Buenos Aires en los días previos a la elección del 12/12, Día del hincha de Boca. Club con el que, paradójicamente, simpatizan varios radicales top de la discusión nacional.
En el cierre de un cargado 2025, Córdoba se convirtió en el teatro de guerra de las principales discusiones de la política nacional. La interna libertaria tiene un fuerte correlato en la provincia mediterránea porque está clara la disputa por el alambrado y ver quién realmente logra arriar a los gobernadores del norte a Casa Rosada, donde parece que Santiago se impone a los Menem con algunos alfiles como el salteño Gustavo Sáenz; pero la franja central está peleada.
En Córdoba, el llaryorismo celebró el reencuentro con Diego Santilli, a quien Martín Llaryora conoce de la época de Juventud Peronista en la campaña de Duhalde-‘Palito' Ortega con Sergio Massa como uno de los articuladores de esa franja etaria. Pero, más allá de ese reencuentro de dos peronistas, los hechos se imponen a los gestos y, por ahora, no hay ninguna de las dos cosas con nitidez en el vínculo de Balcarce 50 con El Panal, la casa de gobierno cordobesa.
El llaryorismo celebró el reencuentro con Diego Santilli, a quien Martín Llaryora conoce de la época de Juventud Peronista en la campaña de Duhalde-‘Palito' Ortega con Sergio Massa como uno de los articuladores de esa franja etaria.
Y en ese teje, el cordobesismo dio algunas señales: Presupuesto provincial acorde con lo pedido por Nación y una fragmentación en Diputados que apuesta a esmerilar el poder de crítica del eje Pichetto-Monzó-Massot. Dicen que la realidad no está en el nombre del nuevo bloque, tampoco en la conducción; sino en el perfil. Porque la pata gobernadores de Provincias Unidas no tiene ganas de subirse al poder de fuego de los dialoguistas y ese parlamentarismo de los últimos dos años.
Los Menem reciben al gobernador Llaryora en su ingreso a la Casa Rosada LPO Juan Casas
En otras palabras, por ejemplo, Llaryora quiere negociar de manera directa las reformas laboral y tributaria, pero pispea la discusión de la otra mesa, la de las vacantes de la Corte y ahí también quiere untar el pancito para que la provincia "recupere" la silla que liberó Juan Carlos Maqueda.
Desde los despachos principales del Panal hay quienes reconocen que el post kirchnerismo también se debe construir desde ahí, en la Justicia.
Lo del PRO aburre. Esta semana, después de la expulsión cara a cara de Macri a Agost Carreño hace 20 días, el diputado revoleó un nuevo fallo de la jueza María Servini que tira abajo la intervención y lo avala al frente del partido. En una sobremesa, una fuente importante deslizó hace unos días: "a lo mejor, todo esto Mauricio lo hace para desembarcar en Córdoba. Lo de la casa en el country de Manuel (Tagle) viene bien, parece que a Juliana no le desagrada. Yo no descartaría, incluso, una candidatura de Mauricio a gobernador...", disparó frente a la sorpresa de algunos comensales, entre los que se encontraban radicales.
El interlocutor les dijo, además, que dos exministros de la presidencia de Macri están al tanto de lo que para algunos parece una locura.
Por fuera de la disputa nacional, el radicalismo cordobés tiene sus dilemas. El principal es la votación del Presupuesto de Llaryora que tiene -al igual que el año pasado- a los radicales del interior pidiendo respaldo porque es el reclamo que le hacen los intendentes y al deloredismo duro con la necesidad de rechazar para que el discurso opositor no lo acapare el juecismo.
Del tridente opositor, Juez es el único que gana centralidad con cada batalla en la Legislatura; primero, porque De Loredo no tiene el control total del bloque UCR y, segundo, porque Gabriel Bornoroni no tiene bancas en la Unicameral. Esperanza del peronismo para meter la cuña en la nueva sociedad a la hora de intercambiar votos en el Congreso: "si Juez aprieta acá, a lo mejor nosotros presionamos a Bornoroni y Milei allá", dijo un peronista.
Fuente: LaPoliticaOnline






















