El debate económico del peronismo

Economía10/11/2025
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Desde el resultado electoral, se abrieron una serie de debates acerca de qué hizo el peronismo en la campaña electoral, qué propuestas concretas tiene, y qué debía hacer hacia adelante. Esta cuestión tuvo su capítulo económico, que se disparó a partir de una declaración de José Natanson, titular de Le Monde Diplomatique. En un programa de streaming de la última semana, Natanson sostuvo: “mi propuesta para el peronismo es que conviertan a un economista como Agis, Redrado o Kulfas en nuestro Astori peronista”. “¿Letcher?”, inquirió un periodista. “No, no garantiza la confiabilidad del establishment” agregó Natanson.

El planteo puso sobre relieve una serie de cuestiones interesantes. La primera y más evidente, se vincula con la propuesta de construir “el Astori argentino” para resolver los problemas de la oposición. La solución planteada presenta un error conceptual: un proyecto de país no es un tema de nombres, sino un tema eminentemente político. Y de hecho, el rol de Astori está malinterpretado. No fue un técnico. Armó una agrupación, fundadora del Frente Amplio. En el marco de las discusiones políticas de ese amplio espacio, llegó a ser ministro y luego vicepresidente. Es un ejemplo de que lo que prima es la decisión política. Es evidente que, para ejecutar un plan económico, hay personas más o menos adecuadas a cada lugar, pero el orden de prelación es el inverso: ex ante se define la política, luego se definen los nombres.

Pero el debate, además, instaló una segunda cuestión, la de la “confiablidad” del mercado. Un proyecto político busca articular intereses, logrando que las expectativas se anclen a esa representación. No se trata de una cuestión de confiabilidad del mercado sino de representación de intereses. Un Ministro de Economía no puede ser un empleado del establishment, justamente porque no podría articular intereses ni anclar expectativas del conjunto.

En el plano estrictamente económico, el planteo original de Natanson sobrevuela una especie de “amistad” de las miradas ortodoxas con los mercados. Hay que decirlo con todas las letras: los mercados no militan. Buscan rentabilidad y está muy bien que así sea. De hecho, si en lugar de Trump, fuera Xi Jinping quien comprara pesos en el mercado, dispusiera otros USD 20 mil millones en forma de swap de libre disponibilidad y aportara otro tanto vía el Banco de los BRICS, el efecto sobre el frente cambiario no hubiese diferido sustancialmente.

La mención de Natanson y el destino del peronismo y la economía tuvo mucha repercusión en redes. Vía X, Roberto Arias (quien fuera secretario de Política Tributaria) cambió “economistas confiables” por empresarios y sugirió tres nombres como eventuales ministros de economía del peronismo futuro. Para este caso también vale el mismo análisis: no importa si es empresario o no. El tema es qué intereses representa o, lo que no es lo mismo, elige representar. De hecho, el peronismo no tuvo nunca una connotación antiempresarial. En ese sentido esta misma semana en una atinada mención, Marina Dal Poggeto - programa de Jairo Straccia- contó el caso de Miguel Miranda, a quien Perón le pidió hacerse cargo del Consejo Económico. Es un gran ejemplo porque lo que tiene valor es el ejercicio de la representación de intereses: Miranda logró que el Estado argentino se quedara con los trenes ingleses sin poner plata. No fue para garantizarse un negocio individual con el uso del Estado como herramienta. Hubo un segundo aporte valioso de Dal Poggeto en esa misma entrevista: la mención al discurso de Perón del 52 donde plantea la necesidad de un ajuste, recordándonos que el peronismo nunca fue dogmático. Por cierto, Perón no impulsó un recorte cargándose a la gente.

Ahora bien, el peronismo debe revisar varias cosas. La primera: debe reconciliarse con las finanzas. Algunos siguen nombrando a todo lo vinculado con lo financiero como “timba”. Aunque haya timberos, las finanzas son una parte central de un proyecto de país. De hecho, CEPA ha decidido, desde hace un par de años, trabajar y profundizar en los temas monetarios y financieros: este año se lanzó, en el encuentro nacional celebrado en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, el Instituto Monetario y Financiero, además de publicar quincenalmente un newsletter financiero y monetario.

En segundo orden, hay que revisar el abordaje binario sobre el empresariado, con el formato de buenos y malos. Aunque los haya de unos y otros. Los empresarios buscan rentabilidad y son parte de los intereses que se deben articular. Más aun, en el caso de las PyMEs.

Y la tercera: recuperar el diálogo con actores que piensan distinto, pero quieren una Argentina para los argentinos. Desde CEPA lo hacemos. Hay gente muy valiosa como Rapetti, Frenkel e incluso algunos más distantes de nuestro pensamiento, pero interesantes también como Melconian o Artana.

El debate de estos días también instaló “la falta de propuestas” de cara al electorado. A raíz de ello, me parece oportuno repasar los proyectos elaborados por CEPA ya en el trascurso de 2024: GNL, industrialización del Litio, electromovilidad, industria Naval, bienes de capital, plan nuclear, industria Satelital, hidrógeno, eficiencia en empresas públicas, simplificación tributaria y de Marina Mercante. No son suficientes las banderas o consignas generales, sino que la tarea implica planificación (nosotros lo planteamos en formato plan quinquenal) que determine qué hacer el primer día, qué hacer los primeros tres meses, qué hacer el primer año, qué hacer el segundo, y cómo conseguir que esas decisiones tengan impacto concreto en la vida de la gente.

La “cuestión Natanson” puso sobre relieve, además, un tema que me preocupa mucho: el del negocio de la estigmatización. A raíz de los intercambios de esta semana, una reconocida actriz argentina me escribió para decirme que le recordaba el argumento de una película llamaba “Sentencia previa”, que contaba la historia de gente a la que se condenaba previamente por algo que supuestamente iba a cometer. Lo digo porque hay una especie de mancha venenosa que se utiliza de manera peculiar: implica impugnar gente rotulando su pensamiento más allá de lo que efectivamente diga o piense. Un preconcepto que sirve para invalidar a una persona o grupo de personas. Nos ha pasado. Por eso publicamos nuestros informes popularmente. Para que se lean y para que se genere intercambio. Hay quienes, de todas formas, sin leer nuestros informes o escuchar nuestras opiniones, siguen sentenciando sobre nosotros. Ese camino es muy dañino, porque delinea una sociedad del descarte y la persecución.

Finalmente, hay algo que no suele ser parte de la agenda de ninguna propuesta económica, pero es absolutamente determinante si se quiere transformar la vida de los argentinos, y es lo que sucede con la justicia en Argentina. En lugar de proteger los intereses del conjunto de los argentinos, se repiten decisiones que apuntalan el deseo de sectores económicos concentrados e influyentes a la par de una recurrente persecución a cualquiera que no se doblega a ese funcionamiento, particularmente CFK. Hay que recordar que la justicia ha suspendido medidas como el servicio esencial en las telecomunicaciones, los topes de aumentos a prepagas y peajes o se han limitado sanciones de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia o la IGJ, muchas veces mediante amparos que son eternos.

Tengo la expectativa de aportar a un debate franco. Espero que este esfuerzo no se desdibuje con rotulaciones rápidas y fáciles tales como la “el peronismo tiene una negación sistemática de la realidad”. Agradezco esta columna semanal en Página/12 para seguir aportando en los temas económicos.  

Por Hernán Letcher / P12

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