Los reyes Milei

Actualidad08/11/2025
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En épocas de la desaparecida Unión Soviética, los especialistas estudiaban las escasas apariciones públicas del politburó en la Plaza Roja para desentrañar cuál era el equilibrio de poder en el Partido Comunista o la posición relativa de alguno de sus miembros. Cualquier cambio en la disposición en el escenario de la nomenklatura soviética era motivo de especulaciones sobre el empinamiento de este dirigente, la declinación y futuro desplazamiento de aquel. Quién de los allí formados estaba más o menos alejado de donde irradiaba el poder. Se acuñó incluso un término para esta tarea de expertos: kremlinología (a propósito, sobre el final de Funeral de Estado, el extraordinario film del cineasta ucraniano Sergei Loznitsa sobre las exequias Joseph Stalin, en 1953, hay una muy buena muestra de cómo solía disponerse el buró político del PCUS en el atrio del mausoleo de Lenin, frente a la Plaza).

Me trajo todo esto a la memoria la insufrible interna del Gobierno de Milei. El miércoles, en el acto de jura de Manuel Adorni en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, los cronistas repararon en cada gesto, cada movimiento, cada señal de los enfrentados Karina Milei, secretaria General de la Presidencia, y Santiago Caputo, asesor presidencial full time. Ubicaciones, despliegue escénico, ánimos, energías. Incluso se siguieron los movimientos de un personaje opaco, siempre oculto, como Eduardo “Lule” Menem, sobrino del expresidente, hijo del exsenador y destacado miembro del equipo de leales a la hermana presidencial.

Junto con el cierre de listas electorales y las quinielas sobre las designaciones en los gabinetes, las internas suelen ocupar los capítulos más voluminosos e insustanciales de la crónica política. Entretenimiento sobre las élites del poder, en ocasiones, son los mismos interesados quienes las alimentan. Desde las disputas entre la Coordinadora y la vieja guardia del alfonsinismo, a la guerra entre los celestes y los rojo punzó del menemismo, pasando por los santacruceños vs. porteños del kirchnerismo o la influencia del grupo sushi en el gobierno de De la Rúa.

La interna del momento al parecer se decantó por el triunfo de la secretaria General, a quien se atribuye parte del aún misterioso éxito electoral del oficialismo. ¿Podría haber sido de otro modo si la señora Milei no hubiera obtenido ese mérito? Es decir, ¿habría caído en desgracia la hermana presidencial de haber fracasado su armado político-electoral? Difícil de creer esto último si se considera su conocido ascendiente emocional sobre el Presidente, para quien ella es guía, el ser humano más maravilloso de todo el universo, el verdadero líder, Moisés. Cuestión que nos lleva a preguntarnos sobre el error de cálculo del siempre despabilado Caputo.

En su habitual columna en Perfil, Jaime Durán Barba, quien lo formó, adjudicó sin embargo a la decisión del consultor de desempolvar al Milei superstar y ponerle la campaña al hombro la victoria electoral libertaria. Es decir, para Durán Barba, el triunfo no fue resultado de ningún secreto del armado político, sino producto del regreso del personaje mediático, pendenciero y polarizador (y un poquito mejor hablado).

Hay que decir que el asesor casi se sale con la suya. Caputo convenció la semana posterior a la victoria a (casi) toda la prensa de que sería elevado a la conducción de un superministerio del Interior con amplias facultades para hacer política y manejar recursos. Más de las que hoy dispone, que no son escasas, precisamente. Fue virtualmente ministro un fin de semana. Todo indica que el Ministerio le fue ofrecido, aunque en una versión acotada, y Caputo lo rechazó. Como se sabe, allí terminará Diego Santilli, pero recién después del recambio en Diputados, el 10 de diciembre.

De modo que hoy nos encontramos con la confirmación de Karina Milei como strongwoman del Gobierno. Para Milei, “El Jefe”, como informó él mismo desde el primer momento, admitámoslo.

Entre otros méritos, Karina, el libro de Victoria De Masi, tiene el atributo para nada menor de conseguir narrar una historia atractiva sobre un personaje carente de todo encanto. Alguien que ha alcanzado la cima de la montaña institucional, por ejemplo, sin haber tenido nunca nada para decir. Una mujer con dificultades de expresión —cuenta De Masi— poseedora de una licenciatura en Relaciones Públicas, dos tecnicaturas, en Publicidad y Comunicación Social, y un diploma de Repostera Profesional, "que toma decisiones de Estado".

El retrato de De Masi, el más ajustado que se conoce de la secretaria de la Presidencia, recoge un testimonio que le atribuye a Karina Milei “la profundidad de un charco”, y que asegura: “Es más despiadada que Javier”. Relata algunos tempranos episodios de desconsideración y hasta desprecio hacia la hermana del Presidente en épocas de campaña. “Aceptaría en silencio que la subestimaran hasta cobrarse, implacable, cada desautorización”, adelanta De Masi. El libro recupera denuncias sobre el pedido de dinero a cambio de candidaturas, hoy casi olvidadas. Y descubre que, ya más adelante, “contradecir a Karina será ponerle la espalda al látigo del disciplinamiento político”. “Su técnica es inspirar miedo. Miedo, sin hablar”, dice otro testimonio.

Si como las crónicas indican, el sagaz Santiago Caputo descendió un escalón en el diseño de Gobierno, o lo borraron de la foto a la manera de los soviéticos, el poder se ha vuelto más concentrado y más endogámico. Demasiado pronto.

Por Walter Curia / Perfil

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