Comer frente a la pantalla: un hábito común con consecuencias más serias de lo que parece

Recursos Humanos16/10/2025
490090

Para muchas personas, almorzar mientras responden correos o asisten a reuniones virtuales se volvió parte de la rutina diaria. En un contexto de conexión permanente, el tiempo para detenerse a comer parece haberse convertido en un lujo. No obstante, nutricionistas y especialistas en salud mental advierten que este hábito cotidiano tiene consecuencias profundas que van desde el aumento de peso y la mala digestión hasta el estrés y la pérdida de vínculos sociales.

Comer distraído: cuando el cerebro deja de registrar la saciedad
Una de las consecuencias más significativas de comer frente a una pantalla es la desconexión con el acto de alimentarse. Al distraerse con el trabajo, el cerebro deja de registrar las señales de saciedad, lo que lleva a ingerir más cantidad de comida sin notarlo.

Un estudio de la Universidad de Bristol (Reino Unido) demostró que las personas que comen frente a la computadora "no logran recordar qué ni en qué orden comen". Esa falta de conciencia alimentaria genera una menor sensación de plenitud y puede llevar a consumir hasta 250 calorías adicionales luego de la comida, generalmente en forma de snacks o golosinas.

Masticar apurados: un riesgo silencioso para la digestión
Comer rápido y sin prestar atención también repercute en la salud digestiva. Cuando se mastica de forma insuficiente, el cuerpo debe realizar un esfuerzo mayor para procesar los alimentos, lo que puede derivar en reflujo, aerofagia o gastritis.

Los especialistas recomiendan masticar cada bocado al menos 30 veces. Este simple gesto no solo mejora la digestión y favorece la producción de saliva, sino que también incrementa la oxigenación y ayuda a disfrutar más la comida.

Efectos psicológicos y sociales de comer mientras se trabaja
Más allá de la nutrición, la costumbre de comer frente a la computadora tiene un impacto psicológico. Saltarse las pausas destinadas a comer priva al cuerpo y a la mente de un momento de descanso necesario.

Esa falta de desconexión puede aumentar la ansiedad, la irritabilidad y los problemas de concentración. Además, al reemplazar las comidas compartidas por momentos laborales, se pierde una oportunidad clave para fortalecer lazos familiares o sociales, lo que termina afectando el bienestar emocional.

Teclados contaminados: el lado invisible del hábito
El impacto no se limita al cuerpo. Diversos estudios revelan que un teclado puede concentrar más bacterias que un inodoro, entre ellas la E. coli, responsable de infecciones gastrointestinales. Comer o beber sobre los dispositivos, sumado al escaso lavado de manos, eleva el riesgo de contaminación cruzada y acorta la vida útil del equipo.

Volver a conectar con la comida
Para revertir estos efectos, las especialistas sugieren practicar alimentación consciente o mindful eating. Esta técnica propone comer sin distracciones, prestando atención a los sabores, texturas y sensaciones físicas.

También aconsejan mantener una rutina de horarios estables para las comidas y dejar de hacerlo frente a dispositivos electrónicos. En caso de no contar con un lugar específico para almorzar o cenar, alejar los alimentos del área de trabajo puede ser un buen punto de partida para comenzar a cambiar el hábito.

Nota:Iprofesional.com

Te puede interesar
Lo más visto

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email