





Argentina vive una tragedia bajo el gobierno de Javier Milei. Comprenderla en su real dimensión es una tarea ardua pero imprescindible. La complejidad es tal que ni siquiera el diario del lunes puede brindar una descripción certera del daño cultural, social, ético y de salud que el régimen actual está causando. Para una mínima aproximación, resulta útil un recorrido a través de la historia de algunos momentos de la humanidad en los que, en diferentes culturas y épocas, los pensadores han tratado de desentrañar los misterios que hay detrás de la miseria humana y sus principales variantes.
En ese sentido, a lo largo de los siglos, fue frecuente la metáfora sobre un barco, que ha servido para pensar la política como una forma de navegación en la cual, tanto el capitán como los tripulantes, juegan un papel tan crucial como cambiante de acuerdo a sus características personales y a los vientos que impulsen el navío.
En ese largo recorrido vemos a Platón – siglo 380 a.C. -, quien describe en «La República», un barco donde los marineros —los políticos— se disputan anárquicamente el mando, sin tener idea cierta de lo que es navegar. El filósofo critica fuertemente el sistema democrático de la época y, sobre todo, advierte los riesgos para el Estado de que ignorantes y desalmados oportunistas, tomen el timón.
Dieciocho siglos después, el escritor humanista satírico, Sebastian Brant, en 1494, lanza su libro “La nave de los necios” (Das Narrenschiff o Stultifera Navis) que se transformó en la obra alemana más importante del siglo XV y fue el primer best seller europeo, sólo cincuenta años después de que Gutemberg inventara la imprenta. Allí, en ciento doce versos ilustrados por grandes pintores de la época, Brant, describe una nave cargada de necios, delirantes y pecadores a punto de naufragar. Se dirige a Narragonia, la tierra de los tontos. Según describen sus comentaristas, se trata de toda la sociedad de la época, que ha roto amarras con la Edad Media y no encuentra puerto.
A su vez, quinientos años después, en Argentina, la nave es timoneada por un personaje llamado Javier Milei. Individuo extraño que se autorreferencia alternativamente en la palestina del 1393 a.C., donde se considera Aron y a su hermana la ubica como Moisés. Sobre ese pasado que dice suyo, Milei refiere que como Moisés era tartamudo, Dios le encomendó a Arón que se encargara de comunicar. Y aclara que es lo que está haciendo como presidente.
En otro momento de sus relatos en televisión y otros medios, se ubica en la Roma de Calígula (37 d.C.) como gladiador. Así, cuenta Milei que allí conoció en el Coliseo a Conan, que en esa época era un león y que en la actualidad es su querido “hijo de cuatro patas” (SIC). Según se sabe, Conan se encuentra fallecido hace años aunque Milei lo cita siempre en presente y dice estar en comunicación diaria con él.
Desde que asumió, Milei canaliza su obsesión posteando y reposteando durante largas horas diarias en las redes y, esporádicamente, alternando con visitas a la casa de gobierno. Igualmente llamativos son sus viajes al exterior a visitar sitios religiosos Hebreos y la tumba de rabinos ultra conservadores así como para recibir premios y reconocimientos ignotos de los sectores más recalcitrantes de la extrema derecha mundial.
Finalmente, desde su irrupción pública, Milei se caracterizó por su violencia discursiva (llegó a tener una causa penal en Metán, Salta, por atacar a una periodista), así como por sus referencias reiteradas a situaciones de agresiones sexuales a niñeces y mujeres adultas con especial alusión a la vaselina como lubricante. Igualmente, en algunos relatos sobre voyerismo, se ubicó a sí mismo “entre las sábanas de la señorita” (SIC) (1).
Esos episodios son sólo una muestra de múltiples disociaciones y delirios en los que, en síntesis, se autodefine como “líder mundial de las derechas”. Además, es frecuente que se refiera a sí mismo, como el “mejor presidente de la historia” (SIC).
En ese escenario tan particular e inusual, alrededor de Milei se entremezclan los discursos de personajes como Alberto Tiburcio Benegas Lynch​, conocido como Bertie. Es un diputado nacional que pregona la necesidad de alambrar los océanos para salvar a los elefantes y a las ballenas. Bertie es, además, baterista de la banda de música presidencial.
Igualmente, rodeando al presidente Milei, se encuentra Adela Bolukalo, que sostiene que la tierra es plana y propone para diagnosticar el COVID que una persona infectada tosa sobre una mesa y luego otra, sana, chupe la mesa. Eso, según ella, abarataría los costos de diagnóstico de tan grave enfermedad (2). La nombrada, conocida como Lilia Lemoine, es diputada nacional y cantante de la banda presidencial de Javier Milei en los recitales de rock.
Hay que agregar que en esa particular Armada libertaria navegan, además, personajes vinculados al narcotráfico, la pedofilia, la corrupción con medicamentos, las mega estafas y las coimas millonarias, en un listado de crímenes y personajes inéditos por su dimensión y por las complicidades involucradas.
Igualmente, una característica central de la nave de Javier Milei, es que circula a la deriva sin bitácora alguna ni lógica de navegación tradicional. Allí, el presidente es la cara visible que sólo simula llevar el timón, aunque resulta obvio que quienes en realidad lo controlan desde las alturas son los mismos dueños del poder real que han manejado los destinos del país en otras etapas lamentables de nuestra historia.
En ese contexto, aquel desagradable personaje arropado con chaleco antibalas y camperas de cuero superpuestas, conduce el país hacia un precipicio desconocido
Otro hecho insólito de la etapa es que el Estado esté en manos de un individuo que incansablemente dijo odiarlo, que expresó su decisión de destruirlo al tiempo que vociferaba reiteradamente su admiración por la mafia y por el famoso criminal Al Capone. Ese individuo, Javier Milei, hoy se vale de los recursos de ese vituperado Estado para enriquecerse junto a su círculo íntimo.
Es oportuno recordar también que desde antes de asumir la presidencia, Milei ya había dado muestras acabadas de su inestabilidad emocional y su fragilidad intelectual.
Así, baste citar que siendo diputado votó en contra de la ley que proponía brindar asistencia a bebés y niños con cardiopatías congénitas. Preguntado por la razón de semejante decisión, respondió en televisión que lo hacía porque “es un gasto para el Estado” (SIC) (3). Si bien esa convicción ya lo definía como legislador cruel y despiadado, no hubo en ese momento salud institucional para advertir los riesgos de su ascenso y evitar de ese modo que llegara al cargo actual desde donde el daño a la sociedad es infinitamente mayor que el de su actuación como diputado.
Ya presidente, su megalomanía ascendió a niveles alarmantes lo cual paradójicamente en lugar de generar el alerta y rápida respuesta de la oposición, produjo un preocupante adormecimiento institucional. Prueba de ello es que en febrero de 2024, a dos meses de su asunción, ya tenía su primer pedido de juicio político por hechos aberrantes de discriminación y alusión a la pedofilia.
En la actualidad, acumula más de diez fundadas presentaciones que resaltan su inhabilidad moral y la muy posible comisión de delitos. Sin embargo, y a casi dos años del inicio de su gestión, ni siquiera se conformó la Comisión de Juicio Político. Ello por responsabilidad directa del Presidente del cuerpo, diputado Martín Menem. Dicha maniobra, que sin dudas configura una grave irregularidad y también posible delito, forma parte de la anomia que se comenzó a instalar en el país durante la gestión de Mauricio Macri. En esos cuatro años (2015/2019) Macri instrumentó un plan sistemático de Lawfare -guerra judicial- que relativizó casi por completo la vigencia de las leyes y condicionó seriamente los siguientes ciclos gubernamentales.
Simultáneamente, se consolidó la desarticulación de los mecanismos de control esenciales para la democracia y se produjeron persecuciones políticas específicas y estratégicas. Así, el procesamiento, juicio y condena de Cristina Fernández de Kirchner, dos veces presidenta de la Nación, por hechos que no existieron, son una síntesis brutal de la irrupción mafiosa en la política del país.
Lamentablemente, como esa nueva versión del neoliberalismo no se revirtió en los años siguientes -pandemia de por medio-, arribó Milei.
Con su disruptiva estética y su permanente contradicción discursiva, el outsider se caracterizó por pronunciar enunciados que contienen una afirmación y su contraria en la misma frase. Como señala de manera brillante Rocco Carbone, refiriéndose a La Libertad Avanza: “Ahora se apropiaron de la palabra libertarios como opuesta a lxs anarquistas” …“Se dicen anarquistas porque son fascistas ”. Completando la idea, Carbone nos recuerda que Milei, en plena pandemia, recibió dos dosis de Sinopharm pero en el debate televisivo previo a las elecciones de 2021 declaró no querer inmunizarse por la “evaluación de renta-riesgo” (4)
Cabe concluir que Javier Milei, como fenómeno criminal complejo que es, personifica una síntesis inédita en el país de simbiosis entre mafia y fascismo. Así, la prédica que lo llevó al poder, de prometer destruir el Estado, es falsa. Su real sueño húmedo es reemplazar el Estado solidario y protector por uno distópico de caos y aniquilación de los sectores más vulnerables de la sociedad que tanto odia. Sólo esa interpretación corresponde ante el ensañamiento con que desde el primer día de su mandato atacó a niñeces, personas con discapacidad, jubilados, disidencias y todo aquello que no signifique la supremacía que dice representar.
Esa postura quedó registrada para la historia cuando el 14 de mayo de 2022, en la Feria del Libro de Buenos Aires, se definió como “blanco, rubio y de ojos celestes” (SIC).
De la breve recorrida en estas líneas sobre el escenario actual, surge que el presidente Milei manipula aleatoriamente el timón de un nave a la deriva. Con una tripulación de seres necios, rotos y a la vez malvados como él, está agotando los pocos recursos que le quedan. En esta instancia, tirar algún lastre -narcodiputado, por ejemplo-, no alivia demasiado la carga ni endereza el rumbo. Un presidente que no puede caminar por ninguna calle del país, está acabado. Es sólo cuestión de tiempo.
Finalmente, es de esperar una decisión de la dirigencia opositora que frene tanto dolor y barbarie y que se afiance en un Congreso que parece despertar.
Después, siempre es tarde.
Referencias:
(1) El Cronista, 27/10/2023
(2) Diario Perfil, 9/5/2024
(3) Diario Perfil, 30-11-2022
(4) La Tecl@ Eñe, Rocco Carbone, 24/8/23.
Por Carlos Rozanski * Ex Juez de Cámara Federal y ex presidente del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N.º 1 de La Plata. La Tecl@ Eñe





