Un pelado por otro

Actualidad - Nacional11/10/2025
fototapa_8

Robert Citrone no aparece en los comunicados oficiales ni suele dar entrevistas, pero su nombre se repite en los despachos donde se gestó el acuerdo entre la Argentina y Estados Unidos. Amigo personal del ministro de Economía, Luis Caputo, y viejo conocido del asesor presidencial Scott Bessent, el fundador de Discovery Capital es una pieza clave en la trama de vínculos financieros que rodea al actual gobierno. El fondo de inversión de Citrone administra un capital de 20 mil millones de dólares, y según medios especializados, gana unos dos millones de dólares por día especulando en los mercados de Argentina. Desde Connecticut, Citrone mantuvo durante años contacto con los protagonistas de un triángulo de poder que une a Buenos Aires, Washington y Wall Street. Hoy, esa relación se proyecta sobre las decisiones que condicionan la política económica nacional. Qué hay detrás del salvataje extraordinario de los Estados Unidos al Gobierno de Javier Milei. Un rescate para beneficiar a los que apuestan en el país siempre que el Ejecutivo a cargo les garantice obtener ganancias millonarias a costa del padecimiento de la población. El tráfico de influencias que les permite acceder a información privilegiada y jamás perder.

Citrone y Bessent se conocieron hace tres décadas en el fondo Quantum, la usina de inversiones creada por George Soros. Allí coincidieron también con Stanley Druckenmiller, otro de los operadores que más tarde aparecería entre los beneficiarios del rescate argentino. Aquellos años marcaron el inicio de una generación de financistas que aprendió a sacar provecho de las crisis internacionales. Cuando Soros apostó contra la libra esterlina en 1992 y obtuvo millones imaginados, varios de ellos participaron de la jugada. Entre los discípulos del magnate estaban Bessent y Citrone, convertidos en especialistas de mercados emergentes y deuda soberana, dos áreas que décadas después volverían a cruzar sus caminos en la Argentina.

La historia común se consolidó con los años. Bessent, ex mano derecha de George Soros, se convirtió en un personaje clave para el esquema económico de Milei, con llegada directa a Washington. Citrone creó Discovery Capital Management, un fondo global con foco en América latina. Desde esa plataforma, cultivó relaciones con funcionarios y empresarios del continente, incluida la Argentina, a la que visitó en varias oportunidades. En enero del año pasado declaró que “la dolarización funcionaría muy bien” en el país, aunque “no es necesaria”, y destacó la “oportunidad única” que representaba el programa económico del nuevo gobierno. En la misma entrevista, reconoció su amistad con Caputo y Bessent, a quienes definió como “dos personas de enorme talento”.

El vínculo con Caputo es anterior al desembarco de Milei en la Casa Rosada. Ambos coincidieron en el mundo de los bancos de inversión, donde el actual ministro tejió lazos duraderos con gestores de fondos extranjeros. En su paso por Deutsche Bank y JP Morgan, Caputo operó con varios de los mismos actores que hoy reaparecen como socios o aliados financieros. Con Citrone compartió reuniones privadas y coincidió en estrategias vinculadas a la deuda argentina. Para los tres, la relación trasciende lo profesional: se trata de una red de confianza construida a lo largo de décadas de negocios en común.

Más privilegiados

El resultado más visible de esa cercanía fue el acuerdo con Estados Unidos impulsado por Bessent, ex tesorero de Soros y actual asesor de Milei. Según reveló el New York Times, la operación benefició a fondos que tenían fuertes posiciones en títulos argentinos y de otros países emergentes: BlackRock, Fidelity y Pimco, además de inversores individuales como Druckenmiller y el propio Citrone. Todos ellos registraron ganancias inmediatas tras el anuncio del rescate. BlackRock, el mayor administrador de inversiones del mundo, vio revalorizarse sus bonos argentinos; Fidelity y Pimco también capitalizaron la mejora en el precio de los activos de riesgo. Discovery Capital, el fondo de Citrone, había mantenido posiciones en deuda local que se apreciaron de forma notable con el cambio de expectativas.

La prensa estadounidense subrayó que detrás del acuerdo hay una red de relaciones forjada en las oficinas del Quantum Fund. Bessent, Druckenmiller y Citrone formaron parte de ese entorno privilegiado que en los años noventa moldeó el pensamiento financiero global. Desde entonces, se movieron con soltura entre gobiernos y fondos, combinando poder político y capital especulativo. La intervención de Bessent en la negociación con el Tesoro norteamericano, respaldada por Caputo desde Buenos Aires, reeditó esa fórmula de coordinación transatlántica entre intereses públicos y privados.

En Washington, algunos legisladores demócratas pidieron explicaciones sobre los términos del rescate, señalando el posible conflicto de interés entre Bessent y los inversores favorecidos. Argumentaron que la asistencia, presentada como apoyo a la Argentina, terminó funcionando como un alivio para grandes fondos con participación en deuda emergente. En paralelo, en los mercados se interpretó el acuerdo como una garantía de estabilidad cambiaria hasta las elecciones, lo que elevó el valor de los bonos y mejoró la posición patrimonial de los gestores involucrados. Entre ellos, Citrone figura como uno de los ganadores más directos.

En el plano local, la operación fue celebrada por el gobierno como una señal de respaldo internacional, aunque sin detallar sus condiciones. Para Caputo, la alianza con Bessent y el círculo de Soros asegura un flujo de dólares y una tregua cambiaria en medio del calendario electoral. Pero el trasfondo revela otra cosa: el peso creciente de las decisiones tomadas fuera del país, en mesas donde los intereses financieros marcan el rumbo económico. Detrás del discurso sobre la confianza y las inversiones se consolida una red de viejas amistades que hoy traduce su influencia en poder político.

El más amigo

El caso de Citrone sintetiza ese fenómeno. Desde su posición de inversor global y amigo personal del ministro, representa el puente entre la ortodoxia de Wall Street y el experimento libertario argentino. Su historia, entrelazada con la de Bessent y Caputo, muestra cómo los lazos personales pueden transformarse en decisiones de política económica. Lo que se presenta como un gesto de apoyo o cooperación encubre, en realidad, una transferencia de beneficios hacia los mismos fondos que desde hace décadas lucran con la deuda argentina.

El cierre del acuerdo con Estados Unidos no solo confirmó la centralidad de Bessent y Caputo, sino también el papel de Citrone como articulador silencioso. Su presencia en el negocio, aunque discreta, revela la continuidad de un modelo que subordina la soberanía económica a las reglas del capital financiero. Como en los años de Soros, el poder se concentra en un pequeño grupo de operadores que conocen a la perfección el arte de ganar en la incertidumbre. En esa historia, los amigos de Caputo vuelven a ser los grandes ganadores.

Por Juan Garriga / P12

Te puede interesar
Lo más visto

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email