Un salvataje "MAGA" para Milei

Actualidad10/10/2025
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“Hace apenas unos años, la economía argentina estaba hecha pedazos… Un hombre comprendió que el gobierno no era la solución, sino el problema. Un hombre tuvo el coraje de defender a Argentina enfrentándose al establishment. Y ese hombre está junto a nosotros esta noche. Hoy reconocemos al presidente Javier Milei por sus incansables esfuerzos por ‘Hacer Grande a Argentina de Nuevo (MAGA)’” (1). Estas fueron las palabras del secretario del Tesoro, Scott Bessent, el 24 de septiembre, cuando Milei recibía el premio “Ciudadano Global” del Atlantic Council.

El anuncio llegó al día siguiente de un posteo de Trump en su red Truth Social. ¿En qué consiste concretamente? Se trataría de un compromiso de comprar bonos argentinos en dólares, un swap por 20.000 millones de dólares con el Banco Central, un respaldo a través del Fondo de Estabilización Cambiaria ante una crisis financiera, el anuncio de inversiones estadounidenses y un trabajo en el corto plazo para garantizar los pagos de los próximos vencimientos de deuda en caso de que Milei gane las elecciones. En paralelo, se activarían adelantos del Banco Mundial para minerales y energía, y del BID Invest para inversión privada.

 
Desde el comienzo del gobierno de Trump, existe esta voluntad de apoyar a Milei. En febrero, Trump elogió a Milei como un “hombre MAGA” durante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en Washington. En abril, Bessent declaró en una reunión con inversores que el gobierno estadounidense estaría dispuesto a ofrecer una línea de crédito a Argentina si un shock económico global amenazara su recuperación. Estas declaraciones se hicieron en las oficinas del J.P. Morgan, banco de inversión para el cual trabajaron el ministro de Economía, Luis Caputo, el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, y buena parte del gabinete económico.

Abril fue el mes clave. Bessent visitó Buenos Aires y solicitó expresamente la liberalización de las importaciones de maquinaria usada, un requerimiento que fue cumplido por el gobierno. Además, mencionó la posibilidad de eliminar barreras comerciales, tanto arancelarias como no arancelarias, y declaró que Argentina debería cancelar o reducir progresivamente el swap con China si lograba acumular reservas. Poco antes de la visita, el país había renovado un tramo del swap por 5.000 millones de dólares, lo que sugiere que al menos parte del acuerdo permanecerá vigente hasta 2026. Al mes siguiente, Mauricio Claver-Carone –enviado especial para América Latina del Departamento de Estado, que había sido destituido en 2022 como presidente del BID– declaró: “Mientras Argentina tenga el swap con China, no será libre”.

También en abril, Bessent reclamó acceso prioritario a minerales estratégicos como litio, cobre y tierras raras. Su planteo central fue limitar la presencia china en sectores considerados clave. Ese mes, la visita del jefe del Comando Sur, Alvin Holsey, a Buenos Aires y Ushuaia reforzó esa línea: buscó avanzar en concesiones vinculadas a rutas marítimas, litio y recursos minerales y tecnología nuclear. La agenda dejó en evidencia el interés de Washington por asegurarse una participación en la Base Naval Integrada y en el Polo Logístico Antártico en Ushuaia. Esa promesa comenzó a materializarse con la propuesta argentina para que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense participe del proyecto, un esquema similar al que tiene la Administración General de Puertos con este cuerpo en la Hidrovía (2).

En todas estas jugadas, China funciona como clave interpretativa de los movimientos de Trump, en sintonía con una seguidilla de gestos anti-Pekín emitidos por Milei. Al asumir el gobierno en diciembre de 2023, en efecto, Milei rechazó la incorporación de Argentina a los BRICS. Mientras negociaba la renovación del swap, anunció que viajaría a China para participar del foro CELAC-China; sin embargo, cuando finalmente se celebró, en mayo, no asistió. A esto se sumó, el 3 de septiembre de este año, la acusación del secretario de Finanzas, Pablo Quirno, contra el banco chino ICBC, al que responsabilizó por una corrida cambiaria. La narrativa oficial ha replicado el tono conspirativo que atraviesa a diversas agencias del gobierno estadounidense: presentar a China como un mal, menospreciando su peso como superpotencia y su rol estratégico como socio comercial, financiero e inversor en el país.

Lo “no dicho” del salvataje

En los análisis sobre las condiciones del rescate conviven cuestiones explícitas con otras implícitas, tanto en el plano financiero como en asuntos estratégicos más amplios. En cuanto a “lo dicho”, resulta sugestivo que la línea de asistencia anunciada por Washington ascienda a 20.000 millones de dólares, una cifra que prácticamente equivale al swap vigente con China, de 18.000 millones. ¿Busca Trump que este respaldo reemplace al mecanismo chino, tal como ya han insinuado públicamente algunos de sus funcionarios? La pregunta de fondo es si Argentina, en las condiciones actuales, está en condiciones de prescindir del swap con China.

Detengámonos en el tema. Los yuanes disponibles en el Banco Central pueden utilizarse eventualmente para el comercio bilateral con China a través de un mecanismo que evita la intermediación en dólares. En efecto, el swap chino permite que el déficit comercial con ese país no implique una pérdida directa de reservas en moneda estadounidense en aquellas operaciones comerciales bilaterales que no dependan del dólar. Actualmente, el desequilibrio comercial con China se ha profundizado, impulsado por el atraso cambiario y la apertura de las importaciones. Según datos del INDEC, las importaciones chinas aumentaron 79,4% interanual durante el primer semestre, llevando el déficit con ese país a un récord de 8.297 millones de dólares en los primeros seis meses de 2025 (3). Considerando estos datos, eliminar el swap con China, que justamente permite mitigar este déficit, sería un daño autoinfligido.

El mimetismo de Milei con Trump es funcional a la estrategia de irradiar su influencia en América Latina.

Pero lo “no dicho” constituye el núcleo del asunto. El gobierno argentino se ha autoproclamado aliado incondicional de Estados Unidos, defensor a ultranza de Occidente y representante del trumpismo en América del Sur. En esa línea, desde el minuto cero comenzó a otorgar –a través de decisiones y medidas– concesiones a Washington, por decisión propia y por convicción ideológica, comprometiendo el acceso a sectores estratégicos del país. En el rubro nuclear, avaló la solicitud estadounidense de desmantelar el CAREM (acrónimo de Central Argentina de Elementos Modulares). La empresa estatal IMPSA, encargada de producir componentes esenciales para el CAREM, fue privatizada y quedó bajo control de la estadounidense ARC Energy. Actualmente, el gobierno avanza también hacia la privatización de Nucleoeléctrica, presidida por Damian Reidel, que opera las centrales nucleares del país, lo que implicaría cancelar de hecho el proyecto Atucha III, originalmente previsto con un reactor Hualong One de China. En este proceso, el programa nuclear se ha alineado a las necesidades de Silicon Valley: el INVAP ya patentó un reactor modular pequeño (SMR) en Estados Unidos, que se proyecta construir para abastecer la energía que demandarían los centros de datos de inteligencia artificial de las grandes tecnológicas estadounidenses que, de acuerdo a los planes del gobierno, se instalarían en las regiones frías de la Patagonia. Estamos ante una “siliconización” del programa nuclear argentino, uno de los principales activos estratégicos del país (4).

En esta geopolítica de lo “no dicho”, China tiene un rol relevante: el núcleo de la competencia entre las dos grandes potencias es tecnológico. Para Washington, vetar a Pekín y ganar acceso en el ámbito nuclear argentino apunta directamente a la construcción de centros de datos e inteligencia artificial, mientras que el acceso a minerales estratégicos y tierras raras sostiene la industria 4.0 –como autos autónomos y baterías– y la transición energética –paneles solares y otros desarrollos críticos–. En suma, “las cruzadas por lo que viene” –la disputa por el poder algorítmico y cuántico– se alimentan de “las cruzadas por lo que queda” –la extracción de nuestros recursos naturales– (5).

El problema “argentino”

“Los carpinteros y los plomeros de Estados Unidos deberán revisar si vuelven a dar su apoyo a Argentina”, dijo Paul O Neill, secretario del Tesoro de George W. Bush, en enero de 2001, cuando la administración estadounidense evaluaba un salvataje al gobierno de Fernando de la Rúa. Que Argentina haya sido una fuente de problemas tanto para demócratas como para republicanos no es ninguna novedad: ambos partidos han manifestado su hartazgo a pagar con recursos propios las sucesivas crisis de deuda del país (6).

Algo similar sucede ahora. Tras el anuncio de Bessent sobre el rescate al gobierno de Milei, la Asociación Estadounidense de la Soja señaló: “La frustración es abrumadora”. Los productores agrícolas se sienten perjudicados por la guerra comercial de Trump y por la decisión de China de comprar soja a Brasil —entre enero y agosto, Brasil envió 66 millones de toneladas a China, tres cuartas partes de sus exportaciones totales—, que hoy es más barata que la soja estadounidense (7). La senadora por Massachusetts, Elizabeth Warren, escribió una carta de protesta a Bessent por el uso de “fondos de emergencia importantes para inflar el valor de la moneda de un gobierno extranjero”. La reacción el Tesoro fue irónica: “No llores por mí, Massachusetts”, le respondió, mientras le pedía al gobierno de Milei restablecer las retenciones al agro que habían sido suspendidas temporalmente.

A lo largo de la historia, el Fondo de Estabilización Cambiaria de Estados Unidos ha seguido patrones claros. Tradicionalmente, se activó en crisis financieras graves con riesgos de colapso que podrían afectar intereses estadounidenses, como México en 1995 o Corea del Sur en 1997; para proteger a aliados estratégicos, como Israel en 1985 o Egipto tras los Acuerdos de Camp David; para mantener la estabilidad regional, como Brasil en 1999 o Turquía en 2001. En el caso de Argentina, sin embargo, hay una novedad: sería la primera vez que es utilizado para bloquear a un tercer país. ¿La paradoja? Quien hoy rompe las reglas como desestabilizador global se presenta como estabilizador de una economía que él mismo ayudó a estrangular con megaendeudamientos recurrentes.

El MAGA de Milei

El alineamiento del gobierno de Milei no es uno más. Es un “Mega Alineamiento Geopolítico Absoluto” (MAGA), sin precedentes en la historia argentina y sudamericana, tanto por su alcance como por su intensidad y su carácter. Su alcance se evidencia en la penetración en todas las áreas del gobierno, llegando incluso al cogobierno, e incluye la designación de un embajador que se pronuncia abiertamente sobre asuntos internos y judiciales. Su intensidad, en tanto, se refleja en la convergencia con Estados Unidos en todos los ámbitos, incluida una afinidad inédita en las votaciones de la ONU, con una coincidencia total del 82% (récord histórico, superior incluso a la era Menem). Esta ultra-simpatía resulta aun más notable al compararla con el promedio de América Latina y el Caribe, que acompañó a Washington solo en el 41% de las votaciones (8). Por último, su carácter es personalista: busca una participación directa en el armado internacional trumpista a través de vínculos partidarios e informales, como los intercambios en la CPAC o la participación en redes de financiamiento altamente sospechadas por el origen de sus fondos.

A esto se suman dos novedades extravagantes: la primera es la postura abiertamente anti-China, que ni Jair Bolsonaro adoptó plenamente. Aunque en su momento el líder brasilero viajó a Taiwán en campaña y tuvo fuertes disputas con China durante la pandemia, nunca habilitó vetos explícitos contra China en Brasil, ni retiró a su país de los BRICS. La segunda novedad es que Milei representa una ruptura total con una tradición: ni Menem ni Macri alcanzaron un alineamiento tan concentrado hacia un solo polo –pro-Estados Unidos, pro-Trump y anti-China– sin calibraciones o compensaciones regionales. A diferencia de los tiempos de Menem, quien profundizó el Mercosur con Fernando Henrique Cardoso, o la coordinación de Macri con Michel Temer y Bolsonaro, Milei no muestra ningún atisbo de aproximación a Brasil ni a la región. Por el contrario, el gobierno argentino ha actuado como un obstruccionista funcional a Washington en todas las reuniones de CELAC, antagonizando activamente y sirviendo como instrumento de la estrategia de polarización de Trump en América Latina.

El mimetismo de Milei con Trump es funcional a la estrategia de irradiar su influencia en América Latina y presentar a Argentina como un modelo de alineamiento –el MAGA– para otros líderes de la derecha radical o conservadora con expectativas de éxito electoral: la segunda vuelta de Bolivia en octubre y las elecciones de Chile en noviembre, y en Colombia, Brasil y Perú el año próximo. El salvataje a Milei es un mensaje al MAGA sudamericano: el apoyo –y posibles incentivos o “zanahorias”– estará disponible para quienes se ofrezcan como aliados en la cruzada contra China, mientras que quienes no lo hagan, o se opongan, recibirán castigos.

Como se evidenció en el discurso ante la ONU, Milei ni siquiera utilizó el limitado tiempo de quince minutos para exponer la agenda nacional; en cambio, se dedicó a alabar a Trump, afirmando que está “reestructurando el comercio internacional”, cuando en realidad trastoca sus reglas. Tampoco puede llamarse “concesión” a la entrega de decisiones estratégicas en materia de desarrollo, defensa o inteligencia a una potencia a cambio de liquidez financiera de corto plazo. Por eso, este mega-alineamiento es inédito en todos los sentidos: representa la magnificación de una posición suicida para los intereses del país.

1. Declaraciones del secretario del Tesoro, Scott Bessent, en el Atlantic Council Global Citizen Awards, en https://home.treasury.gov/news/press-releases/sb0263
2. Los detalles de la reunión de Javier Milei con un jefe militar clave de Estados Unidos se pueden leer en: https://tn.com.ar/politica/2025/04/29/los-detalles-de-la-reunion-de-javier-milei-con-un-jefe-militar-clave-de-estados-unidos/?outputType=amp
3. Esteban Rafele, “El reino del revés: Donald Trump y el préstamo del FMI financian el boom de importaciones chinas”, Letra P, en https://www.letrap.com.ar/economia/el-reino-del-reves-donald-trump-y-el-prestamo-del-fmi-financian-el-boom-importacioneschinas-n5417842
4. Verónica Ocvirk, “Mentiras y verdades del ‘plan nuclear’ de Milei”, El Dipló digital, https://www.eldiplo.org/notas-web/mentiras-y-verdades-del-plan-nuclear-de-milei/
5. Bernabé Malacalza, Las cruzadas del siglo XXI, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, octubre de 2025.
6. “¿Qué se juegan Bush y O’Neill con la Argentina?”, Página/12, 8 de enero de 2001, en https://www.pagina12.com.ar/2001/01-08/01-08-26/pag15.htm
7. US soyabean farmers squeezed as China blocks imports and stockpiles rise, Financial Times, https://www.ft.com/content/b920c4c4-dcd7-4d5b-9a56-fc5cc1c994c4
8. Report to Congress on Voting Practices in the United Nations for 2024 Public Law 101-246 31, https://www.state.gov/wp-content/uploads/2025/07/Voting-Practices-in-the-United-Nations-for-2024.pdf

  * Investigador del CONICET-UNQ y profesor en la Maestría en Estudios Internacionales de la UTDT. / Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
 

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