El capitalismo financiero no gana elecciones

Actualidad25/09/2025
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El viernes cayeron las acciones y los bonos argentinos, el dólar rompía la banda y el Banco Central perdía más de 600 millones de dólares. El color rojo se ceñía sobre todos los indicadores bursátiles, dando una imagen de alarma y caos. Ayer, un día hábil después, luego de un anuncio de un posible préstamo del Tesoro Estadounidense, todos esos mismos indicadores se pintaron de un esperanzados verde esperanza.

Bajó el dólar y el riesgo país, los mercados se calmaron. Periodistas oficialistas siguieron la ciclotimia financiera con opiniones opositoras al principio después de la derrota en la provincia de Buenos Aires y luego volvieron a la obsecuencia rutinaria. ¿Javier Milei ya salió de la crisis? ¿Ahora que los mercados se calmaron se encamina a una victoria electoral? Como se dice a modo de chiste en las ciencias sociales, “es un poco más complejo”.

Si hay alguien que sabe de elecciones en este país es Jaime Duran Barba. Tuvimos la suerte de tenerlo ayer en el programa y nos dio su pronóstico electoral en medio del anuncio del nuevo préstamo del Tesoro norteamericano. "Nadie sabe qué es el riesgo país. A la gente le importan otras cosas, como que el Presidente haya polemizado con un niño autista, porque eso no llega a la cabeza, llega al corazón, al lado del cerebro donde están los sentimientos", expresó. 
 
"A la gente le preocupan los hospitales y los enfermos en general, y los niños en particular. No les interesa teóricamente; sienten. Hay niños que se están quedando sin hospital porque el presidente les cortó los fondos del Garrahan. ¡Qué brutalidad! Yo por eso no voto", agregó el analista.

 
Vamos a intentar explicar la relación que hay entre el mundo del capitalismo financiero, la llamada economía real y las elecciones. La primera confusión resulta de confundir “los mercados” con El Mercado, que somos todos nosotros dándole valor a cosas físicas reales que compramos y vendemos todos los días y en nuestro intercambio asignamos valores a través de nuestras preferencias. Esa es la economía real.

Los mercados, como generalmente se llama a los diferentes mercados financieros, papeles que representante valores que suben y bajan. Pueden ser acciones, bonos, oro o monedas de países cualquier forma de representación de valor sin que sea la cosa material que le da valor en sí. La esencia de estos llamados mercados es que tienen que poder subir y bajar para poder hacer ganancia con la diferencia, lo importante para ellos es el cambio del valor para poder especular vendiendo antes de que baje y comprando antes de que suba, y haciendo que baje y que suba para hacer esas utilidades.

Para los llamados mercados, que nada tiene que ver con el mercado verdadero, la política es siempre una oportunidad de ganancia, tanto sea buena o mala para los llamados mercados. Porque lo importante para ellos es interpretar antes que efecto tendrá en estos papeles y pueden ganar mucho hasta con bonos basura. En general ganan más con aquello que es más volátil porque fluctúa más y su negocio es la fluctuación. Cuanto peor, mejor. Ganan más con aquello que tiene volatilidad, y menos con, por ejemplo, los bonos del Tesoro norteamericano, que no se mueven nunca.

Cuando se produce como ayer una suba de estos mercados no hay un incremento de los negocios que generen dólares genuinos. ¿Cuál es el problema de todo esto? Que todos estos préstamos apuntan a solventar las ganancias de quienes son propietarios de los bonos y en algunos casos de los accionistas de las empresas. Pero la enorme masa de argentinos que producen y viven de la llamada economía real, la que genera la riqueza que luego es el sustento del sistema financiero, ven como efectivamente su día a día empeora.

Con esto no queremos demonizar ni al sistema financiero ni al mercado. El crédito es esencial para la economía y el mercado somos todos. Somos las empresas o personas físicas pidiendo un préstamo, un ahorrista que compra dólares, es una empresa que vende sábanas y cobra por día en un barrio y los grandes grupos de inversión. Todos los que producimos, compramos y vendemos somos el mercado.

El sistema financiero es la parte de la economía que compra y vende instrumentos bursátiles. Acciones, bonos y otros instrumentos cuya ganancia tiene que ver con múltiples fluctuaciones, pero en definitiva depende de que el mercado, de que la economía real, funcione. No hay acciones de una empresa que no existe, ni bonos de una comunidad en medio de la Amazonas que no tiene moneda.

El gobierno de Milei no es exactamente un gobierno promercado en este sentido, es un gobierno prosistema financiero. Esto no es esencialmente malo, solo que es sesgado, porque justamente la base sobre la que se sostiene este, como dijimos, es el mercado, la producción y el empleo real.

Voy a contar un chiste que se les cuenta a los estudiantes de economía. Un señor tiene una cantidad de latas de sardina y se las vende a otro señor. Ese señor que las compra hace un fideicomiso sobre las latas y obtiene un crédito, dejando las sardinas como ganancia. El fideicomiso es la ganancia que va a obtener el día que se vendan las sardinas. Luego, otro señor compra el fideicomiso y lo coloca como un colateral, como una garantía de un préstamo directo. Así, la historia continúa hasta que un señor compra el préstamo con el cual se obtiene derecho al fideicomiso, con el cual se obtiene derecho a las sardinas, abre una lata, se come una sardina y se muere. "No eran para comer. Eran para comprar y vender", dice otro señor.

En la era del capitalismo financiero, el mundo económico se parece cada vez más a lo que Zygmunt Bauman llamó "la modernidad líquida". Así como los vínculos humanos se vuelven inestables, temporales y flexibles, el dinero también adquiere un carácter fluido. La liquidez financiera no es más que la capacidad de transformarse rápidamente en efectivo, de moverse velozmente de un mercado a otro, de ser intercambiado sin fricción.

Este concepto conecta con la teoría del sociólogo polaco: el capital ya no necesita aferrarse a un lugar ni a un proyecto concreto, se desplaza como un río invisible, adaptándose al terreno que le convenga, con la misma facilidad con que el posmodernismo transita la incertidumbre y la fragmentación. "Liquidez" es la palabra que se utiliza en los mercados financieros, y "líquido" es la que utilizó Bauman para describir la época posmodernista.

Pero la liquidez no es el final de la metamorfosis. La especulación y los instrumentos financieros más sofisticados llevan al capital al terreno de lo gaseoso, es decir, a la volatilidad: valores que suben y bajan sin que haya un ancla en la producción real, en la materia. Los activos financieros pueden dispararse o desplomarse de la noche a la mañana, sin que haya un solo fierro, un campo sembrado o un mineral que lo sostenga. Es la antítesis de lo sólido. Mientras la industria, la minería, la agricultura y la infraestructura mantienen un peso tangible, el dinero financiero flota, se evapora, cambia de forma y se desplaza al compás de la liquidez y de la percepción del mercado.

La analogía con los estados de la materia es clara. El capital sólido es la economía real, pesada y tangible; el capital líquido es la capacidad de movimiento, de adaptación veloz; y el capital gaseoso es la especulación extrema, la volatilidad que parece no pesar, que se mueve por la percepción, por la expectativa, por el temor o la euforia, ajeno a la producción concreta. El posmodernismo económico, entonces, se reconoce en esta transformación: un mundo donde lo real pesa menos que lo financiero, donde la economía líquida y volátil dicta la agenda, y donde la solidez se ha vuelto una excepción en un océano de flujos intangibles.

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Karl Marx decía que la existencia determina la conciencia. Es decir, la forma en la que vivimos y trabajamos forja nuestras percepciones y nuestra cosmovisión del mundo. Ya dijimos que el sistema financiero se dedica a mirar las fluctuaciones, y en el peor de la casos a tratar de producirlos para especular en la economía y la política para comprar y vender significantes monetarios en todas sus formas para tratar incrementar sus ganancias en el traditio, el intercambio. Por eso se los llaman traders, a diferencia del capital industrial, que necesita de años de inversión y desarrollo en un mismo lugar. Sin embargo, el sistema financiero es espasmódico y fluctuante.

Ni siquiera es que un día estén contento con Milei, a la semana siguiente enojados y a la siguiente contentos de vuelta. No les importa Milei ni el futuro de sus políticas, sólo si pueden ganar dinero vendiendo o comprando en función de lo que hagan los Mileis del mundo. No apoyan cuando compran ni dejan de apoyar cuando venden, sino que ven oportunidad de ganar haciendo una u otra operación. solo eso. "Apoyar" es un término del orden moral y el mundo financiero no tiene incorporada esa ontología.

Pero más allá de lo que cada inversor cree personalmente, lo que ven en Milei o en cualquier político es un factor que pueden incrementar o perjudicar sus ganancias. Los políticos no son ni buenos ni malos son una oportunidad de negocio, pueden ganar con Luiz Inácio "Lula" da Silva y Cristina Kirchner como perder con Mauricio Macri y Milei si no se entra y sale a tiempo.

El mejor ejemplo es el propio Donald Trump, quien en Estados Unidos quiere prohibir los balances trimestrales de las empresas norteamericanas pasándolos a semestrales y anuales. Sostiene que son nocivos para las propias empresas porque sube y baja, generando inestabilidad y obligando a los gerentes generales de las empresas a estar solo focalizados en el cortísimo plazo favoreciendo a quienes especulan con esas subas y bajas. Dicho sea de paso, "especular" viene del latín, como "espiar".

Por todo esto, las lucecitas verdes en los tableros bursátiles pueden significar un buen clima en los mercados, pero todavía la vida del día a día es muy difícil para que Milei gane las elecciones. Esto no es lineal, el propio Sergio Massa con una economía terriblemente complicada ganó las elecciones de octubre del 2023 y estuvo a solo tres puntos de ser presidente.

Pero para esto hay que convencer a buena parte de la sociedad que hay una batalla decisiva por el futuro, que hay buenos y malos y que se intenta detener al mal encarnado en los rivales. Se debe envolver a la sociedad en una narrativa. Esto es exactamente lo que busca hacer Milei. ¿Podrá lograrlo? Parece poco probable, porque en ese plano, como decía Duran Barba, también ha recibido derrotas. Es difícil que Milei convenza a la sociedad de que “él es el bueno” cuando se enfrentó a discapacitados, jubilados y a la educación pública, este último un valor de primer orden en la sociedad argentina por la movilidad social ascendente que ha generado.

En este plano, Milei se juega el todo por el todo. Pidió un préstamo al Tesoro, bajó a cero las retenciones para que el Agro liquide dólares y tenga como calmar a los mercados y sostener el valor del dólar hasta las elecciones y se puso al frente de la campaña. Si obtiene una derrota en octubre, ¿qué pasará con el préstamo de Estados Unidos y en consecuencia con el mismo mercado que hoy le da lucecitas verdes? Probablemente, si esto fuera así, todo se derrumbaría como un castillo de naipes.

Es terrible decir esto, pero no es menos cierto porque no lo digamos nosotros. Espero que estemos equivocados, aunque es difícil pensar esto luego de ver la reacción de los mercados a la derrota bonaerense. No es el “riesgo kuka”, cómo dice Milei. Es simplemente que los inversores saben que están haciendo negocios con los bonos sobre la base de un plan inconsistente que será dejado atrás en un eventual cambio de gobierno, o incluso en este mismo si pierde las elecciones. Los mercados tienden a irse cuando Milei pierde poder político porque entienden que se termina una situación de extrema singularidad que los beneficia.

¿Finalmente, qué diferencia hay entre un riesgo país sea 1.700 o 1.100? ninguna concreta porque por menos de 600 (6% arriba de los que pagan los bonos de EE. UU. que es 4% en total 10% anual de interés) Argentina ni nadie puede endeudarse porque los intereses harían impagable el crédito.

Otro elemento paradójico es el calco de la movida internacional antes de cada elección. Un mes antes de las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires, en mayo pasado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) le otorgó 20 mil millones de dólares y le desembolsó los 14 mil millones. Ahora, un mes antes de las elecciones de octubre se repite con el Tesoro norteamericano. ¿Este envión se consumirá en la misma cantidad de meses? Podríamos hacer un gráfico mental donde los dólares que entraron por el blanqueo les duraron 6 meses, los del FMI de abril le duraron 5 meses. ¿Los del Tesoro le durarán hasta el verano?

Paralelamente, hay una contradicción entre dos tesis. La primera es la del problema del "riesgo kuka". Es decir, que gane la elección la oposición a la que se ele asigna el término "kuka" por cucarachas, no sólo por kirchneristas. El segundo es que no sea el "riesgo cucaracha", sino que el sea problema es la inconsistencia del plan de Milei. Si es 1 y se pierden las elecciones de octubre se cae todo. Y si es 2, aunque gane las elecciones de octubre no durará

"Euforia" es otra palabra que refleja la esencia implícita de la naturaleza de estos mercados financieros. "Eu" es la raíz griega de felicidad. Es un exceso de felicidad y lo contrario es la depresión, hoy hay euforia el viernes había depresión, lo que indica el carácter bipolar que les da sustento. Es intrínseco a sí mismo. Otra palabra repetida es "volatilidad", que resulta la mejor representación de cómo lo sólido primero se convierte en líquido y luego directamente en gaseoso, al no tener materia y carecer de peso. Quienes terminan careciendo de peso somos los representados por esos papeles que indirectamente nos significan. Ellos son el significante y nosotros el significado, independientemente de lo que hagamos.

Sin duda la expansión del capitalismo financiero ha cambiado a la forma de vida en el capitalismo actual. La caída de los bonos o las acciones termina teniendo un impacto en la economía real, que hace que todos vivíamos en una montaña rusa que se parece cada vez más al capitalismo financiero mismo que al real de lo sólido.

Probablemente esa incertidumbre sobre el futuro, esa liquidez de la vida cotidiana, sean la condición de posibilidad de líderes extremos como Trump o Milei. El mundo va cambiando cada vez más aceleradamente y desde el periodismo tenemos la tarea de tratar de entenderlo y narrarlo mientras se transforma.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi / Modo Fontevecchia

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