Vehículo eléctrico: pioneros y rezagados

Actualidad - Internacional26/06/2025
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Mi columna en Invertia de esta semana se titula «La interesantísima adopción del vehículo eléctrico», y pretende hacer una crónica de lo que está sucediendo en los mercados de automoción más evolucionados frente a los más rezagados.

Mientras países como Noruega o China abrazan el coche eléctrico con el entusiasmo de quien ha entendido claramente la disrupción y sus razones, otros, entre ellos España o los Estados Unidos, continúan mirando al retrovisor y aferrándose a absurdas tecnologías de transición como los híbridos que ya nacen viejas.

Resulta especialmente revelador comprobar cómo los vehículos eléctricos de gama alta de los fabricantes tradicionales se están estrellando en el mercado: el Mercedes-Benz G580, el Porsche Taycan o el Audi Q8 e-tron acumulan ventas sumamente discretas, fuertes depreciaciones y, en el caso de Audi, hasta cierres de sus líneas de producción. La razón no es un escaso apetito por los eléctricos – las matriculaciones mundiales crecen a doble dígito – sino la torpe adaptación de unas marcas que han creído que bastaba con poner una batería dentro de un chasis pensado para combustible. La realidad es que esos modelos heredan peso, precio y aerodinámica de la era fósil, y se quedan a medio camino frente a los nativos eléctricos que optimizan cada componente para eficiencia y coste.

China está mostrando justo lo contrario: fábricas concebidas desde cero para eléctricos que se han convertido en polos de atracción turística. Visitar la planta de Xiaomi en Beijing exige ganar un sorteo contra decenas de miles de solicitantes, y una vez dentro el visitante descubre líneas que alcanzan un 91% de automatización, con robots trabajando en penumbra y prácticamente ningún operario humano. El fenómeno convierte la fabricación de vehículos en espectáculo, y refuerza la idea de que el vehículo eléctrico es tan tecnológico como un smartphone: rápido de fabricar, escalable y, sobre todo, cada vez más barato, hasta el punto de que los vehículos eléctricos chinos han duplicado su cuota de mercado en Europa a pesar de los aranceles. China adquiere uno de cada dos vehículos eléctricos fabricados en todo el mundo: pronto veremos la evolución de sus cifras de contaminación.

Ese contraste explica también el inesperado regreso de los híbridos en los mercados que dudan. En Estados Unidos, los híbridos han alcanzado el 14% de todas las ventas de vehículos ligeros en el primer trimestre de 2025, el doble de la cuota de los eléctricos puros. Los compradores parecen percibir los híbridos como solución «sin enchufes», los legisladores los bendicen como opción políticamente neutra y los fabricantes los aprovechan para seguir alargando la vida de sus desfasados y no competitivos motores de combustión. Mientras los vehículos de combustión se mantienen prácticamente en el mismo nivel de rendimiento que hace años con mejoras únicamente incrementales, las baterías siguen evolucionando sin parar e inaugurando constantemente nuevas avenidas para la mejora. Pero esa apuesta solo retrasa lo inevitable y mantiene la complejidad mecánica (dos sistemas de propulsión bajo el mismo capó) que los eléctricos consiguen eliminar.

En España, el argumento cultural y los mitos pesan más que los argumentos tecnológicos: disponemos de tarifas nocturnas baratas, de un país con distancias perfectamente asumibles por los actuales packs de baterías, y de una red de carga que crece a buen ritmo. Sin embargo, mientras sigamos hablando de «ansiedad de autonomía» o dejemos que los concesionarios empujen híbridos con más reparaciones y mayor margen para ellos, seguiremos en el vagón de cola. La experiencia de los mercados líderes demuestra que el punto de inflexión llega cuando regulación, infraestructura y narrativa se alinean, y que a partir de ahí la adopción se dispara casi por inercia. Esa es la tesis central de mi columna: entender la electrificación no como futuro lejano, sino como presente que avanza a distinta velocidad según la valentía (o la miopía) de cada mercado.

En un mundo hiperconectado en el que la información está a un clic de distancia, resulta difícil entender por qué algunos van ya en silencio por el carril rápido mientras otros siguen gastando absurdamente y revolucionando motores en la gasolinera. Pero como Rogers bien modeló en su curva, hay pioneros y hay rezagados, y cuestiones que escapan a la razón y se adentran en los temores más arcaicos del ser humano y del miedo a lo desconocido. Qué le vamos a hacer.

Nota: https://www.enriquedans.com/

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