





El tipo de cambio mayorista acumula en lo que va de junio una baja de más del 2 por ciento y se ubica en torno de los 1160 pesos. Si bien esta cifra sigue lejos de perforar los 1000 pesos que anhela el gobierno para empezar a comprar reservas en el mercado de cambio, el valor real del dólar se parece cada vez más al que se registraba al final de la convertibilidad.


El nivel de apreciación cambiaria es alarmante y vuelve a la industria y la producción inviables. Se trata del momento del ciclo en que los argentinos saben que tienen que aprovechar a comprar dólares, viajar al exterior e importar todo lo que pueda conseguirse en el resto del mundo.
La cantidad de indicadores para medir este clima de época son muchos, al punto que no resulta necesario acudir a los datos duros del Indec o a las estadísticas que se publican mensualmente en el Banco Central. Simplemente con sentarse al mediodía en un restaurante del microcentro porteño y escuchar las charlas de los comensales basta y sobra.
Destinos como Miami, Nueva York, Roma, la costa Amalfitana, Madrid, Barcelona, París, el norte de Francia y algún que otro sitio exótico son algunas de las palabras que más se repiten en las conversaciones sobre viajes que están por hacerse o que acaban de terminarse. El leitmotiv de estas charlas termina en un mismo lugar: lo caro que es la Argentina en dólares.
Apreciación
El gobierno sigue empecinado en sostener la apreciación cambiaria para controlar la inflación, mientras festeja los datos de mayo y redobla la apuesta mostrando que los precios mayoristas directamente tuvieron deflación (o sea un retroceso en los valores nominales). Pero en la práctica esa caída del 0,3 por ciento de los precios mayorista impacta poco y nada para compensar la inflación en dólares que registró la argentina el último año y medio.
país quedó muy caro medido en moneda dura, una situación que más temprano que tarde siempre termina ajustándose. Las posibilidades para hacer ese ajuste no son muchas. Existen dos alternativas. Bajan mucho los precios en pesos (y de esa manera también bajan en dólares) o aumenta el tipo de cambio (es decir, una devaluación que reduce los precios en dólares).
La historia argentina muestra que lo primero nunca pasa y al final del camino la corrección termina ocurriendo con devaluación. En el mercado olfatean esta situación y empiezan a hacerse la pregunta del millón. ¿Una vez que se termine la liquidación de la cosecha de soja cómo hará el gobierno para sostener el nivel del dólar y la estrategia de apreciación cambiaria?
El equipo económico está convencido que podrá estirar el optimismo y el entusiasmo de los inversores por el carry trade a partir de conseguir deudas en moneda extranjera para sumar a las reservas. Pero es una apuesta que puede salir mal. La canilla de los bonos soberanos por ahora se encuentra cerrada y el único flujo de las divisas que llega es el de capitales golondrinas.
El último informe de la consultora 1816 muestra que el premio para los que apostaron en los últimos meses a la bicicleta financiera viene siendo muy alto. El gobierno incentiva esta situación: saca pesos del mercado y tiene las tasas de interés reales en los niveles más elevados desde que asumió. El problema es que esta estrategia no es eterna. En algún momento los inversores de corto plazo dejan de llegar y los que entraron quieren irse primero que nadie para asegurar sus ganancias, con un resultado caótico en el plano cambiario.
Por Federico Kucher / P12







