Industria: la avalancha importadora agrava la desinversión y destruye el tejido local





La ausencia de un plan de desarrollo industrial, la parálisis productiva, los altos costos, la caída del empleo, y la multiplicación de las importaciones de bienes finales, son parte del escenario que describen, cada vez con mayor preocupación, los industriales argentinos. La incertidumbre se impone en estos primeros meses del 2025 atravesado, en gran medida, por “la avalancha de importaciones y destrucción local” que ya dejó como saldo la destrucción de unas 12.000 firmas y la pérdida de más de 175.000 puestos laborales, la vez que “podría llevar a un proceso de desinversión en la industria nacional”.
Así lo señaló el último informe del Observatorio IPA desde donde analizaron el impacto negativo de la apertura importadora desregulada que impacta en el creciente ingreso al país de alimentos y bebidas básicas, ropa y calzado, productos de higiene y artículos duraderos, como electrodomésticos. “Si esta dinámica persiste en 2025, el daño sobre el tejido productivo será significativo”, indicaron.
Según los industriales, “se está generando una competencia directa con la producción local, afectando principalmente a las pequeñas y medianas empresas (pymes) y a los productores agroalimentarios”. Asimismo reclamaron que “el entusiasmo que el Gobierno puso en aclarar el hecho con la criptomoneda, lo aplique también en darle las condiciones a las empresas nacionales para que los argentinos dejen de perder sus empleos”.
Impacto de la apertura sin control
Mientras en la segunda mitad del 2014 las importaciones crecieron de forma considerable, en contrapartida continuó la sangría de empresas nacionales y puestos de trabajo. En detalle, si bien el año pasado las compras al exterior de bienes totalizaron USD 60.822 millones, con una caída del 17,5% en comparación con el año anterior, no pasó desapercibido el incremento acelerado de las importaciones de Bienes de consumo que terminaron con un incremento del 53% interanual en diciembre, en contraste con la caída generalizada en el consumo y la producción local.
“El crecimiento más notable se dio en categorías como alimentos y bebidas básicas, ropa y calzado, productos de higiene y artículos como electrodomésticos. Esto indica un proceso de transferencia de consumo hacia productos importados, afectando principalmente a las pequeñas y medianas empresas (pymes) y a los productores agroalimentarios”, alertó el último informe del Observatorio IPA que puso el ojo en lo sucedido con los bienes de consumo, donde las importaciones “se expandieron de manera sistemática e ininterrumpida, superando con creces la dinámica de las importaciones generales y los subrubros importados destinados a la producción local”
Esta situación, encendió las alarmas locales debido a la caída abrupta del consumo interno y el severo deterioro de la actividad productiva. Para dimensionarlo claramente: mientras que el índice de uso de la capacidad instalada industrial (UCII) que difunde el INDEC se encontraba en diciembre apenas arriba del 50% y el consumo en supermercados se desplomaba en torno un 10%, las importaciones de bienes de consumo aumentaron un 12,4%. "Todo en caída libre, menos las importaciones de bienes de consumo", indicaron.
Dentro de este crecimiento exponencial de los últimos seis meses, hay algunos subrubros que marcaron la cancha más que otros, tal el caso de alimentos y bebidas para el hogar que incluye productos esenciales destinados al consumo doméstico como cereales, harinas, legumbres, lácteos, carnes, aceites, azúcar, conservas, frutas y verduras en diversas presentaciones, además de bebidas no alcohólicas y ciertos productos procesados de primera necesidad, que tuvieron un crecimiento del 8,2% anual, siendo el único rubro que muestra un crecimiento sostenido a lo largo del año que terminó.
Se suma al escenario lo sucedido con las importaciones de automotores que tuvieron en diciembre pasado un aumento del 293% interanual, ello en el marco de la apreciación cambiaria, la baja de impuestos internos y la disminución de las restricciones de las importaciones para las automotrices, en detrimento de la fabricación nacional.
¿Cómo impacta en la producción nacional? “De mantenerse esta dinámica, el daño sobre el tejido productivo no va a afectar solamente a las pymes industriales, sino también a las grandes empresas, muchas de las cuales ya han comenzado un plan de desinversión local. Además, las importaciones de alimentos están creciendo a una velocidad vertiginosa en alimentos básicos de los hogares, lo que pone en riesgo no solo la producción de diversas firmas locales, sino también, a productores y empresas de sectores agrícolas y frutihortícolas entre otros”, alertaron desde el Observatorio de los Industriales Pymes Argentinos preocupados por los casi 50.000 establecimientos manufactureros -de los cuales unos 45.000 son Pymes- y los sectores productivos del país.
En cuanto al golpe directo a la industria nacional, desde el centro de estudios industrial indicaron que “en el acumulado anual, la producción cayó 9,1%, reflejando un proceso de desinversión acentuado por la salida de empresas extranjeras de diversos sectores”. En comparación, mientras Brasil captó en 2024 más de USD 71.000 millones de dólares en inversión extranjera directa, Argentina enfrenta una retracción industrial generalizada, con quince de dieciséis sectores en caída. Al respecto, el número de empresas aportantes también evidenció un marcado retroceso: se contabilizaron 500.143 empresas a octubre del 2024, lo que representa el cierre de 11.711 firmas. En el caso del sector manufacturero se registraron 48.686 empresas manufactureras, lo que significa una disminución de 920 empresas menos durante el periodo.
En directa vinculación, la coyuntura actual se completa con el fuerte golpe al empleo. Según los datos más recientes del Boletín Mensual de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) se contabilizaron 9.652.154 trabajadores registrados, lo que equivale a la pérdida de 173.422 puestos de trabajo formales durante el primer año de Javier Milei en la presidencia, sin contabilizar el empleo informal. “El crecimiento recurrente de las importaciones de bienes terminados durante los últimos meses está estimulando a las empresas fabricantes a reconvertirse en importadores y ajustar sistemáticamente sus dotaciones de personal”, subrayaron.
Si se realiza un desglose por sectores se observa que del total de puestos de trabajo formales perdidos durante, 112.449 (66%) corresponden al sector de productores de bienes, mientras que 58.973 (33%) se concentran en el sector de servicios, dando cuenta principalmente del impacto negativo en las manufacturas industriales y la construcción, pilares de la actividad económica.
En la industria manufacturera, el número de trabajadores registrados en octubre de 2024 pasó de 1.215.669 a 1.180.162, lo que representa una pérdida de 35.507 empleos, equivalente a una caída del 2,9% interanual. Por su parte, el sector de la construcción sufrió una merma aún más pronunciada: los puestos registrados disminuyeron en 87.737 empleos en solo un año.
“Las Pymes no apostamos a LIBRA, porque sólo invertimos para sostener las fábricas abiertas y mantener los puestos de trabajo, en un contexto en donde las ventas se contraen diariamente y los costos de la producción aumentan más que la inflación. Vamos a sacar al país adelante por el camino de la producción, y no a través de los negocios financieros”, señaló Daniel Rosato, presidente de IPA.
Incertidumbre 2025
De cara a los próximos meses los industriales resaltaron que “la velocidad vertiginosa con la que se está expandiendo la importación de bienes de consumo, en un contexto económico recesivo, en el que los indicadores de consumo y producción acumulan trece meses por debajo de niveles del 2023, no auguran nada positivo para la producción ni el empleo local”. Según entienden, “la tendencia sugiere que la destrucción del empleo formal continuará acelerándose en los próximos meses”.
Por su parte, en cuanto a la posibilidad de una devaluación en los próximos meses, advirtieron sobre sobre la creciente presión sobre el tipo de cambio. “A pesar del esquema de devaluación controlada (crawlling peg) implementado por el gobierno, el déficit de cuenta corriente y la fuga de divisas siguen siendo factores de mucha preocupación. La combinación de un peso apreciado y una política monetaria restrictiva podría resultar insostenible en el mediano plazo”, plantearon.
Por último, el gobierno mantiene negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en busca de un desembolso de USD 10.000 millones de dólares. Sobre ello desde IPA concluyeron que “el FMI le ha dejado en claro al gobierno que cualquier desembolso va a estar condicionado a la implementación de nuevas reformas estructurales, lo que podría incluir un mayor ajuste fiscal y modificaciones en el régimen monetario con mayores tensiones políticas internas e impacto en el consumo y la actividad económica”, cerraron.
Por Eugenia Rodríguez / El Destape