El extravío de los Milei, la casta al poder y el cosplay de gestión ante la catástrofe
Ligado desde siempre al radicalismo, Mario Lugones fue el que tuvo la mala idea de recomendar a Mario Russo como ministro de Salud del primer gobierno de extrema derecha. Diez meses más tarde, el cardiólogo que es accionista del Sanatorio Guemes y creador de su fundación tuvo que asumir la responsabilidad que había delegado. En privado, Lugones ya era el hombre fuerte de un área clave, estaba sentado a la mesa de decisiones y funcionaba en una relación estrecha con Federico Sturzenneger.
Desde hace por lo menos dos meses, había comenzado a organizar reuniones con el ex funcionario de Cavallo y De la Rúa en la sede del Ministerio de Desregulación, el histórico edificio que perteneció a Shell, en Diagonal Norte 788. Ahí, en su rol de ministro de facto, Lugones convocó a actores importantes del sistema de salud, representantes de prepagas y obras sociales sindicales. Con los directores médicos de las obras sociales, analizó un plan de limpieza y depuración de las pensiones para discapacitados.Entre los jefes sindicales que enviaron a su gente estaban Gerardo Martinez, Armando Cavalieri -ex empleador de Lugones- y Héctor Daer. Aunque no había participado en el proceso, en agosto el eyectado Russo fue el encargado de anunciar en las redes sociales los nuevos criterios para acceder al Certificado Único de Discapacidad.
Por su vínculo histórico con Barrionuevo y otros jefes de la CGT, Lugones puede aceitar los nexos con el sindicalismo colaboracionista. Es la misma dirigencia del peronismo que visitaba a Mauricio Macri en Olivos y no quiere enfrentar a Milei ni siquiera ahora, tras la reglamentación de la flexibilización laboral que alienta la tercerización, extiende los períodos de prueba, facilita los despidos y reduce las licencias por embarazo. Sentados a la mesa de las decisiones, pueden fingir demencia ante la revancha de clase que encarna el emperador Milei.
Lugones padre se movía como un par de Sturzenegger en reuniones en las que Russo ni figuraba. El ex funcionario de María Eugenia Vidal en la provincia y Malena Galmarini en Aysa tuvo desde el comienzo una gestión inexistente y en el último tramo había sido rodeado por funcionarios que responden a la cofradía de los Lugones con Santiago Caputo. A eso le sumaba su intrascendencia pública en medio de un brote de dengue que ahora puede reeditarse.
De diálogo fluido con Macri, Sandra Pettovello protegió a Russo en más de una oportunidad. Su lugar queda ahora un hombre asociado al menor de los Caputo, archienemigo del ex presidente y en conflicto con la ministra de Capital Humano.
Con orígenes como maestro de grado, a Lugones se lo consideró siempre el representante de Enrique “Coti” Nosiglia en el Sanatorio Güemes en una sociedad que desde el origen compartió con Barrionuevo y Ricardo Moises, el ex dueño de la Clínica Independencia que murió en 2019 y dejó sus acciones en manos de su hijo Federico. Ahora, el ex hombre fuerte de la Fundación Güemes tendrá que alejarse un poco más de la conducción de uno de los sanatorios más grandes de Argentina, con 40 mil metros cuadrados y 625 camas de alta complejidad. En lo formal, la cúpula del Güemes la integran su director general Víctor Lopez Monti, su director médico Nestor Morgulis y su director de finanzas Guido Guiana.
Sin antecedentes en la función pública, pero con peso específico y experiencia en el negocio de la salud, el nuevo ministro conoció a Milei gracias a su hijo, Rodrigo Lugones. Acostumbrado a llamar “Santiaguito” al jefe de gabinete en las sombras que tiene la ultraderecha de gobierno, el cardiólogo Lugones acaba de dar el paso que su hijo todavía trata de evitar. También entrenado por Jaime Durán Barba, el consultor que vive en Madrid fue siempre considerado el cerebro de Move y el verdadero jefe del asesor estrella de los Milei. Aunque está online en forma permanente con Caputo, Rodrigo tiene su base de operaciones en el exterior y viene 10 días por mes a Buenos Aires.
Como otros magnates que se sumaron a la función pública durante la gestión Macri, Lugones padre puede argumentar que no llegó al gobierno para enriquecerse. Está sobrado. La fortuna personal lo acompaña desde hace tiempo, tanto que en el radicalismo recuerdan que su departamento de la avenida Quintana tenía un precio tan alto que durante años no pudo venderlo.
De cara a un relanzamiento del área, Lugones y Sturzenneger declaran entre sus objetivos ir a una negociación dura con los laboratorios con el objetivo de reducir el precio de los medicamentos de alto costo en un mercado que todos los días fabrica una nueva droga. Habrá que verlo. “No será el colmo de la pureza, pero sabe todo del negocio y es una persona muy atenta”, dice un sindicalista que lo conoce desde hace tiempo. Con Lugones obligado a poner la cara, el elenco estable del poder en la Argentina da un paso al frente. La casta con la que tanto lucró Milei tal vez lo ayude a reducir el extravío de un gobierno inviable.
La asunción del socio de Nosiglia y Barrionuevo coincidió con el acercamiento a Milei de otro actor de una plasticidad incomparable. Como desde el tiempo en que Cristina era presidenta, José Luis Manzano estuvo en Wall Street para escuchar al líder de la extrema derecha en la Bolsa de Valores de Nueva York (NYSE). Según publicó el portal Mdz, el empresario que le compró Edenor a Marcelo Mindlin durante el gobierno del Frente de Todos estuvo en primera fila junto a Rob McEwen, el canadiense que es dueño de McEwen Mining Inc y tiene en San Juan el proyecto minero Los Azules para extraer cobre. Manzano, que es dueño de 243 mil hectáreas en salares de Catamarca y Jujuy, apunta a reinventarse en el negocio del litio, pero es al mismo tiempo una de las caras del problema energético en la Argentina.
Después de que Guillermo Francos alertara sobre cortes programados en el verano, su propio gobierno volvió a desautorizarlo, en un juego que puede terminar mal. Pero como informó Roberto Bellato en El Destape, los problemas de generación existen y las distribuidoras van a ser asistidas desde el Estado.
El verano de altas temperaturas y problemas con el servicio se da en un cuadro social alarmante. Los datos que difundió el INDEC son propios de un plan de guerra que afecta a la mitad de la población y erosiona día a día la legitimidad del presidente. Ni siquiera el aumento de más del 100% en la Asignación Universal por Hijo en términos reales pudo evitar que la gestión Milei hundiera a 5 millones y medio de personas bajo el umbral de pobreza en apenas 6 meses. Es la vieja clase media, que se cae del mapa.
Es un panorama desolador que no empezó con Milei. Al contrario, explica en parte su ascenso vertiginoso. Pero el shock de la extrema derecha aceleró el ritmo y elevó el continente de pobres de 19,4 millones (41,7%) a 24,9 millones (52,9%) después de la megadevaluación. Desde que Milei inició el ajuste más grande de la historia, la indigencia escaló del 11,9% al 18,1% de la población y dejó a 8,5 millones de personas -casi 3 millones más que en diciembre 2023- sin posibilidad de cubrir sus necesidades alimentarias básicas. Eso explica el aumento de la demanda de comida que registran gobernadores, intendentes, movimientos sociales y sacerdotes. Los que pasan hambre son cada vez más y cada vez más chicos.
Verdadera postal de época, la foto de Karina Milei con Susana Giménez que difundió la Casa Rosada en sincronía con los peores datos de pobreza de los últimos 20 años es una provocación de un gobierno que desde su inicio se dedica a jugar con fuego. En su informe semanal, la consultora Epyca menciona el vuelo rasante del presidente por Córdoba para describir a Milei como alguien que repite el cosplay de gestión ante la catástrofe. La definición puede extenderse a todo lo que hace el ex economista jefe de Eduardo Eurnekian.
El problema para Milei es que sus votantes empiezan a desertar ante un presidente que señala un horizonte de recesión interminable y más sacrificio para ellos. Cuesta creer en la etapa de “sólo buenas noticias” que prometió el ex panelista en su regreso a Parque Lezama. La Libertad Avanza profundizó en tiempo récord un proceso de deterioro crónico y la salida va a demorar. Epyca, la consultora que dirigen Martín Kalos y Alejo Passetto, lo grafica con una estimación. Si este año la actividad económica cae 3,8%, rebota 5% en 2025 -de acuerdo a las proyecciones oficiales- y crece a partir de 2026 un 2% anual, recién en 2037 Argentina va a recuperar el PBI per cápita del año 2011. “Serían 26 años perdidos para volver al punto de inicio, incluso si todo sale bien. Estamos hablando de tres décadas perdidas, tiempo durante el cual el resto del mundo sí avanzó en productividad y escala productiva”, dice Kalos. Lo mismo puede decirse con respecto al salario real que viene cayendo desde 1975, con ciclos largos que tuvieron casi siempre más caída que repunte. Incluso en un escenario de crecimiento sostenido, que hoy no se ve, tenemos por delante varios años de depresión del salario antes de soñar con una recuperación real. A eso hay que sumarle la falta de dólares que Luis Caputo disimula con control de cambios y súplicas a los empresarios desde que Milei le dio su segunda oportunidad.
Las tensiones internas en un esquema de la ultraderecha que eyectó a 68 funcionarios en menos de 10 meses de gestión afectan a la cúpula de la Libertad Avanza, como se encarga de repetir Victoria Villarruel con mensajes y ausencias. O como queda claro con el enfrentamiento de Macri con Patricia Bullrich. En un choque que deja afuera a gran parte del electorado de derecha, las denuncias de pactos espurios que la ministra de Seguridad contra la reforma del Código Urbanístico apunta directamente a los primos Macri. Bullrich los culpa de lo mismo que Macri acusaba a Horacio Rodriguez Larreta: sellar un acuerdo con Victor Santa Maria, el sindicalista que es dirigente del PJ porteño y empresario de medios. Pero de fondo, hay una disputa de poder en la que la ex titular del PRO se alinea con Karina Milei, en un conflicto que apunta a desplazar al macrismo de la ciudad camino a las próximas elecciones.
La derecha dura está dividida en cuatro o cinco facciones en la Ciudad. El bloque de lo que fue Cambiemos incluye a 12 diputados del PRO y 3 de la Coalición Cívica, pero hay 4 del PRO que ya se mueven como un bloque aparte: responden a Juan Pablo Arenaza, la mano derecha de Bullrich y se abstuvieron en la votación que terminó con acusaciones. La bancada de LLA también está partida en dos: de un lado Ramiro Marra, un discreto pero decisivo aliado de Jorge Macri, que votó a favor del Código; del otro, Pilar Ramirez, de íntima confianza de Karina y esposa del desarrollador inmobiliario y vicepresidente del Banco Nación Dario Wasserman, que votó en contra. En medio de la sesión, Dario Nieto, el secretario privado del ex presidente que en teoría conduce el bloque PRO denunció aprietes de la Casa Rosada a sus legisladores para votar contra la reforma.
Aunque un sector del peronismo logró restringir las alturas de edificación en el nuevo Código, las reformas más ambiciosas fueron frenadas por el macrismo. Sucedió después de que Paola Michielotto las hubiera avalado en nombre de Cristian Ritondo. Las sospechas de los Milei apuntan a la Dirección General de Interpretación Urbanística, que está a cargo de Karina Burijson y tiene la potestad para aprobar los proyectos y entregar permisos rápidos.
Las hostilidades giran en torno a negocios emblemáticos de la ciudad y anticipan que el conflicto Macri-Bullrich se traslada del PRO a la zona franca del macrismo. El ex presidente no quiere ser candidato, pero su ex protegida Bullrich y la oradora que debutó en Parque Lezama lo están obligando a pelear.
Por Diego Genoud / El Destape