Malvinas: La guerra de Comandos

Historia 29 de mayo de 2023
1-Eliseo-Jacinto-Batista

Argentina recuperó las Islas Malvinas a través de una acción militar que se llamó: “Operación Rosario”, donde efectivos de la Armada y del Ejército, en acción conjunta, desembarcaron el 2 de abril de 1982 y desalojaron a la guarnición militar inglesa que se encontraba allí. Un repaso por las unidades de élite que participaron de la operación y de las compañías de comandos que lucharon a lo largo de toda la guerra. 

Son las 21:40 del 1° de abril. La Fuerza de Tareas 40 lanza los botes desde el destructor ARA Santisima Trinidad. 84 comandos anfibios y buzos tácticos de la armada, tienen una misión:  Desembarcar en Puerto Argentino y desalojar a la guarnición militar inglesa que se encuentra allí e izar la bandera Argentina. ¿El detalle más trascendental de la operación? No producir bajas inglesas. El silencio es el mejor compañero y la luna ilumina las frías aguas azules mientras a paso lento los efectivos reman en los botes sigilosamente. Llevan los fusiles cargados y las mochilas repletas de munición. El punto de reunión en la playa debió ser cambiado. Quizá, por eso que los hindúes nombran como  “casualidad” (una ayuda que Dios le envía a los hombres). Y vaya si será de utilidad, porque en el punto de reunión una ametralladora con efectivos ingleses esperan camuflados para abrir fuego contra los oficiales argentinos.

Jóvenes comandos

“Los comandos hacen todo eso que es lo más difícil: infiltraciones, atacar un puesto de comando enemigo, sacar las vías de comunicaciones, las vías logísticas del enemigo, reunir información en el interior del dispositivo enemigo, tienen que estar habilitados para operar en todo tipo de terreno sea montaña, sea desiertos, sea selva”, dice José Martiniano Duarte,  coronel retirado de la Compañía de Comando 601. Estas tropas con adiestramiento especial están capacitadas para operar detrás de las líneas enemigas y la capacidad de supervivencia debe ser enorme “por lo que se les exige”, explica el veterano. Y agrega: “Es un adiestramiento muy duro, muy especial y diferente al de las tropas comunes no convencionales.” 

Gorro de lana, fusil Sterling en la mano y el avance entre los espacios rocosos: ahí va el cabo primero, Eliseo Jacinto Batista, comando anfibio de 24 años que estaba dando instrucción en Puerto Belgrano. La noche del desembarco fue el bote guía y luego pasó con la responsabilidad de explorador.  Por otro lado, se encuentra Horacio el “Indio” Nuñez. Otro comando anfibio cuyo rostro se hizo famoso en la mañana del 2 de abril. Ingresó a la Armada a los 18 años y aunque su oficio es de carpintero, optó por alistarse como infante de marina.  Desde hace diez días atrás estuvo realizando desembarco nocturno, apagón de motores, navegación, entrenamiento intensivo con munición real y andaje por la ciudad de Sierra de la Ventana. Una semana más tarde encontrará respuestas a por qué se venían adiestrando de manera muy dura y de noche.

Un grupo de efectivos de este grupo de élite se dirige a tomar la casa del gobernador. El otro, acompañados por miembros del ejército al mando del Coronel Mohamed Alí Seineldin, va a tomar Moody Brok. Los ingleses, ya detectaron los movimientos de las tropas argentinas y comienzan la resistencia: apagan el faro San Felipe que ilumina la costa, y abren fuego. Los combates duran hasta la mañana del 2 de abril. A las 06:45 se realiza el izamiento de la bandera argentina en las Islas. Pero todavía queda por tomar la casa del gobernador. ¿La táctica? Disparar a los techos y paredes (para cumplir con la orden máxima), usar granadas de aturdimiento y cambiar constantemente de posición para confundir a los ingleses. Estos, al ver el constante fuego por parte de las Fuerzas Argentinas, creen que han sido rodeados por un batallón completo de efectivos y consideran que no tiene sentido seguir luchando. Lo que los ingleses no saben es que se trata de los mismos 84 oficiales argentinos que iniciaron el desembarco la noche anterior.

Jacinto Eliseo Batista es la cara de la victoria. Mientras sale de la casa del gobernador Rex Hunt con su Sterling colgando del hombro y haciendo señas a 3 Royal Marine que se acaban de rendir, es fotografiado. Tiempo después, se supo que esa imagen recorrió el planeta entero y las principales portadas de los diarios, lo cual desató la ira del Imperio Británico y aquel 14 de junio cuando los ingleses vuelven a tomar el control de las islas después de la invasión, estaban buscando al oficial argentino para tomar la misma foto a modo de burla: Lo que los ingleses nunca se enteraron es que Jacinto retornó al continente junto con Núñez aquel mismo 2 de abril.

Ahora, ambos tienen otra misión: realizar patrullajes en la Patagonia porque se espera un inminente ataque chileno.

1-Horacio-Nunez

Compañía de comandos 601 y 602: bautismo de fuego

La compañía 601 llegó con 22 efectivos a las islas durante el mes de abril bajo el mando del Mayor Mario Castagneto. Una de las secciones estaba conformada por el teniente primero José Martiniano Duarte y lo acompañaban Francisco Altamirano, Roberto Ríos y Eusebio Moreno. Dicha sección tuvo la oportunidad de medirse en combate contra los famosos S.A.S inglés (Service Air Special), donde murió el Capitán Hamilton y fue tomado prisionero el cabo Fonseca, en el combate denominado “Escaramuza de Manny Branch Point”. Los comandos empezaban a demostrar su profesionalismo y bravura en las misiones cada vez más difíciles y así lo manifesta Duarte: “Llegamos a estar a un metro y medio de un puesto de comando inglés”.

Por otro lado, la compañía 602 tenía su prueba el 31 de mayo: un grupo de comandos argentinos que integraba la compañía llegó a Monte Simón para espiar a los ingleses. Alertados de los movimientos británicos, decidieron ponerse en contacto con Puerto Argentino para dar las novedades, pero las interrupciones en la comunicación lo impedían. Emprendieron el regreso hacía el Monte Fitz, donde encontraron una gran abandonada, y decidieron tomar refugio, ignorando que Las Fuerzas Inglesas detectaron el movimiento de los efectivos argentinos y emprendieron la marcha para atacarlos. 35 comandos británicos atacaron la casa de lo alto (como se le apodaba). El teniente Espinoza, al que Nicolás Kazansew (único periodista en cubrir los 74 días de conflicto) lo nombra como el comando más honorable, decide atraer el fuego de los ingleses para salvar la vida de sus compañeros. “¡Salgan ustedes que yo los cubro!”, fueron las últimas palabras de Espinoza antes de que una granada que ingresó por la ventana acabara con su vida. Fueron minutos vitales que le permitieron a sus compañeros salir de la casa. Por otro lado, el oficial Horacio Losito, pelea hasta caer desmayado a raíz de las heridas que sufrió. Esta vez, los ingleses se hacían con la victoria.

Entrevista a José Martiniano Duarte
Fue integrante de la compañía de comandos 601

José Martiniano Duarte: “La primera sensación fue de bronca. ¿Cómo? recuperamos las Islas y no estuve ahí´”

El Coronel retirado y veterano de guerra, habla sobre su experiencia en el conflicto del Atlántico Sur, el desempeño de los comandos y la conducción militar.

2-Martiniano

José Martiano Duarte dejó escrita una página dorada en la historia militar argentina. Fue quién abatió al Capitán Hamilton, integrante del famoso S.A.S británico (Services Special Air) en el combate de Manny Branch Point. El ahora Coronel retirado, habló del desempeño que tuvo la compañía de comandos 601 y criticó fuertemente la conducción de los generales durante la guerra: “La conducción militar fue pésima”.

-¿Dónde lo encontró a usted aquel 2 de abril?

-El núcleo de comando tenía asiento en la Escuela de Infantería. Estaba destinado en la Escuela de Infantería y las compañías de comando no estaban formadas. La compañía 601 se formó ahí sobre la base del equipo donde pertenecemos nosotros y éramos, en realidad, unos pocos. Y bueno, pero nosotros no sabíamos de la recuperación de las islas y de la operación. Lo único que veíamos en general era a los Comandos Anfibios con los helicópteros nuestros, pero en ningún momento pudimos sospechar de que esto ocurriría.

-Cuando lo llaman a usted y su unidad para decirle que efectivamente va a ir a Malvinas con el grupo de comandos o de los oficiales que se estaban preparando, ¿cuál fue la primera sensación que sintió?

– Lo que pasa es que fue todo progresivo. Primero la bronca porque: “¿Cómo? recuperamos la isla y yo no estoy ahí”. Nosotros, desde nuestro punto de vista de comandos entrenados para eso, o sea que recuperamos las islas y a nosotros nos dejaron afuera. Esa fue la primera impresión y después bueno, después se empezó a movilizar el comando para crear la compañía de comandos 601 que estaba  a cargo del entonces mayor casta Nieto. Se empezó a juntar la gente primero y después no teníamos ni sabíamos ni cómo ni cuándo ni en qué manera íbamos a llegar a las Islas. Nosotros recién partimos el 25 de abril y llegamos el 26 de abril. Arribamos a las islas en una avión Hércules que tomamos  en el aeropuerto de Palomar e hizo escala en Reynolds. Cargó una turbina que había que cruzar e hicimos noche en el aeropuerto de Comodoro Rivadavia y al otro día cruzamos a las Malvinas.

Estamos hablando de un joven oficial de mediados de 30 años para ese entonces.

-Si, cumplí años en Malvinas, al otro día del hundimiento del Belgrano. Ahí se desatan las hostilidades y ya obviamente no había vuelta atrás, no había manera de frenar lo que se venía.

-¿Cómo fueron sus días esos primeros días, esas primeras semanas en Malvinas previo a la primera misión de combate?

– Teníamos que salir y tuvimos unos días apenas. Unos pocos días en los que salimos y recorrimos las islas porque nosotros operamos a lo largo y lo ancho de las islas no tanto en la Isla Soledad como en la Gran Malvinas. Y tuvimos oportunidad de conocer el terreno, de adaptarnos, de ver como era, es muy importante adaptarse al terreno y a las condiciones meteorológicas para operar, de saber cuáles eran las principales avenidas de aproximación, los principales puntos fuertes y las alturas. Uno necesita todo eso, que por ejemplo la compañía de comandos 602 que llegó a fines de mayo, no tuvo. No tuvieron esa posibilidad y directamente los tiraron a combatir sin información.

-La compañía de comandos 601 tuvo buenos resultados: ¿Qué opinión tiene usted con el desempeño de  ambas unidades (601-602)?

-Para mí fue excelente el desempeño. Yo era el jefe de la primera sección de la compañía 601. Pero creo que fue excelente a pesar de la desincronizaciones que tuvimos porque las compañías no existían. Hasta que cruzamos nosotros a la isla y es como un equipo de fútbol: uno tiene que reunir a los mejores jugadores. En este caso a los mejores combatientes, pero tienen que trabajar juntos para entenderse y ser un equipo y en realidad cuando salimos todavía no éramos un equipo. El mayor Castagneto se esforzó porque lo fuéramos en poco tiempo y creo que lo hizo muy bien. Pero necesita tiempo y necesita maduración. Al promediar ya nuestra estadía, empezamos a trabajar de una manera muy coordinada, de una manera muy muy muy profesional. Tanto que en algunos casos como en el mío le llegamos a un metro y medio a un puesto de comando enemigo.

¿Cómo era el día a día con sus camaradas?

-Bueno, eran totalmente distintos porque un día había una misión de exploración y otro día teníamos que hacer un rescate de algún soldado. Otro día teníamos que ir a bloquear  un lugar para evitar un desborde, otro día había que salir a explorar y a ver a dónde estaba realmente el enemigo.

-Lo escuché hablar sobre un soldado muy particular que era de apellido Moreno. Usted nombró siempre  que fue uno de los mejores soldados que vio.

-Excepcional y además a mí como jefe de sección me ayudó muchísimo porque la verdad que es un soldado de primera y permanentemente alegre en el combate y eso vale mucho, vale mucho porque levanta la moral de la gente, el ambiente.

¿Cuál fue la misión que más miedo por ahí sintió, en la cual se replanteó si volvía con vida o si tenía miedo de caer en combate?

-Había muchas misiones que eran tipo suicidas, por ejemplo: nos mandan a ver si había un desembarco en las islas de los leones marinos que quedan allá al sur, a 11 km de la costa de la de la isla Soledad y en dos helicópteros ya estaba la flota rodeando. Esto fue el 8 de mayo y claro, yo pensaba bueno, esto me mandan ahí, si no vuelvo quiere decir que hay un desembarco, cosas así. Y la palabra es miedo porque tener miedo es perfectamente normal, no más teniendo en cuenta todo el poder a lo que las fuerzas argentinas estaban enfrentando toda su vida, llega el momento donde el miedo se hace presente.

-¿Y la anécdota más  importante junto a sus camaradas?

-En un momento nos atacaron dos Harrier cuando fuimos a Isla Borbona a  evaluar los daños de los aviones. Y nos atacan dos Harrier y uno de mis hombres que manejaba el misil blowpipe antiaéreo apunta y empieza a retroceder. Se tropieza y se cae y el misil salió y eso evitó que los Harrier no nos atacaran. Bueno, ahí fue dramático pero después nos reímos del tema, era el primer misil que tiraba al pobre. Había practicado y demás, pero nunca había hecho ese disparo.

Desmalvinización: recuadro 1

La otra guerra: la desmalvinización

Dos testimonios claves de la guerra se muestran tajantes ante uno de los temas más controversiales del conflicto. El periodista Nicolás Kazansew y el veterano José Martiniano Duarte hablan sobre el mito de la desmalvinización. ¿Fueron chicos de la guerra?

“Yo mismo recorría las posiciones de zorros y escuché a los soldados decirles a sus superiores: salgamos de acá y vayamos a buscar a los ingleses y terminemos con esto”, afirma Nicolás Kazansew,  el único corresponsal televisivo argentino que cubrió todo el conflicto sobre el relato de los chicos de la guerra. El periodista, quien afirma que gran parte de sus notas atravesaban “distintos escalones de censura” antes de llegar a Buenos Aires, es quizás uno de los primeros que denunció la desmalvinización, aquel mito que los militares y luego los gobiernos utilizaron para desprestigiar la acción de los soldados.

Por su parte, el veterano José Martiniano Duarte asegura: “Yo no vi esas cosas que cuentan”.

 – ¿Cómo le afectó en lo personal, el relato de la desmalvinización?

-¿Cómo me afectó a mí en lo personal? Mal como a todo el mundo. Porque yo tuve la oportunidad de recorrer, no digo todas las posiciones argentinas en las islas, sino que bastantes porque salíamos, sentábamos, tomamos contacto con la gente de primera línea y vimos cuál era el espíritu, el funcionamiento y la manera en que ellos se desempeñaban. Yo no vi esas cosas que cuentan y la verdad que eso evidentemente formó parte de un plano, de un proceso de desmalvinización, que lo inició el mismo proceso militar y no es que lo inició el primer gobierno; lo iniciaron los militares la desmalvinización y lo continuaron los políticos.

-¿Y por qué creen que los militares iniciaron ese relato que hasta incluso les es perjudicial en varios puntos?

–Y la conducción de la guerra fue pésima.  Horrible en lo político y en lo estratégico y si hay algo que rescatar es el desempeño de las fuerzas, que con pocos elementos hicieron todo lo que pudieron. Ahora, cuando volvimos, esta gente quería que la culpa la tuviésemos los que fuimos, no lo que hicimos la guerra o los que la planificamos o la que la organizamos, o desorganizan.  Esto ocurrió evidentemente y  después lo tomaron los gobiernos civiles y lo continuaron porque el tema no era la condena al general fulano y lo que voy a decir es durísimo, pero el tema para  los políticos no era condenar a los generales responsables, sino condenar la instituciones: a la institución de Ejército, Fuerza Aérea y Armada. Hoy, los veteranos de guerra, soldados, suboficiales y oficiales están orgullosos de haber estado en Malvinas. De hecho, dice que volveríamos ¿pero por qué? porque ya pasó eso y ya se dieron cuenta que todo en una mentira y que toda una macana y que todo era una utilización política de los de los veteranos, de los combatientes. Hoy más que nunca y más convencidos que nunca de que hay que malvinizar y de que si ocurriese de vuelta volverían a hacerlo.

Zona-militar.com

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