Winston Churchill quería “hundir” a la Argentina





Muchos le atribuyen a Goebbels el siniestro ministro de propaganda del no menos siniestro Adolfo Hitler la siguiente frase: “Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”, que vendría a reemplazar a aquella atribuida por algunos a Vauvenarges, y por otros a Francis Bacon, pero que tienen la similitud de que un invento repetido queda en la memoria colectiva como si fuera verdad.
Y al respecto me interesa mostrar cómo se construye algo falso, como se difunde, y luego se repite como si fuera una verdad que nadie va a refutar.
Para hacerlo voy a traer a la memoria, dos célebres frases divulgadas profusamente en las redes, en muchas notas periodísticas, y expresadas por algunos dirigentes políticos, que se atribuyeran a Winston Churchill demostrando así la inquina que le tenía Gran Bretaña a la Argentina y al General Perón, y la satisfacción del gobierno británico cuando su derrocamiento.
La primera frase supuestamente pronunciada por el primer ministro británico durante la Conferencia de Yalta fue: “No dejen que la Argentina se convierta en potencia. Arrastrará tras ella a toda América Latina”. “La estrategia es debilitar y corromper por dentro a la Argentina, destruir sus industrias, sus fuerzas armadas, fomentar divisiones internas apoyando a bandos de derecha e izquierda, atacar su cultura en todos los medios, imponer dirigentes políticos que respondan a nuestro Imperio. Esto se logrará gracias a la apatía de su pueblo y a una democracia controlable, donde sus representantes levantarán sus manos en masa en servil sumisión. Hay que humillar a la Argentina”.
La segunda frase atribuida a Churchill, es haber manifestado después de la caída de Juan Domingo Perón en la Cámara de los Comunes, en 1955: “La caída del tirano Perón en Argentina es la mejor reparación al orgullo del Imperio y tiene para mí tanta importancia como la victoria de la Segunda Guerra Mundial, y las fuerzas del Imperio Inglés no le darán tregua, cuartel ni descanso en vida, ni tampoco después de muerto”.
En lo que hace a la primer frase, es sabido que, en la conferencia de Yalta con el presidente de los EE.UU. Franklin Roosevelt, el presidente del Consejo de ministros de la Unión Soviética José Stalin, se establecieron las pautas del reparto del territorio europeo, y la división de Alemania, estableciéndose decisiones sobre lo que debería ocurrir con Japón, Yugoeslavia y Polonia. En ningún momento se habló sobre Latinoamérica, y mucho menos de la Argentina, ya que la preocupación de tales personajes era ver cómo quedaba el mapa europeo después de una guerra que había sido devastadora.
Entre 1947 y 1948 Gran Bretaña fue el principal mercado para los granos argentinos, además de comprar 2 tercios de las exportaciones de carne
La Argentina en ese momento carecía de toda influencia geopolítica en el mundo, pero sí era necesaria a Gran Bretaña por los alimentos que le suministraba. Ello hubiera sido más que suficiente para demostrar que era imposible que Churchill hubiera pronunciado esa frase, ya que hubiera afectado los propios intereses de su país.
En la International Churchill Society, no existe un solo documento emanado del que fuera primer ministro con esa frase, ni en el Departamento de Estado, en toda la documentación sobre Yalta.
La cita en cuestión no aparece en la web en idioma inglés y los sitios que la reproducen, se copian unos a otros, y siempre se trata de la misma tendencia ideológica. En este caso más allá de que no existe rastro alguno de esas frases en ninguno de los archivos británicos, en lo que hace a lo de Yalta, excepto los documentos que se suscribieron, no hay declaraciones, exceptuando algunas referidas específicamente a la finalización del conflicto.
Churchill dejó de ser primer ministro en abril de 1955, y aunque continuó en la Cámara de los Comunes, estaba afectado por graves problemas de salud, que hicieron que fuera ocasionalmente a la misma, donde casi no habló, como surge de los registros pertinentes. Debo suponer, además que los que construyeron y divulgaron esa falsedad tenían una muy pobre opinión de Winston Churchill, para creer que podía caer en semejantes expresiones, carentes de toda lógica y rigor histórico.
Hay un minucioso estudio del historiador Roger Gravil sobre la intercesión británica en favor de Perón cuando las elecciones de 1946. Por otra parte, es bien conocida la ayuda inglesa al gobierno militar en 1943, sobre todo frente a las hostilidades de Estados Unidos, y si bien Gran Bretaña retiro al Embajador Kelly por pedido de EE.UU en 1944, se normalizaron las relaciones el 9 de abril de 1945, prestando el gabinete británico toda la colaboración y convirtiéndose en implacables críticos de Braden.
El apoyo de Kelly a la Argentina fue en aumento con la llegada de Ernst Bevin, nuevo canciller británico, quien pidió expresamente a Washington que cesara en sus hostilidades contra Buenos Aires, recibiendo como respuesta el pedido del gobierno norteamericano de que Gran Bretaña se sumara a la ofensiva contra Perón, lo que fue inútil porque ese país no se sumaría a esas hostilidades.
Hay que recordar que Bevin fue un factor gravitante para apurar las elecciones que le darían el triunfo a Perón, aprovechando el impacto del 17 de octubre. Esta insistencia en aprovechar lo del 17 de octubre se la manifestó Bevin al Embajador Miguel A. Cárcano y en razón de ello se modificó el decreto de convocatoria y se adelantaron 40 días las elecciones.
Cuando Kelly fue a saludar a Perón el 17 de octubre, cuenta en sus memorias que la multitud le dio paso apenas vio la bandera inglesa, gritando "viva Perón abajo Braden" (The Ruling Few, 1952)
Para terminar cabe efectuar algunas precisiones, sobre hechos y conceptos que pareciera que no se conocen, en razón de lo cual sedifunden hechos falsos que ponen en evidencia actitudes británicas hacia la Argentina carentes de toda fundamentación, y que además muestran un desconocimiento de lo ocurrido en esa época.
1.- Gran Bretaña apoyó a Perón desde antes de su ascenso al poder, y como dije hasta sugirió adelantar las elecciones para aprovechar la movilización del 17 de octubre. Esto está documentado en la correspondencia diplomática del Embajador Miguel Ángel Cárcano, y en las instrucciones dadas por el canciller Bevin, que se encuentran en los archivos nacionales de Londres (Ex Public Record Office).
La Argentina en ese momento carecía de toda influencia geopolítica en el mundo, pero sí era necesaria a Gran Bretaña por los alimentos que le suministraba"
2.- Gran Bretaña, necesitaba imperiosamente las carnes argentinas para alimentar al pueblo, y cualquier acción hostil, hubiera cortado todos los suministros que Argentina podía proveer y que ellos necesitaban. Nunca cedieron a las presiones norteamericanas para quebrar la relación. Para verificarlo basta consultar la nutrida correspondencia del embajador británico en Buenos Aires, Sir David Kelly que lo demuestra acabadamente, además de una nota enviada por Churchill a Roosevelt, haciéndole ver las necesidades británicas de los insumos argentinos, y en un discurso en la Cámara de los Comunes solo lamentó muy livianamente que la Argentina no hubiera cooperado durante el conflicto mundial.
3.- Hubo una discusión que entre Roosevelt y Churchill respecto a la compra de carnes de Gran Bretaña a la Argentina. Hacia el año 1944 Roosevelt le pidió a Churchill que no renovara contratos de carne a la Argentina lo cual suscitó una serie de cables y gestiones.
En su momentolos diarios ingleses reprodujeron una declaración del Primer Ministro Winston Churchil que decía que "aunque ellos tampoco quieren el nazismo en la Argentina, prefiere la carne Argentina al cerdo norteamericano". En los Estados Unidos esto se tradujo "I prefer the argentine meet than de american porc" frase que fue usada con un doble sentido por algunos críticos a
las políticas norteamericanas Roosevelt pidió finalmente que Churchill comprara carne con contratos mensuales. (The ManchesterGuardian , London 30 set. 1944)
4.- Después de asumir Perón el gobierno, Gran Bretaña firmó con Argentina el Tratado Miranda- Eady, que era fundamental para las finanzas británicas, y después se negociaron los ferrocarriles y otros aspectos económicos, beneficiosos para aquel país.
5.- En febrero de 1948, se firmó el Pacto Andes que puso fin a las divergencias económicas con Gran Bretaña y permitió concluir el negocio de los ferrocarriles, a través de concesiones recíprocas por las cuales Gran Bretaña pagaba 100 millones de libras por productos argentinos y 10 millones más por mayores costos.
6.- Entre 1947 y 1948 Gran Bretaña fue el principal mercado para los granos argentinos, además de comprar 2 tercios de las exportaciones de carne.
7.- El 27 de junio de 1949, el gobierno argentino firmó un acuerdo con Gran Bretaña por 250 millones de libras. Fue el convenio más grande firmado por nuestro país y se convirtió en el modelo para los convenios bilaterales que se firmaron en los años siguientes impulsados por el Gral. Perón. Las transacciones previstas repetían el cuadro de los acuerdos anteriores: carnes y cereales a cambio de combustibles, hierro y acero, productos químicos y algunos artículos industriales. El bilateralismo del tratado no podía dejar de irritar a Estados Unidos, quienes hicieron sus objeciones ante el gobierno británico con respecto a la duración -cinco años-, su efecto sobre la libertad del comercio internacional y el impacto discriminatorio sobre el comercio entre Estados Unidos y Argentina.
8.- Toda la documentación que existe en esos años obrante en el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, da cuenta, de las estrechas relaciones comerciales, que contrastaron con el boicot de Estados Unidos. Y respecto a la documentación británica abundante y estadounidense, la publicó hace años Carlos Escudé, que mostró los enfrentamientos entre Gran Bretaña y EE.UU. debido a la relación británica con la Argentina.
Estas son pruebas contundentes e irrefutables que ponen en evidencia, que si hubieran sido ciertas las expresiones de Churchill nada de esto podría haber ocurrido, ya que uno de esos acuerdos importantes, finalizaría recién en 1954.
A esto se suma que Churchill era demasiado inteligente para hacer comparaciones hiperbólicas, como que la caída de Perón era de tanta trascendencia, como la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, cuestiones que no solo no eran comparables, sino que nada tenían que ver con las buenas relaciones con Gran Bretaña, a quien Perón admiraba como nación, diciendo que “era uno de los países más formidables de todos los tiempos” lo que surge de un documento manuscrito de Perón existente en los archivos Hoover. Donde lo pone claramente de manifiesto, aún cuando dice que muchas veces tuvo que pelear con ella. Y esta circunstancia de pelea tuvo que ver con la inconsulta inconvertibilidad de la libra decidida por el Reino Unido.
Para finalizar los mejores estudios sobre esa época son coincidentes al respecto de mostrar, que la pésima relación fue solo con EE. UU, hasta que Perón cambió después de la visita de Milton Eisenhower, lo que determinó una ley de inversiones extranjeras en 1953, y el contrato con la California Argentina de 1954, a quien se le entregaron 48.000 kilómetros cuadrados de territorio para explorar y explotar el petróleo, contrato que originó un verdadero escandalo en su momento.
Alejandro Olmos Gaona * Director del Observatorio de la Deuda Pública / Perfil