Archivos desclasificados: la ruta de los nazis hacia Sudamérica

Historia30 de abril de 2025
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La digitalización de los archivos sobre jerarcas nazis no incluye materiales nuevos, pero está relacionada con una investigación del Centro Simón Wiesenthal -en honor al famoso cazador de genocidas- sobre el financiamiento de un banco suizo, el Credit Suisse, de lo que se conoció como la Ruta de las Ratas, es decir, la huida de los mandos hitlerianos de Alemania a Italia, la participación de El Vaticano, y el posterior embarque hacia Sudamérica, principalmente Argentina, Bolivia y Paraguay. La gran mayoría de los documentos que el gobierno de Javier Milei subió a la web son recortes de diario -una especialidad de la SIDE- e informes de agencias de noticias internacionales. Los documentos más comprometedores, como los papeles de inteligencia sobre los genocidas, sus actividades y quién los protegía, fueron destruidos por los jefes de los espías de cada gobierno de los años 50, 60 y 70. Lo que se ve en lo publicado es que la mayoría de los conocidos asesinos, como Josef Mengele o Erich Priebke, vivieron en el país durante muchos años con documentos emitidos por la Policía Federal a su propio nombre. Por lo tanto, con la medida libertaria, se puede acceder a los prontuarios, conocidos desde hace más de dos décadas. No más que eso, aunque tiene valor para las actuales y futuras generaciones. 

Una denuncia en trámite

En 2020 el Centro Simón Wiesenthal (CSW) inició una demanda contra el Credit Suisse por su participación en el financiamiento nazi antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. El CSW mantiene en secreto los detalles de la acusación, pero la demanda es pública y fue aceptada por el banco suizo. Los cargos son gravísimos, al estilo de haber aportado dinero para muchas de las siniestras operaciones de Adolf Hitler. Sucede que la colonia nazi en Argentina fue poderosa y estuvo liderada por Ludwig Freude, financista y coordinador de las empresas alemanas en la Argentina. O sea, la hipótesis del Centro Wiesenthal es que salió dinero de la Argentina -supuestamente a través del Credit Suisse- para solventar operaciones del Partido Nacionalsocialista Alemán, el de Hitler. “Lo único que puedo revelar -le dijo a Página/12 Ariel Gelblung, titular del CSW en la Argentina- es que se financió la Ruta de las Ratas. Es decir, que desde aquí salió dinero para que los jerarcas nazis vinieran a Buenos Aires. Pero hay muchos otros cargos, de enorme gravedad. Es una demanda que se mantiene confidencial hasta que estén terminadas las conclusiones de la investigación, en 2026”.

La demanda del CSW motivó una reunión con Milei de las máximas autoridades de esa institución y, una vez más, se llevaron la promesa de que se abrirán los archivos del Banco Central, de las Fuerzas Armadas y de otras dependencias. No son los documentos que publicó ahora el Archivo General de la Nación y que cualquiera puede consultar en la página web oficial del Estado argentino.

A 80 años

Este miércoles 30 de abril se cumplen 80 años del suicidio de Hitler en el búnker de Berlín, cuando las tropas soviéticas ya estaban a unas pocas cuadras. Ocho días más tarde, el 8 de mayo, se firmó la rendición alemana y eso le puso fin a la mayor matanza de la humanidad, la Segunda Guerra Mundial. La ocasión y el alineamiento de Milei con Estados Unidos e Israel favorecieron la presentación en sociedad de la digitalización de los materiales. En verdad, son todos documentos conocidos, pero ahora están a un click para cualquiera que se interese en el tema. Los libros del fallecido periodista Jorge Camarasa y, sobre todo, lo que se puede ver en el fabuloso Museo del Holocausto de Buenos Aires, son imprescindibles para conocer bien la historia. 

Como se sabe, la Argentina vivió en un régimen policial en materia de documentación. La cédula de identidad y el pasaporte se sacaban en la Policía Federal (PFA), algo que se cortó en el gobierno de Cristina Kirchner. De manera que todos los ciudadanos tenían prontuario en la PFA, aun los que no habían cometido ningún delito. Eso hace que en los archivos figuren los jerarcas con anotaciones en los prontuarios, mientras que lo que recolectaba la SIDE eran recortes de diarios, informes de agencias de noticias y seguramente material más confidencial, que se fue destruyendo cada vez que una gestión dejaba la central de espías, en la calle 25 de mayo.

A esto se sumó cierta dispersión. Por ejemplo, en Tucumán había un archivo sobre Adolf Eichman -el jefe administrativo de los campos de concentración- quien vivió en esa provincia con el nombre de Ricardo Klement y trabajó para una empresa de cobertura nazi, Capri, que seguramente también aportó fondos para la Ruta de las Ratas. Priebke, asesino de las Fosas Ardeatinas en Roma, vivió en Bariloche, y así ocurrió con otros genocidas. 

A un click

La digitalización del Archivo General de la Nación (AGN) permite acceder, en una primera página, a materiales sobre distintos jerarcas, incluso como Martin Bormann, prácticamente número dos de Hitler, pero que nunca se probó que estuvo en la Argentina. Se lo buscó intensamente, hubo documentales, pero en 1973 se determinó que un cadáver encontrado en Berlín, cerca del puente Lehrter, correspondía al de Bormann. La identificación se hizo en base a una comparación dentaria.

En los siete archivos iniciales no figura el propio Hitler sobre quien también se tejió el mito de que no se suicidó y que estuvo en la Argentina. Es más, recientes documentos desclasificados por el FBI norteamericano insistieron, con debilidad y sin pruebas, en la idea de que el genocida viajó a la Argentina. Todo fue desmentido por los análisis que en 2.000 hicieron científicos norteamericanos sobre la calavera que los soviéticos se llevaron del búnker. 

El “ángel de la muerte”

Josef Mengele sí figura en los archivos que digitalizó el AGN. El siniestro médico que hacía experimentos inhumanos en el campo de concentración de Auschwitz llegó a la Argentina en 1949 y vivió con el falso nombre de Helmut Gregor hasta 1956. En ese año, durante la autodenominada Revolución Libertadora, pidió una cédula de identidad a su verdadero nombre. Ese trámite aparece en la documentación.

En 1959 se intensificó la búsqueda de los criminales de guerra y Mengele se fue a Paraguay donde fue un protegido del dictador Alfredo Stroessner. Pero cuando la Mossad se llevó a Eichmann de la Argentina, en 1960, Mengele también huyó de Paraguay y se fue a Brasil, donde murió ahogado, por un accidente cerebral en 1973. Cinco años después, peritos de varias naciones constataron que un sujeto enterrado como Wolfgang Gerhard era efectivamente Mengele. 

En la documentación a la que se puede acceder se ve, por ejemplo, un certificado de buena conducta emitido por la PFA a favor de Mengele y hasta un permiso de viaje a Alemania. Sin embargo, la PFA lo fue a buscar cuando ya había huido: eso ocurrió el 11 de junio de 1960. En los papeles figura como un Memorándum Confidencial.

Priebke y los demás

En los siete archivos iniciales hay varios criminales de guerra que fueron extraditados desde Argentina: Walter Kutchman, Josef Schammberger (detenido en Huerta Grande, Córdoba), Eduardo Roschmann, que vivió en Entre Rios y huyó a Paraguay y Ante Pavelic, genocida que fue presidente en la Croacia que era títere de Hitler. Pavelic terminó huyendo de la Argentina para refugiarse en la España de Franco, pero fue un protegido de la iglesia. Finalmente, el más público, Erich Priebke, presidía el colegio Alemán en Bariloche, siempre con su propio nombre. Lo detectó el canal norteamericano ABC news y confesó su participación en el asesinato de 335 italianos en la llamada Masacre de las Fosas Ardeatinas. Fue extraditado a Italia, juzgado, condenado a perpetua y murió a los 100 años. En lo digitalizado hay numerosos documentos sobre Priebke, algo que no era muy difícil porque era una figura pública en Bariloche.  

Se ha polemizado mucho sobre la relación de Juan Domingo Perón con los criminales de guerra que llegaron a la Argentina. El catedrático Raanán Rein, de la Universidad de Tel Aviv, estudió en detalle el tema en su libro Los muchachos peronistas judíos. Rein concluye que hay mucha exageración e intencionalidad política de la oposición al peronismo. El estudioso insiste en que casi todos los criminales entraron a la Argentina con pasaportes de la Cruz Roja, con nombres falsos y el número rondaría los 50, la mayoría de rangos inferiores, aunque con acusaciones de matanzas en campos de concentración.

Por Raúl Kollmann / P12

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