Datos y plutocracias capitalistas. Reseña de 'La reinvención de la economía'

Actualidad 27 de febrero de 2023
spooks

Estamos ante un ensayo que apuesta de manera inequívoca por el futuro de la economía de mercado y que se afana en que la irrupción de la tecnología digital y de los datos alimente su extensión en una absoluta sociedad de mercado.

Como se sostiene hacia el final del mismo: “En lugar del capital y de las empresas, somos capaces de imaginarnos mercados ricos en datos que empoderen a los seres humanos para que estos puedan trabajar juntos mejor”. Estaríamos a punto de ver nacer un nuevo sistema social de mercado más allá incluso del capitalismo, y aquí empieza la posible utilidad de esta reseña, según unos autores (colaboradores nada menos que de Microsoft, The Economist o el Foro Económico Mundial) que reniegan tanto del optimismo tecnoutopista como de la aflicción de los que llaman profetas del apocalipsis.

Aquella apuesta y esta equidistancia se despliegan en el ensayo con no pocas contradicciones. Veamos algunas.

Para los autores los mercados son mecanismos que nos permiten repartir con eficiencia recursos que son finitos mejorando nuestra calidad de vida, pero cuando los mercados son ricos en datos (gracias a las actuales tecnologías digitales) ofrecen aún mejores emparejamientos con el resultado de una mayor satisfacción entre sus participantes. Según ellos tanto en los ejemplos de la energía, la logística, el comercio, la sanidad, la educación, las finanzas,… tendría cumplida realidad este diagnóstico.

Los problemas empiezan cuando esa grandiosa eficiencia pueda colisionar con la equidad (de la que no se habla) que excluya a muchos del mercado. Y que eso suceda a causa de un precio que a lo largo del ensayo se confía en dejar en el pasado (“cuando lo que prevalecía era el dinero y el precio”). Porque mientras tanto el precio, el valor y los costes seguirán determinando el equilibrio, y las transacciones óptimas de los mercados ricos en datos potenciarán la capacidad de elegir (encontrar lo que necesitamos) para quién pueda pagar el precio, siendo así que las preferencias y el precio irán por caminos separados.

Y con esto se abren dos grandes melones no poco problemáticos: el de la reducción de precios y costes gracias a la automatización (con efectos sobre los ingresos y el empleo) y la imposición de precios de cuasi-monopolio si sucediese que alguien domina el mercado. Cuando ambas cosas, por desgracia, florecen sin freno en el mundo de la economía de los datos masivos.

Sobre el dominio del mercado y de la economía en este ensayo no se nos escamotea que estamos ante riesgos descomunales. Pocas empresas pueden controlar los mercados y algunas otras controlar a estas y, por tanto, al conjunto de la economía. Pongamos por caso las conocidas como GAFAM y los fondos Vanguard Group y Blackrock. En ambos casos aquellos mercados optimizados podrían quedar en nada por un exceso de concentración que podría ser problemático, al tiempo que desarrollos graves y siniestros podrían poner en peligro la sociedad, al dar la impresión externa de libertad permitiendo en su interior un total control gubernamental  (palabras de nuestros autores). Son palabras mayores.

La excesiva concentración y el tamaño podrían dejar en nada la premisa de los mercados óptimos (entrar y salir a voluntad siendo así que “desafortunadamente en la práctica muchos mercados se han ido concentrando con el tiempo… y… los mercados digitales parecen especialmente vulnerables a la concentración”.

De manera que las gigantescas empresas de este mundo digital no solo podrían crear necesidades y marcas para satisfacerlas a un precio de monopolio, sino incluso cobrar más a unos clientes que a otros por lo mismo en función de su perfil. Con sus sistemas adaptativos de aprendizaje automático  podrían así controlar mercados no de bienes sino de servicios (buscar pareja) o incluso electorales. Y no solo para la venta sino también para la gestión de los costes o de los inventarios.

Problemas mayúsculos que obligarían a aplicar leyes antimonopolio a la economía digital, que sortearán con frecuencia, por lo que los autores sugieren por un lado abrir los algoritmos, compartir el big-data o limitar el uso de los datos. Por otro, para alimentar la soberanía y la resiliencia, dotarse de proveedores y diseños diversificados. Planteamientos muy sensatos que parten de la premisa de que todos los mercados reclaman normas para funcionar adecuadamente. Porque los mercados se construyen no son entes fruto de la libertad absoluta de los participantes. Y ello es necesario para frenar la captura de rentas vía precios por parte de los oferentes.

El otro melón tenía que ver con la acelerada automatización como estrategia de reducción de costes y de precios, algo que en su día inaugurara Henry Ford. Singularmente de costes laborales, como en el caso de Uber y su conducción autónoma, o el de “la banca por internet que emplea a un número infinitamente menor de trabajadores” y en general en todo el complejo de las GAFAM. Tal proceso quedaría visualizado en la tendencia imparable a la caída de la participación del trabajo en el producto nacional desde los años 1980,  tal como recogemos en una gráfica de un trabajo que ellos mismos citan.

PARTICIPACIÓN DE LAS RENTAS DEL TRABAJO EN EL PRODUCTO NACIONAL.

datainveco3

Un mundo económico en el que se refuerzan como nunca antes las tendencias al control absoluto de los mercados y los precios, al tiempo que se aceleran como nunca las estrategias para reducir los costes laborales de forma singularísima. Esta doble tendencia favorecerá que las empresas (GAFAM) que controlan la distribución, la publicidad o el acceso a los compradores dominen a las que producen bienes o servicios. Y una forma de dominio será el obligarlas a modificar radicalmente la estructura fordista por otra de cascada de subcontrataciones y proveedores externos. Y aún aquellas dominadas a su vez por gigantescos grupos de inversión que les permiten alcanzar una dimensión global (Vanguard, Blackrock). En este sentido quién redacta esta reseña no observa por ningún lado en que sentido la preponderancia de la empresa respecto al mercado esté llegando a su fin  como indican los autores del ensayo. Porque hay “entidades con un considerable poder en el mercado” ya sean financieros, de servicios o de publicidad digitalizados.

Y, por tanto, a la postre no sería cierto que “los datos le arrebatan el protagonismo al dinero” y, menos aún, al capital si comprobamos, como ya se visualizó, que la riqueza “parece acumularse en manos de quienes aportan el capital: inversores y banqueros”.

Y, por tanto, a la postre no sería cierto que “los datos le arrebatan el protagonismo al dinero” y, menos aún, al capital si comprobamos, como ya se visualizó, que la riqueza “parece acumularse en manos de quienes aportan el capital: inversores y banqueros” 

Siendo así que aquello con lo que empezábamos esta reseña y que ellos concluían: “En lugar del capital y de las empresas, somos capaces de imaginarnos mercados ricos en datos que empoderen a los seres humanos para que estos puedan trabajar juntos mejor”, no deja de ser un piadoso deseo.

Al contrario: más poder del capital que nunca y más poder de mercado de un número pequeño de empresas que nunca, con menos rentas salariales en el producto nacional.

Ante este panorama los autores no pueden menos que proponer medidas para embridar los mercados, sobre fiscalidad, formación o renta básica universal. Todo eso y más será poco ante las fuerzas desencadenadas y unos Estados anémicos de obediencia neoliberal.

Quién esto escribe, aparte de disentir en el diagnóstico como he intentado transmitir, echa de menos, por un lado, medidas sobre reducción de jornada laboral (semanal, anual y a lo largo de la vida) en línea con la tendencia histórica anterior a 1980 y, por otro, abrir un creciente espacio a las relaciones no monetarizadas (por fuera del mercado) ya públicas (sanidad, educación, pensiones, desempleo) o ya colaborativas (como Wikipedia a la que citan sin tirar del hilo) y del pro-común. Pero todo esto sería mucho pedir para autores relacionados con Microsoft o The Economist.

 

Por Albino Prada / Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Santiago de Compostela, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Vigo, fue miembro del Consejo Gallego de Estadística, del Consejo Económico y Social de Galicia y del Consello da Cultura Galega. Editor de los Documentos del Foro Económico de Galicia (2014-2018). Entre 2006-2018 fue columnista habitual de La Voz de Galicia; colabora en medios como Mundiario​, La Maleta de Portbou o infoLibre.​ Es miembro del Consejo Científico​ de Attac España. * Sin Permiso

Te puede interesar