







El gobierno quema puentes que va a necesitar tarde o temprano, o quizás hoy mismo. El faltazo masivo de los gobernadores al acto del 9 de julio debía ser leído por la Casa Rosada como una advertencia que los alentaría a sentarse a negociar un mejor reparto de recursos. Eso esperaban 18 de los 24 gobernadores; de los restantes hay dos que ya perdieron esa expectativa y cuatro que nunca la abrigaron.


Milei no quiso o no supo leer el mensaje. Los acusó, a “todos”, de buscar la destrucción del Gobierno. Con una fallida operación de relaciones públicas intentó instalar la idea de que las turbulencias financieras que habrá en las próximas semanas no son a causa de la falta de dólares sino de que el Congreso Nacional apruebe leyes que asignan recursos a jubilados, discapacitados y las provincias.
Esa voltereta mediática no hizo más que consolidar el bloque opositor que se prepara para darle esta tarde una dura derrota al gobierno en el Senado. Los gobernadores pasaron de ser los mejores aliados de Milei a sus nuevos enemigos. Como aliados le permitieron obtener la Ley de Bases y sostener el DNU 70/23. Como enemigos puede convertir lo que quede de su mandato en un pantano.
Oficialismo y oposición descuentan que este jueves por la tarde van a estar los votos para convertir en ley el aumento a los jubilados y la suba del bono, además de la emergencia en discapacidad. Adicionalmente, buscarán darle media sanción a los dos proyectos impulsados por los 24 gobernadores para que el gobierno nacional reparta entre las provincias fondos que retiene de manera irregular.
Pero es otro proyecto el que enciende todas las alarmas. Los senadores de la oposición intentarán alcanzar los dos tercios de los votos para insistir con la ley que declaraba la emergencia en Bahía Blanca por las inundaciones, y que el presidente vetó. Si lo consiguen, los diputados podrán hacer lo propio la semana que viene, dejando al desnudo la vulnerabilidad del gobierno, que perdió el poder de veto.
Esa revelación caería en el momento más inoportuno. En la recta final antes de las elecciones en la provincia de Buenos Aires y las nacionales puede quedarse sin herramientas para evitar una serie de derrotas políticas de alto calibre. Por eso se profundiza el ataque al Congreso y se redoblarán los esfuerzos para boicotear su funcionamiento. La oposición deberá evitar las trampas.
Para completar un panorama adverso, a Milei también le están dando la espalda los grandes grupos financieros, que son los principales beneficiarios de su gestión. Sólo entre ayer y hoy se pagaron más de 4000 millones de dólares (que equivalen al 80% del presupuesto anual en Salud) en intereses de deuda. La principal prioridad del plan económico del gobierno es pagarle a los acreedores.
Eso explica los recortes en las jubilaciones, el ataque al Garrahan, el desfinanciamiento de la ciencia, la disolución de Vialidad Nacional y todas las demás medidas de ajustes. Para eso, para pagar intereses, se planchan los sueldos de los docentes, del personal de salud y de la policía. Cualquier otra explicación es una excusa. Le sacan a los argentinos, le dan a los grandes fondos de inversión.
Y aún así los fondos de inversión están advirtiendo que esto va a terminar mal. Desde que el ministro de Economía, Luis Caputo, recomendó comprar dólares, la divisa subió un diez por ciento y cada día que pasa está más claro que habrá una nueva devaluación en el horizonte. El Gobierno espera que sea pequeña y después de las elecciones pero esas cosas en general no se eligen.
Para tratar de ganar tiempo Caputo gasta más dólares interviniendo en los mercados, lo que, a su vez, profundiza el problema. A un año y medio de asumir se quedaron sin pólvora ni credibilidad. Mantener la fantasía de que se está terminando de una vez y para siempre la inflación es la última bandera que les queda para defender y van a aferrarse a ella sin miramientos.
El dato de junio será más alto que el de mayo.
En CABA subió de 1,6 a 2,1. En los bolsillos la realidad tiene otro termómetro. Las consultoras especializadas creen que en julio va a ser más alta que en junio. Ese número es el último que va a conocerse antes del 7 de septiembre, cuando voten diez millones de bonaerenses, en una elección que puede ser definitoria, en muchos sentidos.
Sin aliados y sin dólares, y acechado por escándalos de corrupción que suman revelaciones escandalosas casi a diario, Milei va a profundizar el ajuste y la violencia. El ajuste porque si el dólar sube, el único ancla que puede evitar un salto en los precios es que la gente no tenga para comprar. La caída permanente del consumo masivo es un pilar de la estrategia del gobierno, no un efecto colateral.
Y la violencia porque, como dijo el presidente alguna vez, la gente antes de morirse de hambre va a hacer algo. Este gobierno se ha mostrado dispuesto a perseguir, a reprimir, a denunciar, a pegarles y dispararles a los que hacen ese algo: protestar, organizarse, oponerse o disentir. Pero cada vez son más y no se puede controlar a todos, todo el tiempo.
Por Nicolás Lantos / El Destape







