San Martín, el papá de Merceditas

Historia 19 de junio de 2022
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“El constante cariño y esmero que siempre me ha manifestado, han recompensado con usura todos mis desvelos, haciendo mi vejez feliz”.

Palabras simples de un hombre orgulloso de su hija; un padre, un guerrero. José de San Martín, el “Padre de la Patria”. Y papá de Mercedes Tomasa San Martín y Escalada. Merceditas.

Merceditas nació en Mendoza el 24 de agosto de 1816, cuando su padre gobernaba esa provincia y estaba a punto de inciar la campaña libertadora. Tenía solo cuatro meses de edad cuando San Martín iniciaba el cruce de Los Andes y ella se trasladaba con su madre ya enferma, Remedios de Escalada, a la casa de sus abuelos en Buenos Aires.

Merceditas recién volvería a ver a su padre siete años más tarde, cuando después de Guayaquil San Martín decide dar un paso al costado en la lucha por la liberación de América, quedando esta en manos de Simón Bolivar, y regresar a su Patria.

Las obstáculos para el reencuentro no fueron pocos. San Martín, ya en Chile, quería regresar a Buenos Aires para acompañar a su esposa en el lecho de muerte. Pero sus enemigos, con Bernardino Rivadavia a la cabeza, gobernaban Buenos Aires y el regreso estuvo plagado de dificultades. Tanto, que cuando por fin llegó, Remedios ya había muerto.

Cuando el 4 de diciembre de 1823 San Martín se presenta en la casa de sus suegros en Buenos Aires, encuentra en Tomasa de Escalada una férrea oposición a que Merceditas viva con su padre.

Su suegra se había aferrado a Merceditas desde la muerte de Remedios y no pensaba soltarla. Además, nunca lo había querido. Desde que lo conoció, cuando San Martín participó de una tertulia organizada por los Escalada a poco de llegar a Buenos Aires, le pareció que era poco para su hija. Carecía de linaje, decía.

Pero San Martín era tozudo. Y fuerte. La lucha contra los españoles le había dado la perseverancia y el coraje que ahora necesitaba para recuperar a su hija. Y eso hizo, a pesar de que eran dos desconocidos.

Padre e hija emprenderán un viaje largo y definitivo al viejo continente. San Martín amaba a su hija y estaba dispuesto a recuperar el tiempo perdido. Los esperaba el exilio y la posibilidad de una nueva vida. Sus días serían insoportable y peligrosos si se quedaban en Buenos Aires.

Los libros y la noche

Padre e hija intentan instalarse en Londres, pero el costo de vida allí es muy alto y ni el gobierno porteño ni el del Perú le pagan a San Martín su pensión. Debido a que carecía de fortuna (su único ingreso era la renta de una casa que tenía en Buenos Aires) decide cruzar el Canal de la Mancha para instalarse en Bruselas, donde vivirán durante seis años.

Recién en 1830 el Libertador comenzará a percibir lo adeudado y se instalará en Francia, dejando atrás las penurias económicas. “Tuvo una vida muy linda en Francia, muy interesante, donde conoció a las grandes figuras de la cultura de la época de la mano de su querido amigo Alejandro Aguado”, destaca el historiador Felipe Pigna.

Y agrega: “También fue una época en que disfrutó a sus nietas, las hijas de Mercedes (se había casado con Mariano Severo Balcarce en septiembre de 1832), Merceditas y Pepita”. Pero San Martín padecía problemas de salud. Si bien estos se aliviaron cuando se instaló en Francia, igual lo afectaban el reuma, la artrosis y el asma.

“Después de los sucesos de 1848 en París decide viajar a Inglaterra y cuando está a punto de cruzar el Canal de la Mancha conoce al director de la Biblioteca Pública de Boulogne Sur Mer, quien le ofrece alquilarle, a muy bajo precio, su casa, que está en los altos de la Biblioteca Pública. Como San Martín era un gran lector la propuesta lo convence y allí pasará los últimos años de su vida”, asegura Pigna.

Sin embargo, la noche caerá sobre los libros.

“San Martín padecía de cataratas, lo operan y por una mala práxis queda ciego”, cuenta el historiador, y detalla que “pasará los dos últimos años de su vida en estado de ceguera, con su hija Mercedes leyéndole diarios y libros en aquella casa de Boulogne Sur Mer”.

San Martín falleció el 17 de agosto de 1850, a los 72 años. Merceditas estuvo en todo momento a su lado. Como soñó desde aquel reencuentro en Buenos Aires. Como lo quiso antes de cada una de sus batallas. Esas en las que soñaba vencer. Y pasar el resto de sus días junto a su hija.

MÁXIMAS PARA MI HIJA

En 1825 José de San Martín escribe “Máximas para mi hija”, una lista de consejos que Merceditas debía tener en cuenta en su vida y donde el Libertador vuelca también sus ideales para la educación de niños y niñas. A continuación el listado completo.

1. Humanizar el carácter y hacerlo sensible aún con los insectos que nos perjudican. Stern ha dicho a una mosca abriéndole la ventana para que saliese: “Anda, pobre animal, el mundo es demasiado grande para nosotros dos”.

2. Inspirarla amor a la verdad y odio a la mentira.

3. Inspirarla gran confianza y amistad pero uniendo el respeto.

4. Estimular en Mercedes la caridad con los pobres.

5. Respeto sobre la propiedad ajena.

6. Acostumbrarla a guardar un secreto.

7. Inspirarla sentimientos de indulgencia hacia todas las religiones.

8. Dulzura con los criados, pobres y viejos.

9. Que hable poco y lo preciso.

10. Acostumbrarla a estar formal en la mesa.

11. Amor al aseo y desprecio al lujo.

12. Inspirarla amor por la Patria y por la Libertad.

Daniel Giardone - Telam

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