La "diplomacia presidencial" de Milei: destrato al G20, guiño a OCDE y Malvinas como rehén

Actualidad - Nacional23/11/2025
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La política exterior del gobierno libertario volvió a quedar bajo la lupa en la recta final del año. Mientras el mundo se concentra en la fragmentación geopolítica, las reacomodaciones entre potencias (con el propio Donald Trump resumiendo la competencia con China con el concepto de "G2") y el rol de los organismos multilaterales, Argentina decidió replegarse de varios escenarios clave.

La lista de ausencias no es menor. El presidente Javier Milei finalmente faltó a la cita con el G20 en Johannesburgo, una rareza para la Argentina que solo se remonta a 2015, cuando Cristina Kirchner envió una delegación a Turquía. Pero tampoco de la COP de Belém, ni de la Cumbre CELAC–UE en Santa Marta —donde la Unión Europea volvió a incluir la cláusula de apoyo a la cuestión Malvinas—, y todavía no confirma si participará de la Cumbre del Mercosur en Foz de Iguazú, en medio del tira y afloje con el brasileño Lula da Silva. La secuencia no fue ajena al mundo diplomático, tanto profesional como internacional. 

En paralelo, aceleró su acercamiento al eje occidental con el avance hacia la OCDE y una retórica que cuestiona el liderazgo de los pesados del Sur Global —China, Brasil y ahora Sudáfrica—, una bajada que incluyó votaciones clave en la ONU; y, de esta manera, profundizó un tipo de intervención diplomática disruptiva que especialistas ya describen como una "diplomacia presidencial" —según opinó el académico e internacionalista Esteban Actis en X— selectiva, en la que el Presidente decide dónde estar (y, sobre todo, dónde no) en función de afinidades políticas más que de beneficios estratégicos.

Las "diferencias geopolíticas" de la Argentina libertaria y el G20

El caso más reciente, la cumbre del Grupo de los 20, fue particularmente sensible. Con Sudáfrica intentando salvar una declaración conjunta frente a un escenario internacional crispado, y con la ausencia del presidente estadounidense Donald Trump tensando las expectativas, varios países —incluidos México y Argentina— llegaron al encuentro de las veinte mayores economías del mundo sin sus jefes de Estado.

La Casa Rosada alineó su posición con Washington, una de las únicas certezas de las agendas de los tres cancilleres que lleva la política exterior libertaria. Su presidente, Donald Trump, ya había anticipado que no viajaría al encuentro celebrado por primera vez en África y que hizo hincapié en temas que molestan al trumpismo, como la crisis climática o el conflicto en Medio Oriente.

"No debemos permitir que nada disminuya el valor, la estatura y el impacto de la primera presidencia africana del G20", afirmó el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, consciente del peso de las ausencias incluida la del mandatario chino Xi Jinping. El anfitrión, en tanto, ya había tenido un cruce con Trump en la Casa Blanca, cuando lo acusó de difundir una noticia falsa al decir que en Sudáfrica se cometía "genocidio contra los blancos". Uno de los puntos de fricción entre ambos es la presentación de Sudáfrica contra Israel en la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y de lesa humanidad (incluido el genocidio contra los palestinos de Gaza), que derivó en una investigación penal y órdenes de arresto contra Benjamin Netanyahu y su exministro de Defensa, Yoav Gallant.

la-cita-del-g20-en-sudafrica-2141562Los mandatarios Lula da Silva (Brasil) y Cyril Ramaphosa (Sudáfrica), en la cumbre del G20 en Johannesburgo.

El G20, que concentra cerca del 87% del PIB global y más del 60% de la población mundial, no tiene poder ejecutivo propio, pero desde la crisis financiera de 2008 se consolidó como el principal espacio de coordinación entre las grandes economías. En un escenario internacional cada vez más interdependiente y con desafíos que ningún país puede resolver por sí solo, su funcionamiento resulta clave. Al menos desde la óptica de las grandes y medianas potencias asiáticas que protagonizan el escenario actual.

Tras rechazar la declaración conjunta, el enviado de Milei, el canciller Pablo Quirno, reconoció el "compromiso con el espíritu de coopeeración" con el G20. Sin embargo, rechazó la "falta de consenso" en partes clave, incluida el enfoque "parcial" de la guerra en Medio Oriente, según el comunicado de Cancillería.

ONU, Malvinas y un guiño a la OCDE

En ese tablero, el voto argentino contra la detención del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en la Asamblea General de la ONU—en el marco del proceso iniciado en la Corte Penal Internacional— consolidó el alineamiento con los Estados Unidos e Israel, pero profundizó tensiones en foros donde el país solía tener posiciones más en favor del respeto al derecho internacional. Un exembajador admitió, en una charla informal con PERFIL que, bajo este esquema, la política exterior se volvió más reactiva y comunicada directamente por el Presidente o el propio canciller, Pablo Quirno, en redes sociales, incluso con cruces internos como el que protagonizó días atrás con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, rematado por Quirno con un lacónico: "Entró la balubi".

Mientras tanto, todavía es incierto el efecto que tendrá el drástico giro de Argentina en el cambiante esquema global y sobre la postura frente a Malvinas, en el marco del Comité de Descolonización. En esa línea, otro frente inesperado irrumpió en la escena local y politizó la agenda diplomática de fin de año: el posible nombramiento de Fernando Iglesias como embajador ante la Unión Europea. Su pliego genera incomodidad dentro y fuera del oficialismo, no por una cuestión formal —no existe impedimento legal para su designación— sino por sus expresiones públicas sobre el usurpado archipiélago. Iglesias calificó en redes a la causa como "un mito del nacionalismo argentino" o una "cortina de humo".

En la diplomacia profesional hay inquietud: el embajador representa al Estado y no a su opinión personal, pero la política de defensa de los derechos argentinos sobre las islas es una política de Estado resguardada en la carta magna. En Tierra del Fuego, la reacción fue inmediata. En diálogo con PERFIL, funcionario del gobierno fueguino afirmó que el tema será llevado al Consejo de Asuntos Relativos a Malvinas en Cancillería —pospuesto de manera indefinida según supo PERFIL de fuentes del Palacio San Martín— y que también promoverán acciones en el Congreso. Para el entorno del gobernador, alguien que relativiza la soberanía sobre las islas o resalta la "autodeterminación de los isleños" contrario a las resoluciones que respaldan la postura argentina "no puede defender los intereses del país ante Bruselas".

g20-en-sudafrica-el-ministro-de-relaciones-exteriores-comercio-internacional-y-culto-pablo-quirno-2141637El ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Pablo Quirno, en el G20.

La figura de Pablo Quirno aparece en el centro de casi todas estas discusiones. Tras su desembarco en Cancillería a finales de octubre, dirigentes políticos, diplomáticos y analistas coinciden en que su perfil es marcadamente económico y que su prioridad está puesta en inversiones, exportaciones y apertura comercial. Un referente del CARI que se reunió con él antes de su asunción detectó "más interés por la diplomacia" que en el caso anterior, aunque desde el sur del país advierten que ese enfoque dificulta "encontrar puntos de encuentro" en temas sensibles (y relegados) como Malvinas.

El único frente donde Argentina parece avanzar con mayor previsibilidad es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en función de la jugada que implementó Milei desde el inicio de su gobierno, luego de que, en paralelo, le bajara el pulgar a los BRICS. Con el tridente económico (Caputo-Quirno-Bausili) al mando de áreas estratégicas (Economía, Relaciones Exteriores y Banco Central, respectivamente), el Gobierno entregó recientemente el documento con la posición jurídica del país frente a cada una de las normativas del organismo, que incluye áreas institucionales, económicas, sociales, ambientales, educativas y de innovación, donde será evaluado por los estrictos comités del organismo.

En este contexto, la política exterior argentina aparece en un punto de quiebre: con una presencia presidencial reducida en los foros multilaterales, una Cancillería reorientada hacia la economía y el avance técnico del expediente OCDE como excepción dentro de una estrategia más volátil. El desafío será demostrar que este giro —menos institucional, más personalista y fuertemente alineado al mundo occidental— puede sostenerse sin erosionar consensos internos delicados ni relegar espacios que históricamente amplificaron la voz del país en el escenario global.

Fuente: Perfil

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