


Síndrome del impostor: ¿Por qué sentir que no mereces tu éxito no es tan raro (ni tan inocuo)?
Recursos Humanos25/10/2025


Especialistas de Neuromify revelan que el síndrome del impostor, lejos de ser un rasgo anecdótico, se ha convertido en una barrera silenciosa que afecta a millones de profesionales en todos los niveles: desde estudiantes brillantes hasta directivos experimentados. Esa voz interior que repite “No soy tan bueno como creen”, “He tenido suerte” o “En cualquier momento me van a descubrir” tiene un coste real en la salud mental y en la calidad del trabajo.
¿Qué es exactamente el síndrome del impostor?
El término lo acuñaron las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes a finales de los 70 para describir el fenómeno de personas altamente competentes que atribuyen sus logros a factores externos —suerte, contactos, circunstancias— y minimizan sus habilidades reales. En la práctica, quien lo padece vive atrapado entre la autoexigencia extrema, el miedo a no estar a la altura y una autocrítica constante. Y aunque suele rendir bien, no disfruta de sus logros ni se siente merecedor de ellos.
¿Por qué aparece?
El síndrome del impostor no surge de la falta de logros, sino del desequilibrio entre expectativas internas y la realidad. Factores que lo alimentan:
Estilos de crianza muy exigentes o basados en la comparación.
Entornos competitivos donde el error se castiga.
Falta de referentes diversos (por ejemplo, mujeres o minorías en puestos de liderazgo).
Poca cultura de validación emocional y reconocimiento genuino.
Todo esto alimenta un diálogo interno distorsionado: “No soy suficiente, estoy engañando a todos”.
El coste emocional de vivir “haciéndose pasar por”
En Neuromify destacan que el coste del síndrome del impostor va más allá de la incomodidad puntual: puede generar ansiedad crónica, bloqueos creativos, procrastinación y, a largo plazo, burnout.
Quien lo sufre tiende a compensar su inseguridad trabajando más de la cuenta, evitando delegar y revisando todo una y otra vez. Irónicamente, esto refuerza el ciclo: cuanto más esfuerzo, más éxito… y más se atribuye ese éxito a factores externos.
Lo que proponen desde Neuromify
En sus programas de bienestar emocional, Neuromify ayuda a identificar este patrón y a romper el bucle de autoboicot. El enfoque combina autoevaluaciones de creencias limitantes con ejercicios prácticos para reformular el diálogo interno, reconocer los logros propios y aprender a recibir reconocimiento sin culpa. Además, se trabaja la validación externa saludable: líderes y equipos que celebran avances reales y construyen un clima donde se puede hablar de dudas sin ser juzgado.
Claves para empezar a desactivar el impostor interno
Reconoce logros con hechos: enumera tareas, decisiones o competencias concretas.
Observa tu discurso interno: ¿qué dirías a un amigo que se menosprecia como tú?
Aprende a recibir cumplidos: practica un “gracias” genuino, sin justificar.
Rodéate de referentes que también hablen de sus inseguridades.
Normaliza compartir miedos en entornos de confianza: hablarlo rompe la vergüenza.
Sentirte impostor no significa serlo
El síndrome del impostor es una distorsión de la percepción, no de la realidad. Lo valioso no es negar la duda, sino aprender a convivir con ella sin que bloquee. Como recuerdan desde Neuromify: “No importa lo que tu voz interna diga de ti. Importa lo que haces, lo que aprendes y cómo sostienes tu valor con amabilidad.”
Nota:rrhhdigital.com























