La iatrogenia de Trump a Milei

Actualidad01/10/2025
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Según corresponsales en Washington, parte de las condicionalidades del préstamo del Tesoro de los Estados Unidos que se le daría al gobierno de Javier Milei refiere a la anulación del swap con China. Si bien la administración Donald Trump no admitió ninguna condición de manera oficial, esto también se desprende de la preocupación que Scott Bessent había manifestado en su visita de abril de este año a nuestro país. El titular del Tesoro norteamericano planteó que Argentina debía desprenderse del swap chino luego de plantear que si Milei necesitaba ayuda, el Tesoro de los Estados Unidos acudiría a él.

Si efectivamente, como todo lo indica, el préstamo conlleva esta condición, deberíamos distanciarnos de nuestro principal ingreso de dólares vía la exportación de soja. Hoy China es nuestro segundo socio comercial y el destino principal de nuestra soja, el primer generador de dólares genuinos de Argentina. Es decir, el remedio podría ser peor que la enfermedad.

Por otro lado, el embajador norteamericano designado en Argentina, Peter Lamelas acusó a China de condicionar a los países africanos mediante créditos y obras, repartiendo cadenas disfrazadas de swaps. Lo curioso, o directamente hipócrita, es que esa denuncia hoy funciona como un espejo invertido para Estados Unidos. Porque mientras se alerta sobre la supuesta “trampa de la deuda china”, Washington haría con la Argentina exactamente lo mismo que critica. Es decir, endeudarse estaría bien siempre y cuando el acreedor sea el correcto. Así planteado, habría una geopolítica financiera donde no habría un debate sobre soberanía, sino sobre quién te pone el collar. 
 
China ha firmado acuerdos de swap de divisas con más de 40 países, pero algunos destacan por el monto comprometido. Encabezan la lista, además su propia Hong Kong con unos 70.000 mil millones de dólares, la Eurozona con 49.000 mil millones, y Corea del Sur con 50.000 millones, mostrando cómo los grandes centros financieros priorizan la liquidez en yuanes: Europeo cuna de occidente y Corea del Sur el país asiático más norteamericano y libremercadista.

Entre los países latinoamericanos, los más relevantes son Brasil con 27.000 mil millones y Argentina con aproximadamente 18.000 mil millones, seguidos de México y Chile en montos menores. Estos swaps permiten a los bancos centrales acceder a liquidez en yuanes para facilitar comercio bilateral y fortalecer reservas, pero también generan presión geopolítica: EE.UU. ve estos acuerdos como una expansión de la influencia china, especialmente en países estratégicos de América Latina.

Además, China ha firmado swaps de divisas con varios países africanos, destacando Sudáfrica, Nigeria, Egipto y Angola. En total, más de 30 países del continente tienen acuerdos relacionados con yuanes, facilitando comercio e inversiones, aunque muchos montos y términos son confidenciales. Los swaps con países africanos es lo que denuncia Peter Lamelas como modelo de China que quiere trasladar a Latinoamérica.

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Otra país para destacar de la lista es Canadá, el principal vecino de los EE-UU., además de Turquía, un país que suele tener problemas similares a los de Argentina, y el Reino Unido.

Es decir, China tiene swaps vigentes con más de 40 países, incluyendo aliados de Estados Unidos. Pero cuando el swap es con Pekín, se lo llama “dependencia geopolítica”; cuando es con la Reserva Federal, se lo llama “confianza y estabilidad”. En documentos del Departamento de Estado se mencionan estos swap como instrumentos de “dependencia financiera estratégica”. Además de Argentina, Estados Unidos presionó a países como Pakistán para que reduzcan sus swaps con China.

En el caso de Argentina, de los 18 mil millones del swap, 5 mil son activos. Es decir, son parte de las reservas del Banco Central. La mayoría de los 41 países tienen una parte del swap activo, y la otra como un crédito. Renunciar al swap con China no corta necesariamente el comercio, pero sí reduce liquidez en yuanes y aumenta la dependencia del dólar. Esto limita la capacidad del Banco Central para financiar importaciones o cubrir operaciones y encarece el financiamiento. Además, quita margen de maniobra frente al Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros acreedores. En suma, se pierde flexibilidad financiera para componer reservas y proteger la economía frente a shocks internacionales, a cambio de alinearse con EE.UU.

Volviendo a nuestro título, la iatrogenia es cualquier daño o efecto adverso provocado no por la enfermedad en sí, sino por la intervención del sistema de salud. Puede originarse por un error médico, un tratamiento mal indicado, una cirugía innecesaria, una medicación mal administrada o incluso por un diagnóstico que genera más perjuicio que beneficio. No siempre implica mala praxis: a veces el riesgo es inherente al procedimiento, aunque se haya hecho todo correctamente. Otras veces surge por fallas en la comunicación entre profesionales y pacientes, o por protocolos que priorizan lo técnico sobre lo humano. En términos simples: es cuando la cura enferma.

Si EE.UU. exige anular el swap con China y los dólares se destinan a pagar deuda, Argentina pierde capacidad de financiar exportaciones a China. Sin yuanes ni dólares suficientes, vender soja y otros productos se vuelve más caro y complicado. Mientras tanto, los exportadores estadounidenses quedan en ventaja: China sigue necesitando soja y puede comprar directamente a EE.UU., dejando a Argentina fuera de parte del negocio. Esto sería consecuente con el reclamo de los farmers estadounidenses al gobierno de Trump que plantearon que debido a la guerra comercial que se tiene con el gigante asiático, ellos se están perdiendo de miles de millones de dólares en venta de harina, aceite y porotos de soja.

En 2024, Argentina exportó aproximadamente 27,2 millones de toneladas de harina de soja, 6,1 millones de toneladas de aceite de soja y 4,5 millones de toneladas de poroto de soja. Esto da un valor equivalente de 20 mil millones de dólares. Es decir, si Estados Unidos nos presta los 20 mil millones de dólares que se rumorean, recuperaría en sólo un año o en cinco la inversión y luego se quedaría con un negocio altamente rentable.

Si bien la iatrogenia que estamos utilizando como metáfora es de Trump a Milei, el presidente argentino también participa de la fallida operación médica por así decirlo. Por eso, en la imagen que acompaña este editorial, Milei está caracterizado como el “Manochanta”, que se encuentra al lado de Trump vestido como médico. Para los más jóvenes, el Manochanta de Olmedo era el estafador perfecto: ni violento ni astuto, sino encantador.

Se presentaba como mago internacional pero sus trucos eran un desastre. Lo maravilloso era que nunca se daba por vencido; aunque todo explotara, él seguía hablando con total convicción. No vendía magia, vendía esperanza. Era el falso gurú argentino por excelencia: inútil pero carismático, un chamuyo tan descarado que uno terminaba queriéndolo igual.

Lamentablemente, los milagros que vende Milei, palabra que utilizó en “El Milagro”, su último libro que presentará próximamente, cada vez nos hacen reir menos porque esto no es un sketch cómico, es simplemente la parodia que viene después de la tragedia de los dos primeros préstamos con el FMI.

Pero, como decíamos, además de ser el asistente manochanta, también es el pobre paciente de la iatrogenia de Trump. Milei quiere mantener la estabilidad cambiaria artificialmente para mejorar su performance electoral. Sin embargo, el acuerdo con Estados Unidos puede complicarlo aún más en este sentido.

Según el informe difundido este domingo por la consultora Federico González y Asociados, dos de cada tres bonaerenses están en contra del acuerdo con EE.UU. El 21,6% de los encuestados lo leyó como “un acto miserable de sumisión y entrega de la soberanía nacional”. Otro 18,6% de los consultados considera que la ayuda “solo estirará la agonía del Gobierno de Milei y sumará más deuda para el país”.

El 14% de las personas consultadas expresa desconfianza, ya que acuerda con la frase "'Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía’: los ‘yanquis’ van a pedir más de lo que nos den". Otro 6,5% coincidió con la afirmación “Milei se hace el duro con los débiles, como jubilados o discapacitados, pero se arrodilla ante los fuertes, como Estados Unidos”. Finalmente, el 5 por ciento consideró al acuerdo “una extorsión de Milei y Trump orientada a que Milei gane las elecciones”.

Según esta misma encuesta, esto profundiza aún más la derrota obtenida por el peronismo en el principal distrito del país. El estudio le da una diferencia de 14 puntos a favor de Jorge Taiana, candidato del peronismo y ubica a José Luis Espert con 27,4% de los votos.

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A nivel nacional, según la tapa de Clarín de este lunes, el peronismo achicó la diferencia a cuatro puntos según el promedio de seis encuestas en las que se suponía que La Libertad Avanza estaba por delante.

Estos datos se vuelven más inquietantes para el Gobierno cuando se cruzan estos datos con el último estudio de Zuban Córdoba. Según el informe, el 60,9% cree que el país va en una dirección incorrecta desde que asumió Milei y el 35% considera que es una dirección correcta. ¿Por qué este dato es importante? Porque Milei era fuerte en la idea de que estaba haciendo un ajuste para estar mejor en el futuro. La idea de “estamos mal, pero vamos bien”. “Esperanza”, era la palabra más asociada a la imagen de Milei. Eso, según este estudio, dejó de ser así en la mayoría de los argentinos.

La iatrogenia se vuelve tanto económica como política, cuando el Gobierno va a un potencial desastre electoral en octubre y ahora tendremos una economía más condicionada y se vulnerará al campo argentino, primer generador de dólares genuinos.

Desde el punto de vista del Gobierno, ¿no será más inteligente liberar el tipo de cambio, como dicen muchos economistas, a 1600 pesos que sería el precio de equilibrio? Si igual se van a perder las elecciones, ¿no sería mejor evitarlos seguir endeudándose para mantener un dólar artificial? Probablemente, debido a los niveles de recesión que hay, la traslación a precios sería menor a lo esperado y se podría acumular reservas. Pero, para comportarse de esta manera, el Gobierno debería dejar de poner los intereses de su espacio político por encima de los intereses de la economía argentina. En palabras del propio Milei debería dejar de tener comportamiento de casta.

Por otro lado, el campo está enojado con el Gobierno. Ya venía distanciándose porque las promesas de baja de las retenciones nunca habían llegado. Esto se expresó electoralmente en la provincia de Buenos Aires. El interior de la Provincia, vinculado al campo, que históricamente vota contra el peronismo, esta vez votó contra Milei y el peronismo volvió a ganar en municipios que no ganaba desde hace más de 30 años, es decir, en los que sólo había ganado en la época de Carlos Menem.

En la actualidad, la baja de las retenciones temporales al campo, anunciada como un alivio para los productores agrícolas, terminó beneficiando solo a las cerealeras y los intermediarios. En teoría, los productores recibirían más dinero por sus granos, pero estas empresas pudieron apropiarse de gran parte del beneficio adicional, quedándose con la diferencia entre el precio internacional y el interno, mientras que los productores, con costos fijos de producción y logística, apenas percibieron un aumento marginal.

Así, la medida terminó siendo más un subsidio indirecto a las grandes compañías que un alivio real para los agricultores, dejando al campo, sobre todo a los pequeños y medianos productores, fuera de la ecuación de ganancia que se había prometido.

¿Se expresará este enojo en octubre? El enojo será vehiculizado con el ausentismo, se expresará en el voto a Provincias Unidas, una lista representante del interior productivo o directamente utilizará la boleta de peronismo para castigar a Milei?

La relación entre Milei y el campo es más ideológica que económica. Aunque Milei prometió eliminar las retenciones, en la práctica las mantiene en niveles altos, y el campo termina pagando más que con Alberto Fernández, recibiendo menos netamente, si se consideran la inflación, el tipo de cambio y la presión fiscal general. El aumento de costos internos (combustibles, fertilizantes, logística) hace que el impacto neto en el productor sea más duro: menos margen de ganancia después de impuestos, a pesar de que la nominalidad de la retención no cambió mucho.

En otras palabras, la apreciación del peso hicieron que el sector pague más en dólares reales, consolidando la paradoja de que, con un gobierno que prometía “liberar al campo”, las retenciones efectivas resultaron más gravosas que antes. Probablemente, esta relación más ideológica política que económica hace que los líderes de las entidades agrarias estén desorientados, mientras los productores de base manifestaron su enojo contra el Gobierno.

Este Gobierno se vuelve cada vez más un gobierno que solo defiende los intereses del capital financiero especulativo, a quien finalmente favoreció los préstamos del FMI y el actual préstamo de Estados Unidos. Sin embargo, esto tendrá un efecto nocivo para el resto de la economía y probablemente para el propio desempeño electoral de Milei. Por todo esto, Trump podría ser, paradójicamente, quien le clave el último clavo del cajón libertario y no al peronismo.

El dicho “peor es el remedio que la enfermedad” tiene raíces en la experiencia médica y popular europea medieval, cuando los tratamientos podían ser más peligrosos que la dolencia misma: sangrías, purgas, brebajes con metales o hierbas tóxicas. La frase surgió como advertencia de que la solución aplicada a un problema puede generar más daño que el problema original, y con el tiempo trascendió la medicina para convertirse en refrán de uso universal, aplicable a decisiones políticas, económicas o personales mal pensadas.

Autores antiguos, como Séneca y otros moralistas romanos, ya advertían sobre la imprudencia de remedios extremos que empeoran la situación. Más tarde, en la literatura española del Siglo de Oro, se repitió la idea como enseñanza popular: la prudencia en la acción es más valiosa que la precipitación. Hoy el refrán sigue vigente como advertencia sobre soluciones apresuradas o mal calculadas, recordando que a veces intentar arreglar algo puede empeorarlo y que la moderación y la reflexión suelen ser el mejor “remedio” para cualquier problema.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi / Mundo Fontevecchia 

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