







La irrupción de la inteligencia artificial (IA) ha sido tan veloz que, en apenas unos años, ha pasado de los laboratorios académicos a impregnar la vida diaria, generando tanto fascinación como recelo. Lo que comenzó como la promesa de un futuro más eficiente e interconectado también ha despertado temores y debates sobre su impacto real.


Entre el ruido y la incertidumbre, surgen voces jóvenes que ven la IA no como un fin, sino como una herramienta cuyo valor dependerá de cómo y para qué se utilice. Cuatro becados de la Fundación ”la Caixa” representan esta nueva generación que busca un desarrollo tecnológico consciente, ético y orientado al bien común.
Albert Gimó: Alinear la IA con los valores humanos
Apasionado de las matemáticas desde niño, Albert Gimó (2001) cursa un máster en Matemáticas, Visión y Aprendizaje en la Université Paris-Saclay (Francia). Su investigación se centra en evitar los efectos adversos de entrenar modelos de IA con datos sesgados, especialmente en los sistemas de lenguaje como ChatGPT.
Defiende que no basta con la buena voluntad de los desarrolladores: “Hay que pensar activamente en los efectos”. Para él, la IA debe construirse combinando la precisión técnica con el enfoque filosófico y psicológico, para no perder de vista su impacto real en las personas.
Belén Luengo: Tecnología al servicio de la equidad
Su vocación tecnológica nació de una experiencia personal: su hermano tiene una discapacidad severa. Tras estudiar Derecho y Estudios Internacionales en la Universidad Carlos III de Madrid, Belén Luengo (2001) se prepara para cursar un máster en Ética Aplicada y Políticas Públicas en la Duke University (EE. UU.), enfocándose en tecnologías que impulsen la equidad y el empoderamiento de comunidades marginadas.
Colabora con The NeuroRights Foundation para proteger los derechos mentales ante el avance de las neurotecnologías. “La IA refleja nuestras prioridades. Nos obliga a replantearnos qué sociedad queremos construir”, afirma.
Gonzalo Plaza: Humanizar la medicina
Estudiante de un máster en Inteligencia Artificial Aplicada a la Biomedicina en el University College London, Gonzalo Plaza (2002) trabaja en el Great Ormond Street Hospital para integrar IA en entornos clínicos sensibles. Especializado en neuroingeniería, busca automatizar tareas repetitivas para que los médicos puedan dedicar más tiempo a escuchar a sus pacientes.
Advierte que la IA debe ser un apoyo, no un sustituto del juicio clínico, y que su calidad depende de datos médicos bien organizados e interoperables.
Júlia Laguna: IA para explorar el universo
La fascinación infantil por la cosmología llevó a Júlia Laguna (2000) al doble grado en Física y Matemáticas y, hoy, a un doctorado en Astronomía en la University of Cambridge. Estudia objetos cuasiestelares y afirma que la nueva generación de telescopios generará volúmenes de datos imposibles de procesar sin IA.
Apuesta por modelos simples e interpretables y advierte de que los efectos negativos de la tecnología pueden tardar años en hacerse visibles. “Generar confianza es clave”, asegura.
Una red de talento con impacto global
Para estos jóvenes, la beca de posgrado en el extranjero de la Fundación ”la Caixa” no es solo un apoyo económico, sino también un impulso vital y la oportunidad de integrarse en una comunidad internacional comprometida.
En la edición 2024, se recibieron 1.045 solicitudes elegibles para optar a una de las 100 becas disponibles. Desde 1982, la fundación ha invertido más de 219 millones de euros en la formación en el extranjero de 3.977 estudiantes, construyendo una red global de talento que busca una tecnología más humana
Nota:rrhhdigital.com







