El agotamiento del neoliberalismo

Economía23/06/2025
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En su obra clásica El estado absolutista, el historiador británico Perry Anderson señala a la política mercantilista como parte inseparable de la mayoría de las experiencias estatales de esta naturaleza entre los siglos XVI y XVIII, es decir en las etapas de desarrollo del capitalismo previos a la Revolución Industrial.

Para Anderson, la constitución de estados absolutistas en el período histórico señalado fue un intento defensivo de la clase feudal frente al naciente capitalismo. Consistió en la centralización de los dispersos poderes que detentaban los señoríos, fortaleciendo la autoridad del entonces primus inter pares para convertirlo en rey y señor de un estado que controlaba un territorio mucho mayor con fronteras estables y reglas claras, que constituye el antecedente más directo del estado-Nación tal cual lo conocemos estos días.

En los hechos, las relaciones sociales mercantiles que promovía la burguesía de ese período actuaba como un disolvente de las fronteras entre los feudos rurales y las ciudades lo que desembocaba, de hecho, en una pérdida de control político y de viabilidad económica del entramado social que había surgido siglos antes en Europa, red de relaciones que sobrevivió en Japón hasta la segunda mitad del siglo XIX.

En la larga transición del feudalismo al capitalismo, el estado absolutista, mojón indispensable de ese proceso, convirtió a los caballeros medievales en cortesanos, acuñó la moneda, aseguró las fronteras exteriores, liberó las fronteras interiores, creó la fuerza armada nacional, estableció el poder de policía y cobró impuestos en forma sistemática.

Mercantilismo
 
El mercantilismo, como doctrina de sustentación material de acumulación de recursos para el fortalecimiento de los espacios nacionales, se basaba en comprar barato y vender caro en el intercambio con otros países y con las colonias bajo su dominio, en una especie de recreación de la lógica feudal de acumulación basada en la guerra y en la expansión territorial.

La lógica mercantilista del estado absolutista ejerció un doble movimiento de aliento y represión sobre el capital comercial que en ese momento era la fracción predominante de la burguesía. No debe olvidarse el lector que la concentración de medios productivos en las grandes fábricas es consecuencia directa de la posterior Revolución Industrial.

Previo a ello, los comerciantes compraban en pequeños talleres y obtenían la diferencia entre compra y venta de las mercaderías, lo cual se facilitaba con las medidas de homogeneización de los mercados del estado absolutista, en coincidencia estratégica con el modo de acumulación del absolutismo.

Por otro, reprimía el acceso al poder estatal de la clase burguesa, a la cual le extraía excedentes por la vía impositiva. Una válvula de escape que aliviaba la presión sobre esta última era la venta de cargos, una modalidad muy común de la época, donde algunos capitalistas individuales podían hacerse de puestos subalternos en la conducción estatal.

Agotamiento

El hilo rojo que une a esta situación histórica con la actualidad es el agotamiento del neoliberalismo como método de regulación y compensación de un sistema capitalista que cambió su lógica tradicional centrada en la obtención de excedentes por medio de producir mercancías más baratas y mejores.

Aquello se hacía explotando fuerza de trabajo por medio de mejoras tecnológicas y absorbiendo a los capitales y al excedente laboral en otras áreas de la esfera económica como el comercio, las finanzas y la administración pública.

La edad de oro de la preeminencia del sistema capitalista fueron los treinta años gloriosos posteriores a la Segunda Guerra Mundial, con su pleno empleo y sus estados de bienestar. La descolonización y las multinacionales industriales terminaron con un proceso estanflacionario que era, en el fondo, una manifestación de imposibilidad de seguir absorbiendo excedentes bajo la modalidad tradicional del capitalismo. Desde ese momento en adelante, neoliberalismo mediante, cobraron mayor importancia dos fuentes de acumulación e inversión del excedente de capitales que no encontraba espacio de reproducción.

Neoliberalismo

La primera, la desterritorialización de las actividades productoras de mercancías hacia los espacios subordinados, donde habían entrado tardíamente las relaciones capitalistas de producción, con el objetivo de aprovechar sus menores pretensiones relativas en términos de salarios.

Eso desencadenó una verdadera revolución urbana en China, con 400 millones de personas migrando del campo a la ciudad e incorporándose al mercado, en poco más de los últimos veinte años del siglo XX. En términos estrictamente económicos, esto fue un proceso de incremento de plusvalor por caída global del costo de reproducción de la fuerza de trabajo, o sea, una forma mejorada de la modalidad tradicional de valorización y acumulación de excedentes.

La segunda, es una modalidad secular que el capitalismo siempre ha tenido pero que nunca adquirió la intensidad e importancia que tiene hoy. Es la acumulación por desposesión. Este concepto, acuñado por el profesor británico David Harvey, involucra a toda una serie de prácticas de acumulación de capital donde no se producen mercancías, sino que se toman posesión de otros excedentes obtenidos ya sea por métodos coercitivos o económicos.

Abarca desde operaciones especulativas de carácter financiero y posesión de recursos naturales hasta la captación de datos personales. Son formas de valorización de capital que cobran más intensidad cuanto mayor es el excedente económico que no puede acumular mediante las formas tradicionales de producción de mercancías.

En general, estas formas no crean propiamente plusvalor sino que participan del excedente económico, asociados a otras formas de capital tradicional como el comercial o el financiero, procesos que forman parte del circuito que hace al propio proceso productivo.

Límites

Durante el período neoliberal, el capitalismo alcanzó dos límites. El primero, el territorial, esto es la expansión de las relaciones capitalistas que alcanzó el mundo como límite. Se agotó la conquista de nuevos mercados y se redujeron los límites de convivencia con otros sistemas económicos en tanto espacios de colocación de mercancías.

Las relaciones capitalistas de producción solo dejaron fuera a zonas que, por sus características económicas y sociales hacen imposible la implantación de dichos vínculos en términos estrictamente de explotación. El segundo, el crecimiento de la tasa de ganancia a partir de revoluciones tecnológicas que hagan crecer el plusvalor por encima de la tasa de aumento del capital.

Consecuentemente, cambiaron como nunca antes las formas de valorización y las relaciones entre los actores sociales. En una primera etapa, la estrategia del aumento del excedente fue la baja del salario real. Gran parte del proceso de mundialización fue el traslado de los procesos industriales a zonas económicas donde la abundancia de mano de obra con bajas pretensiones materiales hace que el costo de reproducción de la fuerza de trabajo fuera más baja.

Primero México y luego Asia fueron regiones receptoras de industrias manufactureras. En una segunda etapa fue la valorización financiera, la forma predominante donde el capital excedente encontraba su forma de reproducción. Todos estos elementos, presentes históricamente en el capitalismo, cobraron una intensidad nunca vista y alteraron, también, el peso específico de los actores intervinientes.

El excedente obtenido en la guerra contra la clase obrera no fue a parar a manos del capitalismo industrial, como era la regla en otras etapas históricas, sino a manos de los capitales excedentes en el ámbito comercial y el financiero, cuyo peso específico se acrecentó tanto en lo económico como en lo político.

Crisis

La doble crisis estalló en 2008. China pasó de ser el principal receptor de inversión extranjera por su ventaja competitiva de proporcionar mano de obra barata y medianamente calificada, a transformarse en potencia mundial, reservorio de la producción industrial, uno de los mayores tenedores de bonos del tesoro estadounidense, la locomotora que sacó al capitalismo de la recesión y principal competidor por la hegemonía del mercado mundial.

Los posteriores traslados de empresas al resto del sudeste asiático se hicieron bajo la misma estrategia, pero sin la misma potencia ni igual escala. El estallido de la burbuja financiera puso en crisis la acumulación de capital ficticio en niveles nunca vistos en la historia del capitalismo en términos de desvalorización y esterilización, con profundas consecuencias en la economía real.

Desde el punto de vista comercial, el estallido de la producción y el consumo trajo dos efectos. En primer lugar, se produjo una retracción de la demanda que repercutió en una caída del consumo interno y de los flujos de intercambio nacional e internacional. En segundo lugar, un vuelo especulativo hacia las materias primas como reserva de valor. La recesión económica fue de tal magnitud que este último fenómeno duró relativamente poco y pronto se desplomó.

El otro gran hito de la crisis fue la pandemia. En este caso, la crisis abarcó a todo el espacio económico mundial empezando por la locomotora del capitalismo que fue la economía china. Esta vez, la parálisis fue mucho más profunda debido a la masiva expansión de la covid-19.

En ambos casos las elites económicas, sus adláteres políticos y la mayoría de los cientistas sociales actuaron como si estos episodios fueran uno más de la larga serie a los que nos tiene acostumbrados la historia del capitalismo, esto es, en términos marxistas, un movimiento de sobreproducción y de caída de la tasa de ganancia donde el capital ficticio sobredeterminado era el vehículo mediante el cual se podaban las ramas más débiles del capital productivo.

Los mecanismos de compensación estatal post crisis del '30 y de concentración empresarial por adquisición de activos fueron claramente insuficientes, como ya se insinuaba en la intervención en otras experiencias críticas durante el auge del neoliberalismo, que durante su desarrollo potenció dos movimientos, en sincronía con la larga agonía del propio modelo.

Consecuencias

El primer movimiento es la aparición de nuevas subjetividades a partir de la dilución de roles, dado que el capitalismo como modelo civilizatorio ya no garantizaba las trayectorias vitales de la mayoría de la sociedad en actividades que tuvieran por objetivo la reproducción de la sociedad de mercado.

Consecuentemente, a izquierda y derecha del neoliberalismo comenzaron a surgir actores sociales cuyas reivindicaciones no estaban en línea con la inserción en la sociedad productiva y que, por tanto, no se movilizaban ni participaban por razones principalmente económicas, lo cual obligaba a las sociedades políticas organizadas en torno a estados nacionales a interactuar con ellas en terrenos menos convencionales y previsibles.

Fue así, como surgieron en el momento previo a la pandemia los primeros fenómenos políticos de ruptura inesperada como los movimientos de ocupación del espacio público por diferentes tipos de disidencias, como Occupy Wall Street, Podemos o el movimiento de chalecos amarillos, las primaveras árabes y más cerca en el tiempo, el Brexit, la primera elección de Trump en Estados Unidos, o la de Bolsonaro en Brasil.

El segundo, la emergencia de un capital comercial cuya modalidad de acumulación tuvo como base la desposesión y captura de datos personales por medios tecnológicos. Este fragmento del capital global surgió como una fusión de parte del capital financiero con gestores tecnológicos que capitalizaron, valga la redundancia, las tecnologías de información surgidas de la investigación básica de carácter militar que realizó el estado estadounidense a partir del final de la Guerra Fría a finales de la década del '80 del siglo pasado, que comenzó a interactuar, como forma de inteligencia, con ese mismo estado nacional luego del atentado a las Torres Gemelas y que se convirtió en un actor central del proceso de acumulación capitalista luego de la pandemia.

Las características de esta nueva fracción del capital comercial, su astucia, fue su capacidad de facilitar la expresión e interacción de las nuevas identidades, lo cual fue el mecanismo de consenso y validación que encubre dos funciones básicas.

La primera, es que, hoy por hoy, es la fracción principal que surgió del agotamiento de los ya descriptos parámetros del modelo neoliberal. La segunda, es la dislocación del carácter social del proceso de trabajo y la fragmentación del proceso de colaboración en la producción de bienes y servicios, con su consecuente ruptura de lazos de solidaridad entre sus participantes.

Absolutismo

La segunda asunción de Trump debe leerse en el aspecto del análisis histórico retrospectivo citado como una recreación de ciertos aspectos del estado absolutista, a saber:

a. La integración al estado estadounidense del gran capital comercial representado por las más importantes plataformas tecnológicas. No queda claro si este conglomerado asume las funciones del estado como una clase opuesta al avance de un antagonista portador de otro sistema, como sucedió en el absolutismo original, o bien directamente como un ordenador hegemónico del resto de las fracciones como sucedió con el capitalismo previo a la Revolución Industrial.

Lo que sí parece un poco más certero es que se trata de una maniobra defensiva que, en principio, se dirige al resto de las potencias industriales y especialmente a China, cuyo desarrollo económico tiene una fuerte e infrecuente injerencia estatal, al menos en los términos en que históricamente se desenvolvieron las economías de mercado.

b. La adopción de un modo de gestión centralizada en el estado nacional con rasgos autoritarios que procura redefinir los términos de convivencia económico social con nuevas reglas no solo entre las personas sino también reducir la autonomía de los estados federales.

c. La adopción de una política mercantilista cualitativamente distinta al tradicional proteccionismo estadounidense, dado que abarca dos dimensiones no presentes en los períodos históricos previos y que se emparentan con el antiguo absolutismo. El primero, la inducción a la radicación de actividades aguas arriba y aguas abajo en su propio territorio nacional. El segundo, la utilización de la política comercial con una lógica belicista y expansionista muy parecida a la lógica feudal de conquista territorial revisitada.

Dicho esto, queda por dilucidar algunas cuestiones que solo el tiempo contestará.

La primera es si el giro tecnomercantilista de la todavía potencia hegemónica induce a sus principales competidoras a adoptar estrategias similares en términos de autonomía nacional y centralización autoritaria en tanto formas de defensa. Es en este marco que debe inscribirse la plaga de posiciones ultraderechistas con posibilidades de gobernar alrededor del mundo.

De ser así, se estaría en presencia de una redefinición mundial de la relación entre los países centrales y entre ellos y la periferia a la que se le exigiría un vínculo de sujeción mucho más parecida a la de las tradicionales colonias.

Una nota al pie local. Las posiciones post fascistas, en términos del historiador italiano Enzo Traverso, en las economías en desarrollo, como la de Milei en Argentina o la de Bolsonaro, en su momento, en Brasil, con sus posiciones ultraliberales en términos de comercio internacional y de seguidismo incondicional a Estados Unidos en sus coordenadas de política internacional puede ser una recreación del colonialismo tradicional citado. Lo cual es un problema más grave de lo que parece para nuestro país.

La segunda es acerca de la factibilidad productiva de reconvertir las cadenas globales de valor en nacionales. Un proceso de difícil cumplimiento en el corto plazo y que dificulta la reproducción del capitalismo en su conjunto. Dicho sea de paso, China está en muchas mejores condiciones que Estados Unidos, en este caso para encarar esta guerra, tal como destaca acertadamente Gustavo Girado en su nota de este mismo suplemento el 4 de mayo pasado. Y un interrogante: ¿No será que la administración estadounidense quiere imitar el modelo chino bastante parecido en términos de centralización y autonomía?

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