Sin Estado y sin Nación

Actualidad19 de abril de 2025
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Oscar Oszlak sostiene que la existencia del Estado se verifica a partir de la adquisición de los “atributos de estatidad”. Analíticamente, estos son: “1) capacidad de externalizar su poder, obteniendo reconocimiento [externo] como unidad soberana [en el sistema internacional]; 2) capacidad de institucionalizar su autoridad, [a través de un conjunto de estructuras que garantice el monopolio de la fuerza]; 3) capacidad de diferenciar su control, a través de un conjunto (…) de instituciones públicas (…); y 4) capacidad de internalizar una identidad colectiva mediante la emisión de símbolos que refuercen los sentimientos de pertenencia y solidaridad social (…)” [1].

Si recurrimos a este esquema analítico y pensamos algunas de las recientes decisiones del Presidente de Javier Milei, se puede afirmar que estamos asistiendo a la pérdida de “la condición de ser Estado” [2].

Por una cuestión de espacio, sólo analizamos algunos ejemplos en el ámbito de la defensa. 

Destrucción de instituciones públicas

El Instituto Geográfico Nacional (IGN) fue creado durante la presidencia de Nicolás Avellaneda en 1879. Por su parte, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) fue fundado por Domingo Sarmiento en 1872; es la tercera institución de este tipo creada en el mundo. Más de un siglo después, se está planificando su destrucción.

El pasado 29 de marzo, el ministro de Defensa, Luis Petri, elevó una nota al Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado para proponer la fusión de estas dos instituciones.

Propuesta-de-Fusion-1 

Frente a ello, el pasado 4 de abril, el presidente del IGN, Jorge Machuca, sostuvo que el proyecto de “fusión/absorción (…) afecta directamente el cumplimiento de las funciones del IGN para contribuir al desarrollo nacional (…) [y] adolece de serios vicios y falta de conocimiento”. Asimismo, agrega que “reducir en tres palabras lo que hacemos al enunciar que nos centramos en actividades geográficas y topográficas es desconocer” el funcionamiento del organismo (ver aquí la respuesta completa). 

Identidad nacional

Oszlak sostiene que en el proceso de construcción de la identidad nacional hay que diferenciar analíticamente dos aspectos. Detengámonos en uno de ellos: “la creación de una conciencia nacional (…), de un sentido profundamente arraigado de pertenencia a una sociedad territorialmente delimitada, que se identifica por una comunidad de origen, lenguaje, símbolos, tradiciones, creencias y expectativas acerca de un destino compartido” [3].

A nuestro criterio, el gobierno nacional también lo está destruyendo.

En primer lugar, el funcionario Demián Reidel sostuvo en la tercera edición del Latam Forum que “tenemos grandes extensiones de tierra con acceso a energía y agua, climas fríos, que es la cereza del postre para el enfriamiento de los sistemas AI; y además, estamos en un área sin conflictos armados, sin tsunamis, sin terremotos (…) Obviamente, el problema es que estas áreas están pobladas de argentinos”. Más allá del repudio generalizado que se escuchó en diferentes ámbitos, pasó por debajo del radar que este “argentino” desconoció también la existencia del conflicto abierto que tenemos con el Reino Unido de Gran Bretaña (RUGB).

En segundo lugar, entre el 10 y el 13 de marzo último se realizaron las Conversaciones de Fuerzas de Operaciones Especiales (SOF TALKS) en Buenos Aires, en cuyo marco se firmó un documento entre el “Comandante Conjunto de Operaciones Especiales de las Fuerzas Armadas Argentinas [4], y (…) [el] Director de Estrategia y Planes de Operaciones Especiales del Comando Sur de Estados Unidos”. Días más tarde, el 25 de marzo, se rubricó formalmente un Memorándum de Entendimiento entre ambos Comandos. Si bien alguien podría cuestionar el acuerdo en sí, lo más preocupante es que el presente ejercicio contempla la realización de “incursiones ficticias diurnas y nocturnas en espacios continentales e insulares, Tierra del Fuego, Santa Cruz e Islas de los Estados”. Cabe destacar que Estados Unidos realizará este ejercicio bajo la Doctrina de Contrainsurgencia, aplicada en Afganistán e Irak, y que es una remake de la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta en América Latina durante los años ‘60 y ’70, y en un contexto de injerencia de esta potencia y del Reino Unido en Tierra del Fuego. Pocas fueron las manifestaciones de preocupación.

En tercer lugar, Juan Philby, alias Cadete Betancourt, se reunió con los agregados militares, donde para la foto de rigor pidió ubicar en primer plano a la comodoro del aire Sally Louise Cawdery, Agregada de Defensa del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte concurrente en la República Argentina y en la República del Paraguay. No es casual que este funcionario haya destacado a la británica entre todos en un lugar tan simbólico: el regimiento que derrotó a los británicos en 1807.

En cuarto lugar, el gobierno no solo impidió el ingreso de los Veteranos de la Guerra del Atlántico Sur al acto conmemorativo del 2 de abril, sino que el Presidente reconoció el derecho de autodeterminación de los kelpers en relación con la Cuestión Malvinas. Debe recordarse que la Argentina protestó la invasión y la ilegal ocupación inglesa desde 1833, y que la posición oficial del Estado argentino (al menos hasta ahora) es que “la Resolución 1514 (XV) Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales [que] establece en su párrafo sexto que ‘todo intento encaminado a quebrar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas’. La Asamblea General de las Naciones Unidas recogió esta doctrina –de aplicación del principio de integridad territorial al hacer referencia a los intereses y NO a los deseos de la población de las Islas– en su resolución 2065 (XX) de 1965, ratificada posteriormente por otras resoluciones en 1973 (3160, XXVIII) 1976 (31/49), 1982 (37/9), 1983 (38/12), 1984 (39/6), 1985 (40/21), 1986 (41/40), 1987 (42/19) y 1988 (43/25). Todas [ellas reconocen] (…) la existencia de una disputa de soberanía y reafirman la invitación hecha en la resolución 2065 (XX) a las Partes (la Argentina y el Reino Unido) ‘a proseguir sin demora las negociaciones recomendadas por el Comité Especial (…), a fin de encontrar una solución pacífica al problema, teniendo debidamente en cuenta las disposiciones y los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas y de la Resolución 1514 (XV), así como los intereses de la población de las Islas Malvinas’”. Si bien la Vicepresidenta Victoria Villarruel intentó desmarcarse de esas palabras presidenciales, la supuestamente nacionalista católica y malvinera confirmó la intención del gobierno de construir una base naval integrada con Estados Unidos. Por su parte, el ministro de Defensa, Luis Petri, tratando de esclarecer las palabras presidenciales, propuso abandonar el reclamo hasta que seamos “potencia mundial” (sic); lo cual no extraña en boca de quien no conoce que las aguas circundantes a las Islas del Atlántico Sur también son parte del Mar Argentino.

Estas posturas están a contramano de la historia diplomática argentina, cuya carrera diplomática y su Instituto del Servicio Exterior de la Nación están siendo destruidos, y de los lineamientos de la política de defensa.

Por último, las escenas que pudimos observar en el condominio Mar-a-Lago, donde el Presidente intentó buscar una foto con su par de Estados Unidos, Donald Trump, como quien sueña con una selfie con un rock star en la adolescencia –la cual no fue obtenida, aunque si con bastantes mujeres–, confirman la degradación de la figura presidencial: un símbolo del Estado-Nación. Mientras tanto, la potencia norteamericana subió los aranceles a las exportaciones argentinas del 1,2% en promedio al 10%; es decir, del mismo tenor que las aplicadas a Brasil, Chile y Colombia, países supuestamente comunistas que defienden la soberanía frente a los embates estadounidenses. 

Presupuesto y capacidades militares

Max Weber acuñó la definición canónica del Estado en la ciencia política: “Aquella comunidad humana que en el interior de un determinado territorio (…) reclama para sí (con éxito) el monopolio de la coacción física legítima” [5]. Si bien la violencia no es el medio normal y único, sí es su medio específico. A los efectos de poder ejercerla, Oszlak sostiene que en “la experiencia argentina, el instrumento clave para imponer esta forma de control coercitivo fue la institucionalización de un ejército nacional” [6]. Hasta 1862 no existió el monopolio de la fuerza, en tanto que estuvo repartido entre el gobierno federal (cuando existió) y las provincias. Correspondió a Bartolomé Mitre (1862-1868) y Domingo Sarmiento (1868-1874) poner en marcha la construcción del Ejército; en este último caso, creando el Colegio Militar de la Nación (1869) y la Escuela Naval Militar (1872). Pero este monopolio de la fuerza no estuvo dirigido únicamente hacia el orden interno; sino también hacia el escenario internacional. Norberto Bobbio es claro al respecto cuando considera que “la soberanía tiene dos caras, una que mira hacia el interior, otra que mira hacia el exterior”. En este último caso, para este autor “la soberanía [debe ser] entendida como summa potestas (…), summa en el sentido de que no reconoce poder superior alguno (…), suprema en el sentido de que no tiene ningún poder por encima de sí mismo” [7].

¿Tiene la Argentina las capacidades para ejercer la summa potestas hacia el exterior? Veamos los números.

El presupuesto de la Función Defensa (no incluye educación, salud, inteligencia, entre otras funciones) ha disminuido desde el 2% del PBI en 1989. Si se toma como base ese año, se observa una tendencia descendente durante los gobiernos de Carlos Menem (1989-1999), Fernando de la Rúa (1999-2001), Mauricio Macri (2015-2019) y Javier Milei; claramente al neoliberalismo y a la derecha vernácula (colaboradores de la periferia) no le interesan las Fuerzas Armadas.

inversion-en-defensaFuente: Oficina Nacional de Presupuesto. Base devengada (1993-2024) y presupuesto vigente (2025). Nota: estamos siendo generosos con el gobierno, en tanto que estimó que para fin de 2025 el tipo de cambio se ubicaría en 1 U$S = $ 1.207.
  

En lo que refiere al Fondo Nacional de la Defensa, creado por la ley 27.565 en el año 2020, está sufriendo dos procesos de esmerilado. Por un lado, el presupuesto que se asigna es inferior al que indica la ley y, por otro, el gobierno ha subejecutado el presupuesto durante 2024.

 presupuesto-fondef-defensaFuente: Ministerio de Defensa, Ingresos Corrientes 2025 y FONDEF Presupuestado 2025.
 

Las capacidades militares no se obtienen únicamente comprando sistemas de armas, sino también con personal militar adiestrado y cobrando haberes adecuados a la función que cumplen y pueden llegar a cumplir. En este sentido, el proceso de recategorización iniciado entre 2019 y 2023 fue abandonado en 2024 y la diferencia salarial con las fuerzas de seguridad se ha continuado acentuando. 

diferencia-salarios-ffaa-ffss-1 Fuente: Ministerio de Defensa. Al 1º de marzo de 2025. Para los sueldos de marzo no hubo aumento. Nota: en el caso de las fuerzas de seguridad, no están incluidos en los cálculos los sueldos de la Policía Federal Argentina, que son más altos en alrededor de un 10%, dependiendo de la jerarquía.
 

En síntesis, Javier Milei es una exacerbación de la estrategia usada por Menem: palos y zanahorias. Mientras, por un lado, ha reducido la inversión en defensa, se compra equipamiento obsoleto y/o que no aporta capacidades en el marco del conflicto abierto que tenemos con el Reino Unido, se empobrece al personal militar y se destruye la obra social; por el otro, las zanahorias se limitan a desfiles, exhibiciones públicas en playas, shoppings y otros lugares públicos.

Destruir la estatalidad

En una reunión diplomática, un representante argentino se refería a los debates que existen en nuestro país sobre la cantidad de años que estamos en “decadencia”. Cuando escuchó las cifras, el representante de Egipto sonrió y retrucó que ellos hacía más de 2.000 años que atravesaban dicha situación. Si hubiera estado presente un diplomático chino, se habría referido a los 100 años de humillación, y uno ruso habría hablado de la década perdida de los ‘90. Las conclusiones que siguen pueden parecer extremas, pero no imposibles.

Es claro que el actual gobierno está destruyendo varios de los atributos de estatidad; es decir, está renunciando a “su condición de ser Estado”; deshaciendo todo lo que dijeron e hicieron la Generación del ‘37 y del ‘80. Esto es observable en muchas áreas del Estado Nacional construidas a lo largo de más de cien años. También sucede en el Sistema de Defensa Nacional, como se ha expuesto más arriba. Los atributos de estatidad de Oscar Oszlak no se refieren a cualquier tipo de Estado, sino al Estado-Nación. Entonces, “la [construcción de la] estatidad no puede desvincularse del surgimiento de la Nación” [8]. Se puede conjeturar, entonces, que la pérdida de “ser Estado” implica también la destrucción de la Nación.

En definitiva, la crisis de identidad en civiles y militares, de la cual ya hemos hablado en otro artículo, se refleja también en “que [otro Estado Nación] decida por nosotros quién es el enemigo”. Si eso sucede, “ya no [se] es un pueblo políticamente libre (…). [Porque] un pueblo existe políticamente [si puede] distinguir por sí mismo (…) entre amigo y enemigo, y de asumir el riesgo correspondiente” [9].

Ojalá no sea nuestro destino.

  

[1] Oszlak, O. (1997). La formación del Estado argentino. Orden, progreso y organización nacional. Buenos Aires: Planeta, pp. 16-17.
[2] Oscar, O. (1997). Ibídem, p. 16.
[3] Oszlak, O. (1997). Ibídem, pp. 150-151.
[4] El Comando Conjunto de Fuerzas de Operaciones Especiales fue creado a través de la Resolución MD Nº 1266/2017.
[5] Weber, M. (2002 [1922]). Economía y Sociedad. Madrid: Fondo de Cultura Económica, p. 1056.
[6] Oszlak, O. (1997). Op. Cit., pp. 104.
[7] Bobbio, N. (1999). Estado, gobierno y sociedad. Por una teoría general de la política. México: Fondo de Cultura Económica, pp. 108 y 139.
[8] Oszlak, O. (1997). Op. Cit., pp. 104.
[9] Schmitt, C. (2006 [1932]). El concepto de lo político. Madrid: Alianza Editorial, p. 79.
 
 

Por Sergio Eissa / El Cohete a la Luna

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