Tecnología, educación… y aproximaciones retrógradas

Actualidad06 de diciembre de 2024
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La publicación por parte de El País de una noticia sobre el informe de 250 páginas de un comité de cincuenta supuestos expertos encargado por el gobierno sobre el uso de tecnología por parte de menores, en el que aparecen hasta 107 medidas centradas todas ellas aparentemente en la restricción es una prueba más de cómo de retrógrado se puede llegar a ser cuando se plantea la adaptación de la sociedad a un nuevo entorno tecnológico, y es la prueba de que uno puede hacer lo que le dé la real gana con un comité… basta con seleccionar a sus expertos buscando un consenso claro en torno a la restricción, para que salga lo que ha salido. Los cincuenta expertos son como los monos de «2001: una odisea del espacio» cuando encontraron el monolito.

Todo el informe parte de una base que es completa y rigurosamente cierta: los smartphones son peligrosos, y pueden serlo más para los menores de edad. Hasta aquí todos de acuerdo: no solo son peligrosos, sino que están diseñados para generar comportamientos adictivos, por compañías sin escrúpulos que viven precisamente de que lo sean. Estamos hartos de saberlo, y tenemos pruebas fehacientes de que no solo esos peligros existen, sino que generan comportamientos potencialmente muy nocivos. Lo vemos todos los días.

Pero para eso, no hacía falta un comité de cincuenta expertos. Si lo que va a hacer ese comité es decirnos «los smartphones son peligrosos para los jóvenes y hay que quitárselos de las manos», francamente… que busquen otros, porque estos no se han estrujado mucho el cerebro. Lo que se le pide a un comité no es que te propongan soluciones que ya han fallado, que llevan fallando más de una década, y que son además las responsables de que tengamos una generación de personas desinformadas que no saben defenderse de esos peligros porque en sus colegios se han negado a proporcionarles educación sobre ello. Lo que hay que pedirles no es que, como cualquier especie no humana, reaccionen con pánico irracional ante los peligros o ante cualquier cambio en el ecosistema. Para eso, en vez de expertos, podemos poner gatos, que saltan ante cualquier ruido. U ovejas, que se pastorean mejor.

Lo que hay que pedirles a los expertos es que no solucionen el problema simplemente posponiéndolo con resultados por todos conocidos. Si lo único que vas a proponer es la restricción, cuando finalmente esos jóvenes alcancen la edad de superarlas, serán una panda de inútiles expuestos a todos esos peligros y más. Se comerán todos los bulos, estafas y demás barbaridades, porque nadie les ha enseñado a prevenirlas, o peor, alguien habrá pretendido enseñarles «en teoría», pintando un smartphone en la pizarra. ¿Hay algo más aberrante que eso? Si lo que vas a hacer es aprovechar el pánico de los padres para, de manera claramente populista, decirles que la solución es prohibirlo todo, apaga y vámonos.

El informe, que sigue a la decisión australiana de prohibir los smartphones a los niños hasta los 16 años (buena suerte con ello!), pretende vender smartphones con etiquetas como las del tabaco, porque son «muy malos, muy malos». Pequeño detalle sin importancia: salvo que esos expertos pretendan que volvamos a las señales de humo para la comunicación, esos smartphones «tan malos» van a seguir entre nosotros, y de que esos jóvenes aprendan a manejarlos bien dependen muchísimas cosas relacionadas con su futuro. Por favor, que me pidan un debate con el «experto» que ha propuesto algo así.

Prohibir los smartphones y negarse a introducirlos en el sistema educativo es una barbaridad E-NOR-ME. De hecho, llevamos más de una década haciéndolo, y el experimento no ha salido mal, sino peor. Es la receta segura para seguir teniendo sociedades desinformadas, polarizadas e ignorantes. La prohibición solo engendra males mayores. Lo único que puede hacerse cuando un cambio tecnológico alcanza el nivel de difusión que ha alcanzado el smartphone y las redes sociales es introducirlo en la educación y formar a los usuarios en sus peligros, en sus problemas y en su uso adecuado. Todo lo que no sea eso es un ERROR. Si alguien de verdad piensa que lo mejor es volver a la escuela con lápiz y papel, que se lo haga mirar, porque esa es una respuesta PROFUNDAMENTE PRIMARIA E IGNORANTE.

En el futuro, el mejor profesor para tus hijos será una inteligencia artificial, que les enseñará todas las hard skills en un modelo 24×7 sin juzgarlos, repitiéndoles las cosas las veces que haga falta, y adaptándose a su estilo cognitivo y preferencias, sean más rápidos, más lentos, tengan déficit de atención, ceguera a los colores, dislexia, les guste más que les cuenten las cosas con voz, verlas en imágenes o las dos cosas. Para usar esas herramientas de aprendizaje avanzadas, necesitarán tecnología, desde smartphones y tablets hasta ordenadores. Y si no los tienen, mal van a aprender, o van a aprender mucho peor que los que sí los tengan.

Repito: los smartphones y las redes sociales generan problemas a los niños PORQUE HEMOS RENUNCIADO IRRESPONSABLEMENTE A EDUCARLOS EN SU USO. Restringiendo más y prohibiendo más no solucionamos el problema, lo hacemos peor. Entiendo que ese movimiento tecnófobo y timorato resuene bien a unos padres que solo quieren evitarse problemas, pero es tremendamente populista y basado en principios demencialmente malos. Es un tremendo error.

No estamos para discusiones simplistas y estúpidas sobre si debemos dar a los niños heroína o crack para que entiendan sus peligros. Para decir tonterías, mejor quedarse callado, por favor. Estamos ante una discusión importantísima sobre una tecnología que ha cambiado el entorno, y sobre una pretensión de mantener el sistema educativo como si fuera la aldea de Astérix, alejada de cualquier progreso y en el mismo estado que hace 150 años.

Y para todos los padres y educadores a los que este tipo de medidas les preocupe tanto como a mí, ya saben: hay otros caminos. Enfrentémonos, protestemos a los colegios, seamos quintacolumnistas, seamos legión, hablemos de las ventajas y de lo positivo de la tecnología, formemos en su uso, formémonos para formar, enseñemos a aprovechar sus virtudes, eduquemos en pensamiento crítico y sobre todo, neguémonos a seguir fabricando generaciones de ignorantes manipulables que no saben defenderse de ningún peligro por sí solos. La tecnología es la mejor palanca para cambiar la educación para bien: utilicémosla.

Nota:https://www.enriquedans.com/2024

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