Nuevo preguntódromo

Actualidad03 de septiembre de 2024
8a4e8579b444d5552d91fdac5e0eedac_w200

¿Quien me ha robado el mes de abril?
Joaquín Sabina

¿Quién, quien, quien se ha tomado todo el vino?
Carlos “la Mona“ Giménez


¿Qué tendrá el petiso?
Ricky Maravilla

Ser (estar) o no ser (estar), esa es la pregunta
William Shakespeare

Cuando era adolescente, allá lejos y hace tiempo, existía en mi familia una frase que era utilizada cada vez que alguien “fanfarroneaba” y con total certeza pontificaba alguna “verdad” absoluta que finalmente era cuestionable en su condición de tal.

La frase era “¡Callate, experto de Crespi!”, y se originó en la propaganda de la bodega en cuestión, que allá por los '70, tenían una publicidad que sintetizaba: “Crespi seco, custodiado por expertos” (luego vino la famosa escena de los escarpines protagonizada por Hugo Arana y Betty Galán). 

Digamos que en esos tiempos el vino era una bebida nacional y popular, no había sido derrocado por el imperialismo cervecero. Algunos eslogans como “¿Sabés quien vino? ¡Vino Pángaro!”, “Gargantini, tini tini tini todo”, “El sol sale para todos (Rojo Trapal)”, “Al pan pan y al vino Toro”, o “ Este es color del sabor de la pureza del vino de la bodega del pueblo de Mendoza (Toro)”, ¡”Hecho con lealtad! (Peñaflor)” , “¡Ritorna triunfatore! (Bordolino)!” se incorporaban al habla cotidiana como hoy lo hacen “No hay plata” “¡Qué mirás!” “¡Afuera!” “Con la mía no” o “A mí no me va a pasar!”.

Si el lector opina que las frases de los '70 eran más ingenuas o más simpáticas que las actuales, le responderé que quizás todos éramos más ingenuos o más simpáticos que en la actualidad. 

La cuestión es que en mi familia si te decían “¡callate, experto de Crespi!” era como un parate. Vos sabías que no te estaban creyendo nada, y mejor cambiabas de actitud, o incluso de tema.

Pasaron los años, los lustros, las décadas, y “los expertos de Crespi” se fueron renovando, aggiornando, volviéndose colectivos, institucionales, tecnológicos, jerárquicos… las palabras “fake new” y “posverdad” les dieron status científico a lo que antes se hubiera definido como simple mentira, chamuyo o paparruchada.

Así vimos y vemos pasar argumentos basados en resultados estadísticos en los que nadie cree pero son irrefutables ya que nadie se dedica a refutarlos: axiomas (o sea algo que se cumple de manera universal y no hace falta demostrar) en lugar de tesis (que sí hay que demostrar), perspectivas (o sea puntos de vista personales) imposibles de rebatir (es como discutir sobre gustos, religión o futbol) pero elevadas al nivel de verdad, y tanto más. 

Desde hace pocos años para acá, rebasamos de epidemiólogos sin cartera, infectólogos chismoris causa, vacunólogos ad hoc; especialistas sin especialidad pero con discurso muy solemne aunque sin contenido alguno; jueces en lo twitero; periodistas autopercibidos; investigratuitos doctorados en sociodoxia (o sea opinión “doxia”, no conocimiento “logos”); epatólogos sin hache, porque su especilidad es decir “¡Epa, Epa!”; terapizzas (o sea los que creían que la terapia podía ser muzzarella o napo), mediorientólogos; inclusólogues; piscoanalistas (o sea los que para investigar el inconsciente se ponían en dope con pisco): y últimamente: violentólogues, prontólogos ( o sea, no resuelven nada, pero lo hacen rápido) y proctolíticos (o sea políticos/as que saben como hacer para que todo termine como el mismo tujes). 

Frente a tanta confesión y confusión (y eso que ni mencioné a la economía), debo decirles que me siento muy excluido, muy afuera de tanta certeza delirante hegemónica, cuando lo único que se me ocurre, en vez de iluminarlos con un conocimiento que no tengo, es plantearles algunas preguntas cuya respuesta tampoco sé. La verdad es que hoy en día la pregunta en sí tiene mala prensa, salvo que quede claro que era retórica, para escuchar lo que uno quería escuchar y ese no es mi caso.

Entonces, sabiéndome políticamente incorrecto, fuera de lugar, y bastante vintage ( soy sigloveintenial, a mucha honra) me animo a formularles estos interrogantes. Ojalá ayuden para encontrar otros, quizás más precisos, o igualmente inútiles frente a esta realidad infructosa que nos tiene rodeados. 

· ¿Por qué importantes dirigentes de la autopercibida oposición discuten entre sí acerca de quién está más “pal psiquiátrico” cuando tienen enfrente a importantes especímenes oficiales probablemente más dignos de tal destino?

· ¿Realmente cree la dirigencia que está a la altura de las circunstancias? En caso afirmativo,  ¿cuánto miden las circunstancias?

· Quienes dicen que “ al gobierno hay que darle tiempo” ¿ de cuánto tiempo se trataría, medido en segundos? Y además, ¿para qué cosa habría que darles tiempo?

· A la oposición,  ¿también habría que darle tiempo?

· Dado que la palabra “jubilado” se refiere al “júbilo”, ¿no habría que reemplazarla por otra más adecuada a estos tiempos? “Juburlado”, “ ”perjubilado”, o incluso, “jubilardo” ( en homenaje al técnico que jugaba a la defensiva). 

· ¿Cómo es posible que el mismo expresidente que vino “ a terminar con el patriarcado” y creó el Ministerio de la Mujer esté involucrado en un vínculo violento? ¿será hipocresía? ¿Será que son cosas diferentes?

· ¿Que va a pasar cuando al gobierno se le terminen los recursos y no tenga más armas de distracción masiva?

· Además de la raza, el color de la piel, la religión, la etnia, el sexo, el género, suave o picante, batata o membrillo, Freud o Lacan, ¿que otros recursos usarán los poderosos para dividir al resto de la gente y seguir reinando?

· ¿Por qué la rama progresista del movimiento nacional y popular no tiene candidatos a presidente propios sustentables desde hace más de 10 años? 

· Cuando uno cree que el problema lo van a tener los otros, ¿ sabe que para los otros, uno es “los otros”?

· Dado que el futuro es una construcción cultural, ¿no podríamos usar mejores materiales de construcción?

· ¿En serio el vocero cree que las cosas terminan porque él diga “fin”?

· ¿En serio creen que poner dinero a interés es “hacerlo trabajar”?

· Si “nadie se salva solo” ¿por qué nos dejan solos?

Podría seguir, lector, pero prefiero, como diría el Licenciado A, que “dejemos aquí por hoy”. 

Por Marcelo Rudaeff / P12

Te puede interesar