Teorías de las crisis y los ciclos Kondratiev, ¿qué balance 1974-2024?

Actualidad21 de diciembre de 2024
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En notas anteriores hemos criticado la idea de que la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia (LTDTG) explica las crisis cíclicas (o sea, propias del ciclo de negocios). Entre otros argumentos, dijimos que la LTDTG, en caso de verificarse, solo explicaría movimientos de largo plazo de la tasa de ganancia y de la acumulación. Lo cual es difícil de encajar en crisis y recesiones que ocurren cada, aproximadamente, 10, 12 o 15 años a lo sumo. Por esta razón, sostuvimos, Marx y Engels no recurrieron a la LTDTG cuando se refirieron a las crisis de 1836, 1847, 1857, 1866, 1873, 1882-1884, 1890. De hecho, las explicaron por la tendencia del capital a la sobreproducción (lo que supone la libre competencia).

Hemos presentado evidencia acerca de estas cuestiones. Entre otros elementos, la correspondencia de Marx y Engels referida a las crisis; lo planteado por Marx en Teorías de la plusvalía, en crítica a quienes negaban la posibilidad misma de la sobreproducción; o lo que escribió Engels sobre las crisis en el Anti-Dühring (texto que indudablemente Marx conoció). En ninguno de estos escritos la ley tendencial de la tasa de ganancia juega un rol que pueda considerarse más o menos significativo para la comprensión de las crisis. Lo cual no impide que muchos marxistas sigan sosteniendo que Marx y Engels explicaron las crisis por la LTDTG. Llegado este punto, nuestros argumentos se agotan.

Sin embargo, un segundo argumento posible sería reconocer que Marx y Engels explicaron las crisis por el impulso a la sobreproducción, y que al hacerlo cometieron un error. En ese caso habría que demostrar que las crisis del siglo XIX no ocurrieron de la manera y por las causas que barajaron.

Una variante de esta postura sería sostener que las explicaciones de las crisis por sobreproducción eran correctas para el siglo XIX, pero no lo son para las crisis de los siglos XX o XXI. Por caso, en comunicación personal un compañero me ha objetado que la teoría de las crisis por sobreproducción es “anticuada”. O sea, explicaciones como la de Engels en el Anti-Dühring, o Marx en Teorías…, estarían desactualizadas, ya que a partir de determinado momento (¿la crisis de 1900? ¿la de 1907? ¿1920-21? ¿1929-33?), la crisis habría dejado de explicarse por la tendencia a la sobreproducción, y habría pasado explicarse por la acción de la LTDTG. Un análisis que debería combinarse con los cambios ocurridos en el capitalismo. El más nombrado, la eventual supresión de la libre competencia por el monopolio. A pesar del argumento, no vemos sin embargo que los que sostienen que la explicación de Marx y Engels quedó “anticuada” hayan encarado esa eventual revisión teórico-empírica.

LTDTG y ciclos Kondratiev

A lo planteado en el apartado anterior podemos sumar un tercer argumento. Se trataría de conectar la LTDTG con los llamados ciclos largos, o Kondratiev.

Como es conocido, Ernest Mandel es el marxista de referencia de esta tesis (véase El capitalismo tardío, México, Era, 1979; Las ondas largas del desarrollo capitalista, Madrid, Siglo XXI, 1986). En su visión, las fases A, de auge y prosperidad están caracterizadas por un ascenso de las expectativas de las ganancias y de la realización de las ganancias, acompañadas del ascenso de la tasa de acumulación del capital productivo. Las fases B, de crisis y depresión, están determinadas por el descenso de la tasa de ganancia realizada y de la expectativa de ganancia, acompañada de una caída de la tasa de acumulación de capital productivo.

Siempre según Mandel, el análisis marxista había situado los movimientos de la tasa de ganancia en dos marcos temporales diferentes: a) el ciclo industrial; b) la perspectiva de largo plazo, relacionada con la vida del capitalismo (la discusión sobre el derrumbe). Mandel propuso incorporar al análisis un tercer marco temporal, el de las ondas largas de 20 a 25 años de duración. Sostuvo que después de 1848, después de 1893 y después de 1940 en EEUU y 1948 en Europa Occidental y Japón se produjeron cambios a largo plazo de ascensos de la tasa media de crecimiento económico. Ese ascenso estuvo determinado por un ascenso de la tasa de ganancia,  a pesar del descenso cíclico de la tasa media de ganancia al final de cada ciclo industrial y a pesar del declive secular que señalaría el límite histórico del capitalismo. O sea, ubicada entre las dos presiones bajistas de la tasa de ganancia (la que ocurre al final del ciclo y la secular) había lugar para un ascenso de la tasa de ganancia que determinaría una fase ascendente, de unos 25 años de duración, de la economía capitalista. Seguida por una caída de la tasa de ganancia, que estaría en la base de la fase descendente, de unos 25 años. Así, en total, tendríamos las ondas de 50 años, aproximadamente.

De manera que los “marcados ascensos” de la tasa media de ganancia explicarían los ascensos de la tasa media de producción industrial y del comercio mundial después de 1848, 1893 y 1940-1948. A la inversa, la caída de la tasa media de ganancia explicaría la baja del crecimiento económico que hubo hacia 1823, 1873, en el período de entreguerras, y hacia finales de la década de 1960. Como puede verse, la LTDTG tendría importancia para, por un lado, explicar las ondas largas; y por el otro, porque determinaría la tendencia de largo plazo al estancamiento de las fuerzas productivas capitalistas.

Más específicamente, los ascensos de la tasa de ganancia se explicarían por aumentos bruscos de la tasa de plusvalía; por la disminución de la tasa a la que crece la composición orgánica del capital; por la aceleración de la circulación del capital; o una combinación de algunos, o todos, estos factores, que contrarrestan la tendencia de largo plazo a la caída de la tasa de ganancia. Si, por el contrario, estas fuerzas contra-restantes son débiles, o solo opera alguna de ellas, se manifiesta plenamente y caracteriza un largo período depresivo, con una baja tasa media de crecimiento e incluso una tendencia al estancamiento. Esto no excluye ascensos cíclicos de la tasa de ganancia y de la acumulación del capital – o sea, un ciclo comercial “normal”- pero los períodos de recuperación son efímeros y débiles.

Mandel enfatizó que los puntos de inflexión ascendente de la tasa media de ganancia no podían explicarse sobre todo por causas económicas endógenas, sino por causas exógenas, políticas y sociales. Por ejemplo, nuevas conquistas geográficas del capitalismo; guerras; revoluciones y contrarrevoluciones, podían ser factores determinantes. Aunque, una vez iniciada la onda larga expansiva, la lógica interna del capitalismo tendía a regir el curso subsiguiente. Específicamente, la tendencia al aumento de la composición orgánica del capital, y la consecuente presión bajista sobre la tasa de ganancia. En este marco, introducía los cambios tecnológicos y las grandes innovaciones tecnológicas con repercusiones sobre todas las ramas (cuando la innovación cambia toda la tecnología básica de la producción).

Mandel consideraba, como la mayoría de los marxistas, que a partir del estallido de la Primera Guerra y el triunfo de la Revolución de Octubre, había llegado a su fin el período histórico de auge y expansión del modo de producción capitalista. Entonces el capitalismo había entrado en un período de crisis estructural. “… hemos entrado en un nuevo período histórico que implica tanto el declive como la contracción geográfica de ese modo de producción”. La prueba era la extensión a la tercera parte de la humanidad de los “Estados obreros” (URSS; Europa del Este; Yugoslavia; China, Vietnam, Corea). Las ondas largas se ubicarían por lo tanto en una tendencia de muy largo plazo al estancamiento.

Las condiciones para la recuperación de la fase larga recesiva del cuarto Kondratiev

De acuerdo a Mandel, en los 1970 se estaba entonces en la transición desde una onda larga expansiva a una onda larga depresiva. ¿Podía recuperarse el capitalismo? Mandel (1986) pensaba que la primera condición para esa recuperación era que el capital lograra “quebrantar decisivamente la fuerza organizativa y la combatividad de la clase obrera en los países industrializados más importantes” (p. 99). Debería atacar las libertades democráticas; integrar plenamente a la URSS y China en el mercado mundial: y cambiar la estructura de los países atrasados derrotando a los movimientos nacionales. Pero había pocos indicios de que cambios “tan trascendentales” estuvieran a punto de producirse (p. 101). La clase obrera y los pueblos oprimidos del mundo entraban en este período en condiciones mucho más favorables que a fines de la década de 1920 y durante la década de 1930, aunque no lo hicieran “en condiciones ideales” (p. 104). La conclusión era que la “posibilidad técnica” de un nuevo y fuerte ascenso a largo plazo de la tasa de crecimiento del capitalismo dependería de los resultados de batallas cruciales entre el capital y el trabajo en Occidente y en algunos países semi-industrializados del Tercer Mundo; entre los movimientos de liberación nacional y el imperialismo; y entre los países no capitalistas y el imperialismo (pp. 103-104).

Los ciclos Kondratiev no se verifican

 La realidad es que el capitalismo se recuperó de la crisis de los años 1970, y la tesis de las ondas largas no se verificó. La discusión sobre la incidencia de la tasa de ganancia en los ciclos Kondratiev se ha convertido en abstracta por la sencilla razón que tales ciclos no existen. La mejor forma de verlo es con lo que ocurrió en los últimos 50 años. Si los ciclos largos fueran propios del capitalismo, su existencia debería haber sido más acusada a medida que el modo de producción capitalista se hizo más universal. Pero eso no es lo que ocurrió.

Según la tesis de las ondas largas entre aproximadamente 1975 y 2000 debería haber ocurrido una fase B, depresiva; seguida de una onda ascendente (fase A de un nuevo Kondratiev) hasta, aproximadamente, 2025. Sin embargo, entre 1974 y 1999 el crecimiento fue del 3,03% anual (datos Banco Mundial, precios constantes en dólares 2015). Prácticamente el mismo que en los 20 años que van de 2000 a 2020. En los 50 años comprendidos entre 1974 y 2024 el producto global creció a una tasa del 3% anual promedio. ¿Dónde están pues las ondas ascendentes y descendentes? Además, ¿cómo se puede sostener que un crecimiento promedio del 3% anual durante 25 años (1974-1999) sea “de tonalidad depresiva”? ¿Qué sentido tiene esto?

En cuento al producto per cápita, entre 1974 y 1999 aumentó a un promedio de 1,32% anual. Y entre 2000 y 2023 creció al 1,68% anual. De conjunto, entre 1974-2023 aumentó a una tasa promedio anual de 1,49%. De nuevo, ¿cómo se puede sostener que un crecimiento del producto por habitante del 1,3% anual, durante 25 años sea propio de una fase recesiva?

Por otra parte, según Mandel la fase B del Kondratiev se caracterizaría por la contracción del mercado mundial. Pero la realidad fue que entre 1974 y 1999 las exportaciones de bienes y servicios crecieron a una tasa promedio anual del 5,2%. El capitalismo penetró en China, los países de la ex URSS, de los regímenes del “socialismo real” del Este de Europa, en Vietnam, en las regiones de la ex Yugoslavia, en Albania. ¿Cómo se podían entender estos fenómenos con la tesis “el mercado mundial se contrae en concordancia con la fase depresiva larga del Kondratiev? Más en general, entre 1974 y 2023 las exportaciones mundiales de bienes y servicios crecieron al 3,8% anual promedio. ¿Contracción del mercado mundial?

Distinguir grises y matices

El hecho de que las ondas largas Kondratiev no tengan verificación empírica no niega que existen períodos –de duración variable- de elevado crecimiento (como fueron los años del boom de la segunda posguerra); períodos de crecimiento débil o tendencia al estancamiento (ejemplo Japón post 1992; zona del euro en los últimos 25 años); y períodos de crecimiento más bien débil, sin llegar a conformar por ello estancamiento. Situaciones como las que observó Engels en la década de 1890 – sobreproducción crónica- podrían ser la causa de estos períodos más bien intermedios, esto es, no de boom y no de depresión. En este respecto, en Valor, mercado mundial y globalización escribimos: “… nos parece necesario superar la visión dicotómica de, o bien crecimiento a tasas doradas del 5 o 6%, o bien depresión. Una visión rígida que se advierte en muchos análisis de heterodoxos y críticos que toman como punto de referencia las tasas excepcionalmente altas de crecimiento económico de las décadas de 1950 y 1960 para “demostrar” que desde hace 25 años (estábamos a principios de los 2000) el capitalismo está en crisis o, por lo menos, en una fase larga depresiva”.

A modo de conclusión

Hacemos un punteo de temas que deberían tratarse, en la medida que están en el meollo de mucho de lo que se discute.

*Sostener que la LTDTG no explica las crisis cíclicas no implica negar que la tasa de ganancia, y la ganancia, no sean las claves de la acumulación capitalista. El impulso del capital a aumentar al máximo la producción de plusvalía tiene su origen en el objetivo de la producción capitalista, la valorización del valor adelantado.

*Es necesario distinguir las teorías de las crisis por subconsumo de las crisis por sobreproducción. La crisis de sobreproducción ocurre porque la oferta supera la demanda, aunque aumente la demanda. Las teorías subconsumistas –en sus versiones más populares- explican las crisis por la debilidad de los salarios, o la pobreza de las masas.  

*La sobreproducción precede a la caída de los precios, y por lo tanto también a la caída de las ganancias (o de la tasa de ganancia).

*Marx y Engels explicaron las crisis del siglo XIX por la sobreproducción.

*Los pronósticos sobre el ciclo Kondratiev no se verificaron en el último medio siglo. En los últimos 50 años el producto mundial creció a una tasa anual promedio del 3%; y el mercado mundial a una tasa aproximada del 4% anual. Es necesario preguntarse cuál de las explicaciones de las crisis que están en disputa se ajusta a esta realidad.

Por Rolando Astarita * Profesor de economía de la Universidad Nacional de Quilmes y de la Universidad de Buenos Aires. / Sin Permiso

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