¿No más automóviles con motor de combustión en Etiopía?

Actualidad - Internacional 04 de febrero de 2024
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Etiopía es, por muchas métricas, uno de los países menos desarrollados del mundo, pero a menudo se la considera una potencia emergente. Posee el crecimiento económico más rápido de todos los países del África subsahariana debido a la inversión extranjera directa en la expansión de la industria agrícola y manufacturera. Sin embargo, en términos de ingreso per cápita y por su índice de desarrollo humano, el país tiene altas tasas de pobreza, escaso respeto a los derechos humanos, una discriminación étnica generalizada y una tasa de alfabetización de tan solo el 49%.

Hablamos, en cualquier caso, de uno de los pocos países de África que logró resistir la presión colonial, un pasado de independencia del que están muy orgullosos. Sin embargo, Etiopía gastó casi seis mil millones de dólares en la importación de combustibles fósiles el año pasado, y más de la mitad de ese gasto se destinó a combustible para vehículos. En respuesta, los Ministerios de Transporte y Logística del país han anunciado una medida drástica: prohibir totalmente la importación de automóviles a Etiopía, a menos que sean eléctricos.

Frente al resto del mundo, que plantea la prohibición de la venta de vehículos con motor de combustión en 2040 (en Centroamérica, India y varios países de África), en 2035 (en la mayoría de Europa, Estados Unidos, Japón, Singapur o Nueva Zelanda), o en 2025 (Noruega), Etiopía pretende prohibirlos ahora mismo. Según Alemu Sime, Ministro de Transporte y Logística de Etiopía, el Plan Maestro de Logística del país incluye la decisión de que los automóviles no pueden entrar en Etiopía a menos que sean eléctricos.

La razón principal de la medida es una grave escasez de divisas que afecta su capacidad para importar petróleo y otras materias primas. Además, Etiopía ha estado invirtiendo enormes cantidades en su infraestructura energética durante los últimos veinte años, hasta el punto de que el 97% de su energía proviene de energías renovables. Etiopía está a punto de inaugurar una central hidroeléctrica de 6.500MW, la más grande de África. Por tanto, este cambio hacia la electrificación total, aunque responde a las evidentes las presiones económicas, parece también ser parte de una estrategia más amplia que lleva fraguándose más de dos décadas.

Por supuesto, en un país como Etiopía, la fiabilidad del suministro eléctrico en algunas zonas todavía deja mucho que desear, y la infraestructura para la recarga eléctrica de vehículos es casi inexistente. El Ministro Sime ha explicado que los esfuerzos para establecer estaciones de carga para automóviles eléctricos siguen siendo una alta prioridad.

¿Es posible prescindir de los automóviles de combustión en un país pobre y carente de infraestructuras de recarga? ¿Qué ocurre cuando los automóviles con motor de combustión dejan de tener acceso a unos combustibles fósiles que dejan de ser importados al país? Con mayor o menor fiabilidad en el suministro, un enchufe lo tienes en casi todas partes, lo que posibilita, aunque sea de forma lenta, la recarga de un automóvil eléctrico.

¿Estamos ante un caso de «mejor una vez colorado, que cien veces amarillo«, o simplemente ante una decisión desesperada y sin ninguna capacidad de elección? Si el plan de Etiopía para eliminar su dependencia del petróleo, motivado por su dificultad para obtener divisas, no desemboca en un desastre económico, podríamos estar ante un ejemplo de cómo el establecimiento de prioridades no siempre sigue los razonamientos convencionales, y de un ejemplo de liderazgo para otros muchos países en situación similar.

Nota:enriquedans.com

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