Expectante, el Senado prepara el terreno para la ley ómnibus

Actualidad - Nacional 02 de febrero de 2024
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El Senado ya se prepara para recibir el proyecto de ley ómnibus. Victoria Villarruel se reunió con el PRO y con la UCR para empezar a pensar los primeros pasos de una carrera bastante acelerada. Las sesiones extraordinarias terminarán en menos de dos semanas, el quince de febrero, lo que hace bastante dificultoso el tratamiento de un texto tan extenso y, como se presupone, con muchas modificaciones.

Villarruel y Ezequiel Atauche, jefe del bloque libertario, se reunieron en casa de Gobierno con Javier Milei para evaluar los avances del proyecto con la intención de poder darle al Ejecutivo las herramientas que demandó. En general, cuando se maneja cierta ansiedad y apuro para avanzar, diputados y senadores suelen trabajar en conjunto para adelantar algunos pasos del análisis. En este caso, no hubo una labor orgánica e institucional pero sí mantuvieron conversaciones durante el proceso.

Una semana de rosca

El miércoles, durante la primera jornada de debate en Diputados, a un pasillo de distancia, Villarruel se encontró primero con el bloque radical, de trece miembros, y luego con el del PRO, de seis. Entre estos dos espacios y el de La Libertad Avanza, el oficialismo podría alzarse con 26 senadores sobre 72.  

El gobierno tendrá que buscar aliados, al menos once para poder tener el quórum y alguna esperanza de darle la sanción al proyecto. Podrían intentar echar mano del bloque de dos santacruceños, pero una jugada en la Cámara Baja alentó más al peronismo que al oficialismo y pseudo oficialismo. 

Lo cierto es que Unión por la Patria podría lograr una importante cantidad de modificaciones en el Senado, lo que devolvería el proyecto a Diputados. El peronismo tiene 33 legisladores propios y apunta a conseguir acompañamientos de aliados provinciales para superar el número requerido para asegurarse los retoques. La delegación de facultades está entre los objetivos.

Los radicales abordaron varios ítem con la Vicepresidenta, desde la ley ómnibus hasta el mega decreto de necesidad y urgencia firmado por Javier Milei, pasando por el funcionamiento del Senado. Una reunión valorada en forma positiva. Después fue el turno del macrismo. 

En los encuentros se conversaron algunas cuestiones, por ahora, generales a la espera de lo que se apruebe en Diputados. Las comisiones afectadas fueron, por supuesto, uno de los ítem. Se descarta que pasará por Presupuesto y Hacienda, en manos del jefe del bloque libertario; y Legislación General, manejada por el puntano Bartolomé Abdala. También se espera que transite por Asuntos Constitucionales, comandada por Edgardo Kueider, peronista de Unidad Federal.

Relación de fuerzas

Los tiempos aparecieron difíciles. De querer avanzar para terminar el debate el 15 de febrero, fecha límite de las extraordinarias, el trámite en comisiones debería ser casi inexistente para cumplir con los 7 días reglamentarios entre el dictamen y su llegada al recinto. Por eso, en el encuentro se habló sobre las posibles fechas para las reuniones y la sesión pero, sobre todo, la unidad de los 39 senadores que le permitieron al gobierno relegar al peronismo de las principales secretarías y comisiones.

En ese momento, acompañaron al oficialismo la UCR, Frente PRO, Cambio Federal, Unidad Federal, Por Santa Cruz, Partido por la Justicia Social, Juntos Somos Río Negro y Frente Renovador de la Concordia Social. Pero se calcula que habrá modificaciones en los posicionamientos de cara a esta ley.

Incluso los bloques de Juntos por el Cambio aguardan por el texto final para terminar de sentar posición, con chances de acompañar en general – como acordaron en Diputados – pero con  observaciones en particular. Puntualmente en facultades delegadas y privatizaciones. 

Las negociaciones en Diputados

En la Cámara Baja, el radicalismo se aferró a las disidencias para marcar distancia con el Ejecutivo pero, frente a la detención de una manifestante y la historia partidaria, el capítulo vinculado a la seguridad se convirtió en un problema. Es de los títulos pintados de amarillo, ya sea por el intento de modificarlo durante el debate en particular como por la libertad de acción para que cada diputado avance como mejor le parezca. En la previa, hubo legisladores que ya insinuaron votaciones diferentes, una más cercana al rechazo y otra al acompañamiento.

Casi a última hora, pareció que algunos optaron por inclinarse a apoyar la declaración de emergencia en materia de seguridad pero con limitaciones en las bases, en los condicionamientos de su aplicación, básicamente orientadas al abordaje del crimen organizado. Un sector de la UCR decidió no acompañar la delegación de facultades.

Con la misma complejidad se abordó también la privatización de empresas estatales. En las últimas horas se buscó trabajar un nuevo listado más reducido ante la posibilidad de que, por falta de acuerdo, gane el rechazo. En principio, optaron por tomar 27 compañías para dividirlas en cuatro grupos, al menos fue así se planteó hasta la medianoche. Tres de esos grupos con privatización total y uno con privatización parcial. El mismo sector de la UCR decidió no acompañar esta iniciativa.

La negociación, además, se complejizó. Durante toda la tarde, pero sobre todo a la noche, los gobernadores volvieron a ser un actor fundamental. Hubo negociaciones entre la Cámara y las provincias, puntualmente por tema financiamiento, y no se descartaba una demanda mayor de tiempo para destrabar conflictos entre estos actores.

Gobernadores, dialoguismo y combativos

Temprano a la mañana, circuló el rumor de un encuentro entre Javier Milei y los gobernadores, lo que fue desmentido por el vocero presidencial. En esa supuesta reunión, se debatiría el financiamiento de las provincias para compensar la quita de obra pública y del coparticipable impuesto a las Ganancias. Si bien la mayoría de los mandatarios dialoguistas entendió que esto llegaría con el paquete fiscal, tampoco se le entregó un cheque en blanco al gobierno. La falta de cumplimiento de acuerdos políticos, hasta ahora, erosionó la confianza. 

Estas herramientas elegidas por el gobierno cuentan con otra dificultad, la de la recepción social. Según un análisis de la consultora Proyección, en Buenos Aires casi el 51% de los encuestados mostró una opinión negativa respecto del DNU y de la ley ómnibus. Por otro lado, sólo el 37% los miró con buenos ojos. La situación económica, su previsión a futuro y la imagen presidencial tampoco parecieron transitar por los mejores carriles.

Es un escenario en el que coinciden otros estudios. En líneas generales, lo que se observa es una división muy marcada en la sociedad, con poco espacio para el dialoguismo. El gobierno, por ahora, logró mantener un apoyo considerable dentro de su electorado y del votante prestado por Juntos por el Cambio, pero no mostró – por ahora - un acompañamiento social contundente al DNU y la ley.

En lo que se coincide, al comparar algunos análisis, es que, más allá de la percepción negativa de estas herramientas impulsadas por la gestión, la inflación todavía aparece como responsabilidad del gobierno del Frente de Todos y no de La Libertad Avanza que, a pesar de ello, también surge como uno de sus causantes.

El presidente no pasa por su mejor momento. La imagen negativa le empezó a pelear parejo a la positiva mientras que su fuerte está en el núcleo duro de votantes de octubre y noviembre. La dirigencia política en general no pasa por su mejor momento. Las principales líneas oficialistas y opositoras consiguieron un mal resultado a la hora de restar aceptaciones y rechazos. En ese esquema, los más combativos y “nuevos” en la gestión todavía hacen algo de equilibrio, mientras que los dialoguistas del 2023 se desplomaron.

Horacio Rodríguez Larreta tendrá una misión difícil en su regreso. En redes sociales mostró muy pocas interacciones y los comentarios no fueron, en líneas generales, positivos. Su imagen transita caminos pantanosos y el escenario político apareció demasiado polarizado, pero él insistirá con lo que considera que es lo adecuado para el país: el diálogo y el consenso. 

Larreta no puede ni quiere disfrazarse de algo que no es, por eso volvió con la misma idea del año pasado. Ahora, por una cuestión de temporalidad y por tratarse de un gobierno nuevo, decidió negociar lo más posible para acompañar el proyecto de ley con cambios. Más adelante, cuando la sociedad – tal vez – pida otra cosa, la situación podría ser diferente. Tal vez, para esa época, el centro y la moderación sean más requeridos. Una apuesta.

Por Carla Pelliza / El Destape

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