El trabajo distribuido y su normalización

Recursos Humanos 24 de enero de 2024
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Una encuesta a 158 directivos norteamericanos revela que las políticas de vuelta a la oficina se han convertido en una prioridad completamente residual para ellos, y que tan solo seis de ellos las consideran importantes.

El 27% de los directivos consideraron una prioridad el mantenimiento del trabajo híbrido. En otra encuesta, llevada a cabo por Deloitte, el 65% de los directivos del área de finanzas afirmaron esperar que su compañía ofreciese la posibilidad de acuerdos de trabajo híbridos a partir de 2024.

El trabajo distribuido, contrariamente a lo que muchos creen, está creciendo en los Estados Unidos. Entre el 20% y el 25% de los trabajadores llevan a cabo su jornada laboral desde su casa al menos durante una parte de la semana, por debajo lógicamente del 47% que llegó a representar durante los confinamientos derivados de la pandemia, pero muy por encima del 3% que suponía antes de la llegada de la misma.

Para una cantidad cada vez mayor de directivos, tener trabajadores en entornos distribuidos que no acuden todos los días a la oficina se ha convertido en algo perfectamente natural, que no conlleva en absoluto una pérdida de productividad (en muchos casos supone un incremento de la misma), y que supone una facilidad a la hora de atraer o retener talento, particularmente en las generaciones más jóvenes.

El grupo de directivos «nostálgicos» que, tras la pandemia, se empeñaron por encima de todo en obligar a los trabajadores a volver a las oficinas, alegando supuestas pérdidas de productividad que nunca pudieron ser demostradas y que, en realidad, solo existían dentro de su cabeza, han hecho mucho daño a la normalización de un fenómeno, el trabajo distribuido, que tiene, en el entorno tecnológico actual, todo el sentido del mundo.

Ofrecer libertad a los trabajadores para que puedan elegir libremente si trabajan desde su casa o si acuden a la oficina, en modelos híbridos que buscan empoderar al trabajador en lugar de encorsetar sus opciones, se convierte cada vez más en la opción más razonable en las compañías que entienden los cambios en el entorno. La disponibilidad progresiva de ancho de banda y de tecnología que permite el desarrollo de trabajo y la coordinación de manera cómoda y adecuada generó que, tras la prueba de fuego que constituyó la pandemia, la sociedad avanzase muchísimo en la comprensión de estas opciones. Frente a esto, una generación de directivos trasnochados e incapaces de renunciar al micromanagement se empeñaron, en muchas compañías, en volver a la situación previa a la pandemia, y mintieron al decir que estaban percibiendo pérdidas de productividad derivadas de la nueva situación.

Esos mandatos de vuelta a la oficina se toparon con una realidad muy interesante: en mercados de trabajo funcionales, muchos trabajadores decidieron, simplemente, abandonar aquellas compañías que pretendían imponerles forzosamente la vuelta a la oficina, con la consiguiente pérdida de talento. En otros casos, los trabajadores se resignaron a volver, pero su productividad se resintió. En algunos casos, los de las compañías que más radicalmente demandaron esa vuelta a las oficinas, la cultura y la reputación recibieron un fuerte golpe, y herramientas como Glassdoor y similares son buena prueba de ello: se convirtieron en empresas mucho menos interesantes para trabajar.

Cada vez más, las diferencias entre la casta de directivos conservadores que se niegan al trabajo distribuido y las generaciones post-pandémicas que lo ven como algo simplemente lógico y natural se convertirá en un problema, que obligará a esas compañías a buscar mejores directivos, más preparados para el nuevo entorno y con más capacidad de adaptación a los cambios de la sociedad. Si como directivo estás empeñado en tener a todos tus trabajadores en la oficina, donde puedes verlos, debes saberlo: eres un inadaptado fósil de otra época, y ninguna de tus percepciones negativas sobre el trabajo distribuido está refrendada por datos reales de productividad. Los trabajadores trabajan mejor cuando son más libres.

El trabajo distribuido es, simplemente, algo natural. Obviamente, no todos los trabajos pueden hacerse de manera distribuida, pero pretender mantener a trabajadores que podrían estar llevando a cabo sus trabajos de manera plenamente satisfactoria desde sus casas atados a una mesa en la oficina, como si trabajasen en un taller de la Revolución Industrial es algo que cada día se demuestra más anacrónico y absurdo, y que cada día más, separará a las compañías exitosas de las que van dejando de serlo.

Nota:https://www.enriquedans.com/

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