Cuáles son las razones que llevaron al grupo Enel a poner en venta Edesur: los próximos pasos

Actualidad 23 de noviembre de 2022
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Tras anunciar su salida de la Argentina, el grupo italiano Enel ya puso en marcha el plan de desinversión local que, entre otros activos, involucra el cambio de manos de Edesur.

Se trata de la mayor distribuidora de electricidad del país, que ofrece sus servicios a cerca de 2,5 millones de clientes, llegando a más de dos millones de hogares y abasteciendo a comercios y a grandes empresas en un área de concesión de 3.300 km2 que abarca la zona sur de Capital Federal y 12 partidos de la provincia de Buenos Aires

El primer paso que dará el holding energético europeo es la contratación de un banco de inversión que salga a buscar interesados por esta compañía y por el resto de las empresas en las que participa como las centrales térmicas Costanera y Dock Sud; la concesión de la hidroeléctrica El Chocón; líneas de transmisión y de transporte de energía eléctrica.

La idea inicial es ofrecer estos activos en bloque para poder sumar fondos que permitan solventar su plan de acción 2023-2025 en el resto de los países donde opera y reducir su nivel de endeudamiento neto, al que las operaciones de la Argentina vienen colaborando de manera importante.

El plan B sería la venta segmentada, teniendo en cuenta que debe obtener alrededor de 21.000 millones de euros con su plan de salida no sólo de la Argentina sino también de Perú, asi como finalizar la venta de los activos de transmisión en Chile, de las redes de distribución en Goiás (Brasi), la operación de Gridspertise.

En ambos casos, se espera que sean empresarios locales los que muestren mayor interés por las empresas que Enel deja en el país, teniendo en cuenta que los inversores extranjeros prefieren mantenerse alejados de los negocios locales por la falta de estabilidad.

En este marco, Enel anticipa que el 2023 sea el año fundamental de la estrategia de racionalización a largo plazo para concentrar sus operaciones en Italia y España, vender sus activos rumanos; salir de Perú y Argentina; Australia y Grecia, y enajenar su operación en Ceará para aumentar el enfoque en las redes de distribución en las mega ciudades como Río de Janeiro y San Pablo.

Todos estos países son considerados por los ejecutivos de Enel como "negocios y geografías que ya no están alineadas con su estrategia".

Millonarias pérdidas acumuladas

En el caso de Argentina, la decisión se tomó por los constantes conflictos que vino teniendo con los sucesivos gobiernos kirchneristas por la actualización tarifaria que derivó en una compleja situación financiera de Edesur, su principal activo local, que no alcanzó a resolver ni siquiera con el esquema de redeterminación establecido por el ministro de Economía, Sergio Massa a partir del plan de segmentación.

No son nuevos los problemas de caja que sufre la distribuidora que, de hecho, podrían profundizarse ya que el proceso oficial de incrementos tarifarios está lejos de cubrir las subas de costos que viene soportando la compañía y que marcan una tendencia riesgosa para el sostenimiento de su sistema.

Es más, en los últimos dos años acumuló pérdidas cercanas a los $30.000 millones ($18.790 millones en el 2021 y $9.156 millones en el 2020), números que sirven para entender el preocupante escenario que atraviesan las distribuidoras cuyo negocio depende de los vaivenes de la política oficial.

Este escenario y los años de congelamientos terminó por desgastar las estrategias comerciales de las empresas que deben aceptar competir en un negocio donde las ganancias se encuentran reguladas pero los costos crecen a la misma velocidad que la inflación. En el caso de Edesur esta política oficial la llevó a convertirse en la distribuidora con las tarifas más bajas de la Argentina y de Latinoamérica.

Invertir en el servicio
 

De todos modos, la compañía lleva invertidos $20.000 millones entre enero y septiembre pasados con el objetivo de continuar mejorando el servicio. Lo hace a pesar que en los primeros nueve meses del 2022, sus ingresos registraron una disminución del 6% como consecuencia, principalmente, del atraso tarifario en relación con la inflación interanual, mientras que las ventas de energía, en términos físicos, presentaron una mejora del orden del 5%.

En el caso del EBITDA acumula una pérdida de $9.712 millones debido a la caída en los ingresos junto con los mayores costos operativos registrados y a una mayor provisión por el deterioro de los créditos por servicios.

Las razones de su descalabro financiero en la Argentina son siempre las mismas, porque si bien ahora no hay tarifas congeladas, los aumentos son insuficientes y no alcanzan para cubrir gastos creciente, inflación, devaluación y, en el último año, las medidas sanitarias y restricciones impuestas para combatir la pandemia del Covid-19.

De hecho, la compañía acumula estados contables que, desde el 2010, reflejan nada más que tres períodos positivos y otros siete negativos.

Con una importante salvedad vinculada al balance del 2019, cuando informó ganancias por $12.600 millones pero que reflejó un asiento contable vinculado al intercambio de deudas cruzadas con el Estado nacional que le permitió evidenciar en ese balance un elevado nivel de rentabilidad.

Edesur debe además financiar costos de obras y mantenimiento que no dejan de aumentar, así como los gastos de materiales, contratos con terceros y las subas salariales pactadas con el gremio del sector.

Los números sirven para entender el preocupante escenario que atraviesa Edesur, cuyo negocio depende de los vaivenes de la política oficial, a su vez condicionada por la interna entre los socios del Frente de Todos por el futuro de las tarifas de los servicios públicos.

Esta pelea, y los años de congelamientos y aumentos restrigindos ha desgastado las estrategias comerciales de la empresa que debe aceptar competir en un negocio donde las ganancias se encuentran reguladas pero los costos crecen a la misma velocidad que la inflación.

Nota:iprofesional.com

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