Eso que llamás amor es trabajo no pago

Recursos Humanos 29 de mayo de 2022
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Tu mamá, tu hermana, tu pareja, tu hija; tu jefa, tu compañera de trabajo, tu reporte. La verdulera que elige las frutas con esmero; tu empleada doméstica que te plancha las camisas así como te gustan; la arquitecta que diseñó la habitación en la que estás leyendo esta columna. Y sí, también la periodista que escribe estás líneas, que quizás no te agraden, formamos parte de una sociedad desigual que ha dado por sentado nuestro trabajo sin una remuneración justa, en el mejor de los casos; nula, en el peor.

Hoy, las mujeres somos 50% de la población mundial y sin embargo, en lo que a economía se refiere, las cifras no son muy felices.

Tanto en países desarrollados como subdesarrollados las mujeres aún promedian menos del 78% de los salarios de los hombres por el mismo trabajo, de acuerdo con las Naciones Unidas.

Cerrar la brecha de ingresos entre hombres y mujeres puede tener grandes implicancias para la economía, estimulando el PBI e impulsando a las empresas que decidan sumarlas a sus plantillas.

Quizás igual de importante son los trabajos invisibles que realizamos las mujeres a diario y que son el motor mismo de la economía. La remuneración por tareas de cuidado que se dan por sentadas -limpiar, alimentar, cuidar, hacer las compras o ayudar en las tareas escolares- sigue siendo una utopía. Sobre esto último hay que hacer hincapié porque el Estado se dedicó en los últimos años a elaborar informes sobre lo que llaman Trabajo Doméstico y de Cuidados No Remunerados (tdcnr) y sirven para ilustrar lo que hasta hace poco era un tema tabú.

Desde el principio del tiempo, las mujeres nos encargamos de tareas domésticas y de cuidados fundamentales para que la vida cotidiana funcione y sobre las cuales no existe distribución igualitaria o retribución posible. "Reconocerlo es entender que estas tareas restan oportunidades y recursos para estudiar, desarrollar una carrera, hacer deportes o incluso tener tiempo libre para disfrutar. La pobreza de tiempo afecta también a la salud y al descanso.Las tareas domésticas y de cuidados no remuneradas son un trabajo fundamental para toda la economía, porque motorizan todo el sistema productivo", señala un informe de la Dirección Nacional de Economía Igualdad y Género, dependiente de la Secretaría de Política Económica del Ministerio de Economía de la Nación. La distribución del TDCNR es estructuralmente desigual: nueve de cada 10 mujeres realizan estas tareas, que significan en promedio 6,4 horas diarias. Ellas dedican tres veces más tiempo que los varones.

Nada dejó esta situación más en pie que el principio de la pandemia y los cambios en la cultura del trabajo. Durante los meses en los que el Covid-19 controló nuestras vidas se aumentaron las horas dedicadas a la limpieza, la cocina y la organización del hogar. Invisibles, las damos por sentadas, pero representan una nueva normalidad en la que las mujeres tienen que trabajar ocho horas para después seguir trabajando en casa. "Esta distribución asimétrica contribuye a explicar que su participación en el mercado laboral sea más baja que la de los varones", dice el mismo informe. "También incide en que tengan trabajos más precarios, que implican a su vez una mayor desprotección social. Las mujeres presentan mayores niveles de desocupación, ganan menos y, por consiguiente, son más pobres".

El ejercicio de ponerle precio al tdcnr, y de esta manera poder compararlo con los otros sectores de actividad, muestra que es la principal actividad económica en el país. El aumento del peso del tdcnr recae principalmente sobre las mujeres y reproduce una lógica de desigualdad. Resolver los cuidados es crucial para garantizar que las mujeres puedan continuar con sus trabajos y se destaquen.

La lucha por la igualdad tiene muchas formas. Esta, relacionada con el cuidado, es una de ellas. Ojalá una nueva generación de hombres y mujeres entiendan que si cuidar es amor, hacerlo juntos es mejor.

Nota: apertura.com

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