Murió Augusto Cicaré, una leyenda de la aviación argentina

Actualidad - Nacional27 de enero de 2022
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Augusto Cicaré, el autodidacta bonaerense que en 1958 construyó el primer helicóptero de América Latina y cabeza de una empresa familiar que sobre sus desarrollos exporta esas aeronaves a distintos mercados internacionales, murió este miércoles a los 84 años.

Cicaré nació el 25 de mayo de 1937 en la localidad bonaerense de Polvaredas y creció en el taller mecánico familiar. En diálogo con Télam, su hijo Fernando, dijo que Augusto era “un superhéroe que usaba un delantal en vez de una capa y una llave francesa en vez de una espada”.

Añadió que le “enseñó todo” sobre los helicópteros, “a volarlo, a armarlo, a diseñarlo” y señaló que en la fábrica “más que un director, íbamos a la par”.

“Mi padre era todo intuición propia, desde el primero que diseñó hasta el número 14”, y también se encargó de fabricar simuladores de vuelo. Fernando también recordó que “fue muy amigo” del piloto de automovilismo y 5 veces campeón de la F1, Juan Manuel Fangio.

“Fangio quería fabricar un auto en base a lo que era el DKW y la carrocería de la firma Pininfarina”, explicó. Relató que su padre estuvo encargado de construir el motor: “el desarrollo se hizo y cuando iba a salir al mercado, Fiat vio como una competencia el adelanto tecnológico del motor que consistía en una correa dentada, entonces compró DKW y cerró el proyecto”.

En una entrevista que concedió a Télam durante una recorrida por la fábrica, Augusto recordó que cuando tenía cuatro años “ojeaba artículos sobre aviones” de la revista Mecánica Popular “con ilustraciones porque me fascinaba la idea de volar, hasta que un día vino el dibujo de algo que volaba y no era un avión”.

"Le pedí a mi mamá que me lea la nota y me contó que era un aparato que se llamaba helicóptero y que podía despegar y aterrizar sin pista de aterrizaje”, evocó.

Y destacó: “me quedé maravillado y ya quería construir uno. Mi mamá me dijo que si yo aprendía a usar el torno iba a poder hacerlo. Cuando a los seis años entré a la primaria empecé a escaparme seguido para ir a practicar con el torno” a lo de su tío “que me parecía más importante que la tarea", contó.

"A los 16 años arranqué fabricando piezas que iba guardando en un armario, también hice un motor a partir de la experiencia en el taller", apuntó, y añadió que “todo lo hice por acierto y error y en el camino fui aprendiendo de cosas que como yo solo tenía terminada la primaria no conocía, como el efecto giroscópico que lo terminé estudiando con unas ruedas de bicicleta".

Augusto rememoró que "en 1958, a los 21 años, cuando tuve el primer helicóptero listo, lo até con cadenas al piso para evitar que se eleve de manera muy brusca o se vaya de lado, porque no tenía idea de cómo iba a reaccionar cuándo lo encendiera". El primer motor era de treinta caballos y “me di cuenta de que me quedé muy corto de potencia”, recordó.

“Se levantó apenas 15 centímetros del piso y todos los vecinos que estaban expectantes lo consideraron un fracaso, pero para mí el sólo hecho de que despegara del piso fue un rotundo éxito y me di cuenta que tenía que fabricar un motor más potente", remarcó.

El segundo proyecto fue gracias a la colaboración “de un periodista que se enteró de mí y de mi trabajo, y vendió su propio auto para que yo pudiese construir mi segundo proyecto”.

Fue así que desarrolló “un helicóptero con cabina y dos asientos” en el que pudo “llevar a volar a mi madre y a mis hermanos".

"Ese periodista llevó fotos a Buenos Aires, el presidente (Arturo) Illia se interesó en el proyecto y quiso llevarlo a la entonces Fábrica Militar de Aviones (FMA, hoy FAdeA); pero cuando (Juan Carlos) Onganía llegó al poder, nos mandaron de vuelta a casa porque consideraban más práctico importar helicópteros de Estados Unidos", lamentó.

Telam

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