





La Libertad Avanza logró sumar una gran cantidad de bancas en una sola elección. Desde el domingo, el oficialismo persigue un objetivo central —convertirse en la primera minoría en la Cámara de Diputados—, un rol que por ahora sigue en manos del peronismo, hoy debilitado por la imposibilidad de competir unido a nivel nacional. La llave para alcanzar ese objetivo la tiene el PRO, que debería aceptar integrarse a un interbloque con el oficialismo. Pero el destrato a Mauricio Macri en Olivos, los movimientos de Patricia Bullrich que dinamitó el espacio horas antes del encuentro y el último posteo del expresidente en redes pusieron en duda las aspiraciones parlamentarias del gobierno. “Es un calabrés rencoroso”, deslizaron desde el peronismo ante este diario, anticipando que a Macri siempre le queda capacidad de daño. El oficialismo busca expandirse mientras la oposición enfrenta el riesgo de fragmentarse.
La Casa Blanca, principal accionista político de la campaña libertaria, le impuso tres condiciones al gobierno de Javier Milei para garantizar su apoyo incondicional: avanzar con las reformas laboral y tributaria —dos iniciativas clave para que Estados Unidos pueda desplegar en el país un esquema de negocios a bajo costo y bajo riesgo— y asegurar una dosis mínima de gobernabilidad que disipe cualquier fantasma de juicio político. En los hechos ese mandato significa ejercer el control del Congreso. Santiago Caputo, el asesor aún sin firma de Milei, busca cumplir con la letra chica del acuerdo.
Por estas horas, el lobbista de la Casa Rosada —que ya logró deshacerse de Guillermo Francos y Lisandro Catalán— disputa las atribuciones que podría concentrar un Ministerio del Interior bajo su órbita. Caputo no solo pretende absorber el diálogo con las provincias para garantizar la aprobación de las reformas en el Congreso, sino también manejar fondos propios y poder de decisión. Busca, además, erigirse como nexo privilegiado con Washington, mientras pulsea con Karina Milei por la influencia sobre el Ministerio de Justicia. La hermana del presidente quiere desplazar a Sebastián Amerio, hombre de Caputo, por sus magros resultados, y delegar ese poder en sus colaboradores de confianza: Lule y Martín Menem. El fracaso de las vacantes de la Corte Suprema de Justicia todavía resuena en Balcarce 50.
Desde hace meses la interna libertaria se tramita en más de una locación. El viernes por la noche, mientras se multiplicaban las operaciones en la Casa Rosada que derivaron en la salida de Francos, el Gobierno autorizó a Patricia Bullrich a dinamitar el bloque del PRO y sumar a sus siete diputados a las filas libertarias en la Cámara baja. Todo ocurrió mientras Mauricio Macri aguardaba ser recibido en Olivos. El expresidente, que había llegado convencido de que podría proponer nombres técnicos para el gabinete, se enteró en medio de la reunión que Francos —el funcionario que más terció para acercarlo al Gobierno— quedaba fuera del gabinete.
“La supuesta ampliación del Gobierno fue una mentira. Los cambios los están usando para suturar su interna”, dijeron desde el PRO a este diario. Macri se retiró de la quinta presidencial visiblemente enojado. Lo reconoció públicamente el sábado por la tarde en sus redes sociales: “La idea era pensar la mejor manera de reforzar los equipos y prepararse para esta segunda etapa, pero no logramos ponernos de acuerdo”, escribió. “Esto les va a traer un problema a futuro, es un calabrés rencoroso”, anticiparon desde Unión por la Patria a este diario.
La llave para que el oficialismo se convierta en primera minoría en Diputados hoy la tiene hoy el PRO. Uno de los articuladores de ese bloque en la Cámara Baja dijo a Página/12: “La idea del interbloque es de ellos, no nuestra”, dejando en suspenso cualquier confluencia futura. Y sintetizó: “Que Bullrich haya roto con nosotros antes de que Macri entrara a Olivos lo autorizó el Gobierno. Lo que pase de ahora en adelante es problema de ellos.” En efecto sin el PRO, la Libertad Avanza tendrá un tercio propio para blindar vetos y evitar un juicio político pero no será primera minoría ni tendrá mayoría propia para impulsar las reformas con comodidad. El escenario es aún más adverso en el Senado.
El peronismo ante el riesgo de la balcanización
Mientras el oficialismo busca consolidar su poder legislativo, el peronismo enfrenta su propia crisis de unidad. En su última carta, Cristina Fernández de Kirchner llamó a evitar la balcanización del campo nacional y popular, y destacó “la unidad como instrumento político de construcción nacional, popular y democrática”. También cuestionó a Axel Kicillof por el “error político” de desdoblar la elección. El viernes, el gobernador respondió con un encuentro de intendentes que le manifestaron su apoyo. La derrota en la provincia de Buenos Aires no fue la única: el PJ ganó solo en siete provincias. La interna entre el axelismo y los sectores que responden a la expresidenta se reactivó al calor de la derrota electoral y promete sumar nuevos capítulos dentro del gabinete bonaerense.
Las dudas se irradian también al Congreso. La presencia de Sergio Ziliotto, gobernador de La Pampa, en la cumbre de mandatarios convocada por la Casa Rosada encendió luces de alarma. Un día después se mostró junto a Adrián Ravier, diputado nacional electo por La Libertad Avanza, en una clara señal de apertura a las reformas que busca impulsar el Gobierno nacional.
En Unión por la Patria hay preocupación. “La interna trae tensiones, pero no hay versiones de ruptura. No sería un buen negocio para el peronismo dejar de ser primera minoría para partirnos en tres o cuatro”, señaló una de las autoridades parlamentarias del bloque. Otro diputado recientemente electo por el massismo advirtió a este diario: “No hay espacio para divisiones. Donde fuimos divididos le dejamos el triunfo a Milei. El que empuja la desunión, está alimentando a Milei”. Esa tribu del peronismo buscará, una vez más, evitar las fisuras dentro de un movimiento que ya comenzó la disputa por la conducción.
Fuente: Pagina12
























