Finalmente llegó la dolarización endógena

Actualidad23/10/2025
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Javier Milei y "dólar" son palabras que van juntas en el inconsciente colectivo. Ganó las elecciones de 2023 prometiendo dolarización generando en los sectores menos ilustrados la creencia de que irían a “ganar” en dólares, imaginando que eso implicaría que ganarían más.

Ya como Presidente, Milei hablaba de que el apretón monetario, o sea la menos cantidad de pesos circulando, obligatoria a los argentinos a usar sus dólares y en el segundo semestre el ministro de economía pronosticó la dolarización endógena donde los argentinos sacarían sus dólares del colchón y tendríamos un “plan platita en dólares” porque esos dólares que saldrían del colchón se sumarían al circulante, agregándose a la cantidad de moneda y aumentando el consumo.

Ya el primer trimestre de este año, con la salida parcial del cepo autorizando a las personas físicas a comprar dólares, sucedió lo inverso. Los argentinos aumentaron su tenencia en dólares y en lugar de sacarlos el colchón para consumir pasaron el total de sus ahorros a comprar dólares y en lugar del colchón gran parte fueron a ser depositados en los bancos donde hoy se llegó a que uno de cada tres depósitos en Argentina sea en dólares. 
 
Milei tiene con el dólar la misma fijación que el inconsciente colectivo. Al conocerse el apoyo del Tesoro y la inversión de la dueña de Chat GPT, dijo: “Nos van a salir dólares por las orejas”. La fijación erótica con los orificios podría indicarle a un psicólogo la asociación entre dólar y satisfacción.

Por eso, cuando se instalaron las bandas de precio del dólar de mil a mil cuatrocientos, Milei insistía en que su precio tenía que ir al piso de la banda a mil y por eso el Banco Central tenía la instrucción de no comprar dólares hasta que no llegase a 1.000 pesos, imaginando también en el inconsciente colectivo que un dólar a 1.000 era una forma de un dólar a uno como en la convertibilidad, otra forma metafórica de dolarización. Sintetizando: acceder a dólares sería acceder a felicidad, hacer accesible los dólares generaría bienestar y votos.

Y finalmente llegamos a la primavera con la estrategia económica de Milei y Scott Bessent, que ha generado un fenómeno singular en Argentina: la metafóricamente llamada “dolarización endógena”. A pesar de los intentos del Gobierno y del respaldo estadounidense para controlar el valor del dólar y que los argentinos se queden con pesos, los ciudadanos han respondido masivamente comprando moneda extranjera, desplazando sus ahorros hacia un refugio percibido como más seguro. Este movimiento no se debe únicamente a la especulación financiera, sino a una reacción emocional y racional de la población frente a la pérdida de confianza en la capacidad del Gobierno para mantener la estabilidad económica y proteger los ingresos frente a la inflación y la recesión.

Un axioma económico es el de la elasticidad de la demanda, el aumento del precio de un bien reduce su consumo y se lo sustituye por otro, con el dólar, como es un precio de precios, cuando sube su valor más gente quiere comprar más y vuelve a comprar más cuando alguien relevante dice que no va subir tácitamente como por ejemplo con el anuncio del apoyo a Milei del Tesoro norteamericano, o expresamente como dijo Bessent cuando escribió que el peso estaba subvaluado. Los argentinos no le creen al que tiene la orden de generar dólares. El dólar sigue calentándose cuando no sólo el Central, sino el Tesoro norteamericano, venden dólares para enfriarlo.

Que Bessent esté vendiendo dólares para frenar una corrida en Argentina demuestra que el apoyo estadounidense al presidente Milei es realmente inédito. La consecuencia más lógica hubiera sido que el sólo hecho de que el mercado sepa que el Tesoro estadounidense está comprando pesos hubiera sido suficiente para frenar la expectativa alcista. El hecho de saber que hay una reserva prácticamente infinita detrás de la venta de dólares debería desalentar esta expectativa, y frenar a aquellos especuladores que quieren hacerse de una ganancia a corto plazo.

Pero hay otra hipótesis que sostuvo Ignacio Miri en una reciente nota de opinión en Clarín: que Bessent estaría ejecutando una devaluación administrada del peso, mientras el ministro Luis Caputo la niega públicamente para ahorrarse el costo electoral. Esta estrategia permite al Gobierno argentino eludir el costo político interno de admitir la devaluación, mientras Estados Unidos guía gradualmente el valor del dólar hacia niveles recomendados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los principales inversores internacionales.

BC-equipo-de-trump-busca-recortes-arancelarios-en-nuevas-conversaciones-con-china-1MScott Bessent y Donald Trump.

Así, la economía argentina se mantiene bajo un delicado equilibrio entre el discurso oficial de estabilidad y una realidad económica controlada desde Washington. Según informes de los últimos días, el 34% de los depósitos totales está en dólares, frente al promedio histórico del 25,8%, y el “ratio” entre depósitos en dólares y en pesos asciende al 52%, según analizó Federico Machado. En paralelo, los depósitos en pesos cayeron de 100 a 92 billones de pesos, reflejando una clara preferencia del público por refugiarse en moneda dura.

Los depósitos en moneda extranjera dentro del sistema bancario superaron los 35.100 millones de dólares, el nivel más alto desde que comenzó el gobierno de Javier Milei. Esta suba comenzó tras la apertura parcial del cepo cambiario para personas en abril, cuando los depósitos rondaban los 29.000 millones de dólares, reflejando un proceso de dolarización de los ahorros que se intensificó durante el segundo semestre.

El Banco Central detalló que en agosto unos 1,5 millones de personas compraron dólares, destinándolos principalmente al atesoramiento, pagos con tarjeta en el exterior o en servicios internacionales, y al “rulo” financiero mediante operaciones MEP y contado con liquidación. De hecho, cerca de la mitad de las compras recientes -unos 18.000 millones de dólares- se habrían utilizado en este tipo de maniobras, mientras que otros 4.600 millones se destinaron a consumos en dólares y unos 1.200 millones quedaron fuera del sistema financiero formal. Los analistas coinciden en que este salto no implica una fuga de capitales sino una reconfiguración de portafolios, o sea una dolarización, dentro del sistema financiero, motivada por la incertidumbre electoral y el temor a una devaluación.

Que los ciudadanos se pasen masivamente al dólar quiere decir lisa y llanamente lo obvio, que el sistema de bandas ya no existe, a pesar de que tanto Caputo como Bessent insisten que se mantendrá después de las elecciones, porque una banda requiere un piso y un techo y lo que hoy tenemos es un cambio fijo en el techo de la banda con una actualización de 1% mensual. Más allá de las razones que les puedan explicar, su decisión es emocional: no confían en que se mantendrá el esquema cambiario, ni que el Gobierno podrá sostener esta situación económica. Tampoco confían, según múltiples sondeos, en que el apoyo estadounidense sea beneficioso para el país, aunque traiga alivio a corto plazo.

En Modo Fontevecchia, Jaime Duran Barba ha señalado en múltiples ocasiones que Argentina es un país con un fuerte sentimiento antinorteamericano. Tampoco creo que ayuden las recientes declaraciones de Donald Trump que, acosado por el Partido Demócrata y los cuestionamientos de la opinión pública a los montos de salvataje a Argentina, salió a decir que “Argentina se está muriendo”, y por eso nos ayudan.

Trump quedó encerrado también en la trampa argentina, queriendo ayudar a Javier Milei, cada vez que habla lo hunde más. ¿No había dicho que eran maravillosos los cambios que había producido desde que asumió y que Argentina estaba floreciente?

La ayuda norteamericana a Argentina se volvió un elemento del debate público incluso en Estados Unidos, en Saturday Night Live, compararon a Milei con el famoso personaje de películas de comedia, Austin Powers.

Frente a este cuestionamiento, cada vez más agudo, y al planteo interno de que la ayuda a Argentina es absurda e injustificada, es que Trump sale a decir que “Argentina se está muriendo”. Esto pone en un aprieto el propio discurso oficialista, que hasta hace algunos meses venía siendo que la economía venía pum para arriba, que habían sacado 12 millones de argentinos de la pobreza, que los índices macro indicaban un mejoramiento.

El vocero presidencial, Manuel Adorni, a quien le quedan pocos días en esta gestión, tuvo que hacer malabares discursivos al consultado por las declaraciones de Donald Trump. "En el marco doméstico de Donald Trump, la definición fue correcta. Si realmente cree que está muriendo, no le da un apoyo de 20 mil millones", aseguró. Adorni dice que la definición es correcta desde el punto de vista de Estados Unidos, ¿pero no desde Argentina? “Si realmente cree que nos estamos muriendo no nos daría un apoyo de 40.000 millones de dólares”, ¿es decir que no lo cree realmente?

En un sentido similar, Federico Sturzenegger reconoció que Donald Trump "es un político de frases fuertes" y dijo que el apoyo de Estados Unidos al gobierno de Javier Milei "es algo absolutamente inédito", y remató con una frase más que optimista. "Vamos camino a ser Alemania o Japón", agregó.

Sin embargo, a pesar de estos malabares para seguir mostrándose optimistas frente al rumbo económico, cada vez es más visible que la estrategia de La Libertad Avanza ha cambiado.

Y entre sus propios aliados surgen críticas duras a su gestión. Un reciente informe del PRO, elaborado por la Fundación Pensar, expone un panorama crítico. Según el relevamiento, se perdieron más de 300.000 empleos desde el inicio del Gobierno, más del 50% de los argentinos no logra llegar a fin de mes y los salarios permanecen por debajo de los niveles de 2023. Casi siete de cada diez encuestados consideran que “lo peor” de la crisis está ocurriendo o aún está por venir, mientras que el 47% planea votar en contra del Gobierno.

El estudio, dirigido por María Eugenia Vidal y Hernán Lacunza, muestra además que la mitad de la población cree que Milei no sabe resolver los problemas del país. La aprobación de la gestión alcanza apenas el 46%, con un ánimo social predominantemente negativo. Los principales problemas señalados por la gente son la economía (17%), la corrupción (16%) y los bajos salarios (tercer lugar); incluso, algunos mencionan al propio Presidente como uno de los factores que agravan la crisis.

En materia laboral y de ingresos, el PRO reconoce que, aunque los salarios superaron levemente la inflación en los últimos seis meses, siguen rezagados: el sueldo mínimo perdió un 30% de su poder adquisitivo y las jubilaciones cayeron un 5%. Más de la mitad de los trabajadores teme perder su empleo y el 63% debió recortar gastos o actividades para poder subsistir. Además, el 55% rechaza las formas del Gobierno y el 46% cree que la oposición se impondrá en los comicios.

El informe también advierte sobre el creciente peso de la corrupción en la percepción pública. Los escándalos vinculados al caso Libra, las coimas en la ANDIS y el denominado “narco gate” que involucra a José Luis Espert impactaron fuertemente en el electorado. Para la Fundación Pensar, este factor, que se ubica en segundo lugar de las preocupaciones con un 16%, erosiona la credibilidad del oficialismo y agrava la sensación de malestar social, sumando un componente ético a la crisis económica que domina la agenda política.

En este contexto, la “dolarización endógena” de los ahorristas argentinos refleja una reacción de autoprotección: los ciudadanos actúan como reguladores de facto del mercado cambiario ante la incertidumbre. Pero la fatiga con el ajuste seguramente se expresará en las urnas, y habrá que ver si el Gobierno sale de las elecciones con el suficiente volumen político para poder seguir adelante con su programa de reformas.

Algunos economistas sostienen que una devaluación del 20% que lleve el dólar a 1.800 pesos e implicaría un traspaso a precios de un 5%, lo que podría mejorar la competitividad de la economía en un 15% real. Pero un ajuste abrupto podría generar sensación de fracaso y desestabilización política, mientras que las medidas graduales, como las implementadas por Bessent, alivian la percepción inmediata pero no resuelven la falta de crecimiento estructural ni motorizan la economía real. Pero si eso no soluciona el problema de la falta de crecimiento de la economía. La pregunta es si lo haría una reforma laboral, tributaria y previsional. La coincidencia es que son necesarias, pero no generarían un impacto inmediato en el corto plazo

Si pudiera bajar las tasas de interés una vez descomprimida la corrida cambiaria y una baja de la tasa de interés revertiría la recesión que produjo su aumento, pero el dilema económico de fondo del Gobierno es que no tiene herramientas para promover el consumo y el aumento de los salarios reales.

Como ya mencionamos, la reforma laboral en materia de sueldos bajos ya la hizo el mercado porque son los más bajos de la historia. Solo podría sacar el costo indemnizatorio apostando que así se producirá un aumento del empleo lo que nuevamente, será progresivamente. Baja de tasas de interés y eliminación de indemnizaciones serían las dos medidas reactivantes, pero no mucho más.

¿Cómo puede hacer el Gobierno a partir del 27/10 para crear mejoras en el consumo que le permita recuperar los votantes perdidos? Es difícil. El Gobierno enfrentará el desafío, luego del domingo, de reagrupar a la tropa e impulsar un programa que genere mejoras concretas en el consumo para recuperar votantes perdidos, en un contexto más adverso aún que el preelectoral.

Producción de texto e imágenes: Facundo Maceira / Modo Fontevecchia

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