Jauretche, Milei y algo que Estados Unidos no entiende

Actualidad19/10/2025
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"Si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende." La frase pertenece a Arturo Jauretche (1901-1974), uno de los que mejor interpretó, escribió y vivió el pensamiento nacionalista en el siglo pasado, a quien el presente se empeña en traer de regreso una y otra vez: por eso del destino circular de la Argentina, el país Sísifo.

Jauretche era linqueño, que es una forma de ser bonaerense. Fue criado entre paisanos, experiencia que lo definió, en lo personal y en lo político: en ambas esferas de la vida se veía un coherente apego a su pago, su gente y sus costumbres.

Militó en el radicalismo yrigoyenista, se opuso al golpe de estado de 1930, integró la fallida revuelta radical de 1933 y terminó encarcelado por eso. Al salir del presidio, crearía la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA). 

Esa agrupación fue uno de los pilares de la resistencia durante la década infame, que tuvo su pico con la firma del pacto Roca- Runciman, al que definió como el "estatuto legal del coloniaje". 

Es cierto que esa jugada confirmó, entre otras cosas, la falta de visión estratégica de la oligarquía argentina, al atar su suerte a la de la potencia entonces declinante, Gran Bretaña. 

El gobierno actual mantiene la misma vocación subalterna que su antecesor de hace casi un siglo, pero aquél  al menos logró lo que se proponía. Estamos de acuerdo en el disvalor del criollo que nos vende: ahora, ¿en qué lugar queda el que intenta vendernos y encima fracasa en su empresa?

Porque eso es exactamente lo que acaba de ocurrir en Washington. 

Es probable que, en la cabeza de Donald Trump, el chantaje de si no votan a Milei no hay dólares, sea la manera más eficiente de ayudar a su aliado en problemas. Pero se ve que los asesores de prensa de Trump no clippean las declaraciones de Jaime Durán Barba, quien sostuvo que somos la sociedad más antiestadounidense del continente. 

A pocas horas de cumplirse ochenta años de la gesta del 17 de octubre, cuando la movilizacion popular logró la liberación de Juan Perón, preso en la isla Martín García, los sucesos de los últimos días se parecen sorprendentemente a lo ocurrido en la campaña previa a las elecciones presidenciales del 24 de febrero de 1946.

En aquella oportunidad, el embajador estadounidense Spruille Braden organizó a la oposición en la Unión Democrática. Ese gesto de intromisión simplificó la campaña: fue "Braden o Perón". 

Ganó Perón, con el apoyo de la línea nacional del radicalismo, que encabezaba Jauretche, a quién citamos líneas arriba. De manera individual y por fuera de sus partidos radicales, comunistas, anarquistas y socialistas se sumaron al peronismo. Jauretche, como funcionario, tuvo a su cargo el manejo del Banco Provincia. 

Perón tuvo éxito en su narrativa electoral: una oposición política con el papelón de ser conducida, a la vista de todo el mundo, por un embajador extranjero.

Teléfono para los que acepten alinearse con el asesor de Trump, Barry Bennett.  

Por Marcial Amiel / P12

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