La sociedad inmóvil

Actualidad13/10/2025
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Lo. notable la capacidad pedagógica de Alejandro Katz quien, al definir el momento político que atraviesa el país, puede explicar de manera sencilla y amena un acontecimiento que no es sencillo conceptualizar.

En la década pasada, Zygmunt Bauman y Gustavo Dessal publicaron un ensayo [El retorno del péndulo, FCE, 2014] en el que teorizaban sobre la convivencia de la seguridad y la libertad. Esta relación, sostenían los autores, fue variando durante el transcurso del siglo XX y así como en la primera mitad se impuso la seguridad como reguladora de la vida social, en la segunda parte del siglo primó la libertad. En el comienzo de esta centuria, el péndulo, observan, vuelve a inclinarse sobre el flanco de la seguridad y se comienzan a restringir las libertades.

En la primera mitad del siglo pasado, Freud observaba a la sociedad “moderna sólida”, como una comunidad de productores y soldados: la fábrica, los cuarteles y la familia. Después de la Segunda Guerra Mundial y durante el desarrollo del Estado de bienestar europeo, el Mayo francés da paso a una sociedad de consumidores que el neoliberalismo en un par de décadas llevó al paroxismo. Debajo de los adoquines no estaba la playa.

Bauman y Dessal rompen con la idea del tiempo lineal para plantear la idea de un espacio temporal puntillista, como en un cuadro de Seurat, en el que cada punto puede convertirse en un Big Bang. Si bien la metáfora parte de una idea armoniosa, podemos pensar, por ejemplo, en Los Bañistas, el famoso cuadro de Seurat, nos conduce a un quiebre disruptivo. No hay río, no hay barranca verde, no hay playa. Los puntos cromáticos infinitos remiten a la capilaridad de la red. El cierre del ciclo de la libertad ya no es la seguridad, sino una suerte de fase superior del revisionismo social. El Big Bang es libertario y la implosión sucede, al mismo tiempo, en distintos puntos del mapa (¿usted está aquí?) para modificarlo radicalmente.

Es esto lo que explica Katz con meridiana claridad: el fin de la modernidad en aras de un Estado premoderno. Ni Trump ni Milei, en el caso argentino, plantean un escenario neoconservador marcado por simples desigualdades ni como se cansó de repetir Thatcher, con el triunfo de la individualidad sobre lo colectivo que el péndulo de Bauman y Dessal ven como una fuerte corrección sobre las libertades para contener la contestación al sistema. Se trata de la abolición de la Ilustración, de un retorno reaccionario a la premodernidad demoliendo la igualdad y el texto completo del Contrato Social. ¿Volver al XVII?

En el caso de Milei, viene a decir Katz, no es una mera discusión económica. No se trata de la dimensión del Estado sino, directamente, de otro modelo en el que no hay ascensores sociales sino nichos de soledad social: la pobreza perenne para los que nacen con esa condición y la riqueza estable para la elite. El fin de la casta política, como propone Milei, es el surgimiento de otras: ricos, pobres y una amplia variedad de marginales en un escenario estático donde todos tienen una condición asignada. Una sociedad de ciudadanos inmóviles.

En un texto casi marginal de Bauman, un discurso que pronunció en el aniversario de una carta abierta escrita el 1° de marzo de 1863 por Ferdinand Lassalle y que dio pie en Alemania al prototipo de todas las entidades sindicales que surgieron posteriormente en Europa, tomaba ese ejemplo para dar una imagen tan gráfica como la del puntillismo: la construcción de algo nuevo, de un cambio, no es una taza de café instantáneo; se hace paso a paso. No hay nada instantáneo.

No estaría mal, como sugería Bauman, ponernos en el lugar de los socialistas del siglo XIX. No estamos mejor que ellos.

Por Miguel Roig / Perfil

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